domingo, 8 de enero de 2006

 

CUTREWRESTLING

Dedicado a Frunobruno




O catchascán, como fue conocido por estos lares. La lucha libre peruana cogió el nombre de una abreviatura fonética del término inglés “catch as can”. Si bien dada la denominación de este subdeporte pareciera haberse traído desde Argentina, el grueso del espectáculo provino de México. Queridos amigos, con ustedes un wrestling a la criolla traído del mundo del bolero, una astracanada tercermundista en un país semifeudal con televisión. Un feriante con suerte que lucra entre tribunas meadas y ambiente prostibulario. Un patético intento de modernidad, llevado a punta de llaves, tijeras y patadas. Héroes políticamente incorrectos, copias reificadas de un espectáculo mediocremente rentable, una memoria molesta y cascarrabias : Conozca las increíbles dimensiones que puede tener en el Perú el posiblemente más bizarro de los ¿deportes ?


I
Mambo Perú in the fifties : Un introito pseudosociológico

A mediados de los años cincuenta el Perú vivía una estabilidad engañosa. Después de ocho años de dictadura militar, los que sabían leer y escribir en el país eligieron como presidente a un oligarca perteneciente a una de las familias más patricias del país y que incluso tenía nacionalidad norteamericana. Como miembro fielmente alineado al “mundo libre”, el país recibía créditos para su naciente y apañado desarrollismo económico. En dicha década el fútbol se profesionalizó, a finales de la misma vino la televisión e inauguramos un nuevo aeropuerto para entrar de lleno en el mercado internacional del turismo. En el mundo triunfaban -y todavía no sabemos por qué- los agudísimos gorgoritos de Ima Sumac, nuestra Castafiore andina, como bien lo citara el crítico y analista catalán Jordi Costa. El escritor andino José María Arguedas hizo un estudio antropológico en la que comparaba las comunidades campesinas del Perú...y de España, evidenciando el tremendo subdesarrollo de la península en aquellos años. Mientras tanto, un niñato de voz aguda y muy pagado de sí mismo llamado Mario Vargas Llosa causaba sensación por un truculento relato largo llamado Los Cachorros. Lima se modernizaba y dejó de ser un villorrio pacato cuyo horario lo dictaban las campanadas de las iglesias. Los bares americanos se habían puesto de moda, las cantinas exhibían orgullosas sus relucientes rockolas Wurtlitzer y el mambo se bailaba en todas partes, bajo el reclamo de bailarinas de la Cuba prefidelista.

Sin embargo, todavía se vivía la hegemonía de la cultura popular mexicana. En un país con tasas espantosas de analfabetismo, las películas norteamericanas subtituladas -a menos que fueran las grandes superproducciones en cinemascope- apenas si podían competir con la ristra de dramones mexicanos en lengua materna. El imperio mediático mexicano (la todopoderosa emisora radial XEW -madre de la igualmente todopoderosa empresa Televisa- , los estudios cinematográficos Churubusco, diversas discográficas, la celebérrima Editorial Novaro) llevaba ya más de quince años instalado en el Perú y había creado su propio star-system en la música, el cine, la radio y el humor. Jorge Negrete, María Félix, Javier Solís, Cantinflas, Columba Domínguez, Clavillazo, Pedro infante eran los putos amos.

Y de México, cómo no podía ser de otra manera, vino la lucha libre. Max Aguirre, un avezado empresario peruano con más pintas de feriante y agente artístico de entrecasa , se encargó de comprar las “franquicias” del espectáculo y rentabilizarlo en el Perú.


II
El rincón de los losers

Las peleas se celebraban las noches de los jueves y los sábados en el Luna Park cercano a la Plaza Dos de Mayo y en el antiguo Coliseo Nacional en la Avenida Manco Cápac. Y es necesario dedicar algunas palabras más acerca de estos increíbles escenarios.

En el Perú el deporte como práctica era aún irregular y casi exclusivamente ejercido por hombres. Básicamente se incursionaba en fútbol y boxeo, aunque las clases pudientes eran capaces de practicar hasta el rugby o el hockey sobre hierba, como lo hacían los adinerados gallitos de los refinados colegios Roosevelt y Markham, de educación anglosajona. Ahora bien, el deporte como espectáculo era algo muy reciente en el país. Torneos como la Copa del Pacífico o el Sudamericano de fútbol (antecesora de la televisiva Copa América) tenían más de feria de atracciones que de serios eventos internacionales. Apenas hace un par de años (1952) se había construido un estadio en condiciones que había reemplazado al antiguo de tribunas de madera que fue un fino regalo de la colonia inglesa de Lima por nuestro centenario de la independencia en 1921. También acababa de construirse la primera pileta nacional de natación olímpica y clavadismo (que hasta nuestros días sigue siendo la única en su género) que reemplazaba a la entrañable pero decimonónica poza de Pellejo. El único velódromo de la ciudad pertenecía al Circolo Sportivo Italiano y permanecía en ruinas desde que el terremoto de 1940 hizo añicos la pista. Así estaban las cosas.

Por eso, evidentemente, el Luna Park limeño no se asemejaba ni de lejos a su ilustre homónimo de Buenos Aires. Detrás del pomposo nombre estaba un galpón de tribunas de madera bajo una ajada carpa de circo. La gente con posibles podía pagar palcos que conformaban los primeros anillos de asientos alrededor del ring. El resto de los mortales se apiñaban en crujientes graderíos de madera, cuya instalación retaba a las leyes de la gravedad y la arquitectura. La filosofía del recinto era similar a la del simpsoniano bar de Moe Syzlak : No había baños para mujeres porque se daba por descartado que ese género nunca ponía los pies en esos lares. El espectáculo no se consideraba pernicioso para los niños y adolescentes, por el contrario, ellos podían venir acompañados de sus padres que preferían esta excursión bizarra a que sus retoños se estropearan la poca ropa que tenían jugando al fútbol en las calles o, peor aún, vagaran cerca de esos antros del mal que eran las salas de billar, la segunda residencia de delincuentes y matones que la usaban como oficina de trabajo.

El viejo Coliseo Nacional (otro nombre pomposo para la misma precaria infraestructura) tenía más morbo por quedar en un distrito claramente popular : Nos referimos a La Victoria, barrio de población predominantemente afroperuana y muy próximo al enclave obrero de El Porvenir (tienen coña los nombrecitos) que fue nuestro primer -y único- intento de chabolismo vertical. Pero había más morbo aún, el recinto de marras estaba a tiro de piedra del legendario jirón Huatica, el célebre barrio rojo de la ciudad o, para ser más precisos, la gran calle de las putas donde se iniciaron sexualmente por lo menos tres generaciones de limeños. Para ser más gráficos, irse a ver peleas a ese sitio era bajarse en la estación terminal de los tranvías y sumergirse en un ambiente salvaje de bares donde sólo se bebía pisco (el aguardiente de uva peruano) se comía en puestos ambulantes al lado de carteristas y proxenetas, mientras las furgonetas de la policía se paseaban por las esquinas cobrando sobornos a veces, o invadiendo cantinas a la mala para llevarse a jóvenes como ganado para que cumplieran el servicio militar.


III
Patadas voladoras con mallas remendadas : Hiperrrealidad del catch peruano

Dada la impronta mexicana del espectáculo, a esta parte del Océano Pacífico vinieron los dioses de la lucha libre del país norteño : El Santo y Blue Demon. Nunca supimos si eran los meros, meros. Lo más probable es que hayan sido dobles que lucían las reputadas máscaras. Generalmente peleaban con las estrellas del catch nacional : Ahí estaban, para levantar el orgullo patrio, titanes peruanos del ring con nombres como El Yanqui, El Conde o El Duque. Sí, éstos dos últimos descaradas imitaciones de sus similares argentinos a quienes, por no formar parte del negocio, se les podía piratear abiertamente. Pertenecían al bando de los “buenos”, también conocidos como los técnicos en la creencia que ellos atesoraban mejores virtudes pugilísticas. Eran los que sabían moverse mejor por el cuadrilátero, manejaban las llaves más espectaculares y practicaban el fair play hasta el ridículo. Ellos nos enseñaron a hacer la llave nelson, la doble tijera, los martinetes, los tacles voladores y demás maravillas del catch que la muchachada luego imitaba pajeramente en el dormitorio materno o en la colcha deportiva del colegio.

El Yanqui era el luchador más popular sin discusión y deja a las claras el carácter semicolonial que el Perú tenía y tiene hasta nuestros días. Era alto, colorado y con la cabellera vagamente rubia. El nombre quizá le vino de su mentón, muy similar al que lucía el entonces actor revientasostenes Kirk Douglas. Gracias a la popularidad y pinta de El Yanqui, muchas señoritas -acompañadas adecuadamente de sus “carabinas” de turno- se atrevieron a frecuentar tan inmundos locales.

Los “malos” tenían nombres de malos : El Vikingo y El Mongol , quienes reflejaban claramente al nazi cabrón y al asiático comunista, para seguir con las clases de corrección política del catchascán nacional. A ellos se sumó después Atila, que sería como una mezcla de los dos anteriores y se convirtió en el luchador fullero por antonomasia, de esos que meten los dedos a los ojos y gustan de romper sillas sobre las cabezas.

Capítulo aparte fue la lucha libre femenina, colada cuidadosamente durante algunas noches -mencionemos, para que se imaginen el pintoresco clima moral de entonces, que el arzobispo de Lima había amenazado con la excomunión a los bailarines reincidentes de mambo- y donde brillaba una luchadora con el evidente apelativo de La Yanqui que lucía una cabellera teñida a más no poder. Por razones de cierto sadomasoquismo nacional, la otra gran estrella del breve pero muy recordado wrestling femenino de entonces fue una de las luchadoras “malas” que portó el adecuado nombre de La Norcoreana, aludiendo a uno de los más bellos capítulos de la Guerra Fría. Era una cholaza medio enmascarada con una indumentaria muy similar a la Gatúbela y que a veces portaba en el uniforme una hoz y un martillo pésimamente dibujados.

¿Quiénes eran estos luchadores ? Deportistas jubilados, boxeadores frustrados, forzudos y otros miembros del inframundo de las Carpas Ambulantes (espectáculos de barrio que mezclaban circo, sainetes, variedades y algo de protopornografía en las noches, Cantinflas salió de uno de estos agujeros que abundaban bastante en aquellos días) así como advenedizos que buscaban ganarse la vida en la gran ciudad tercermundista. Intentaban vestir como los ídolos del Arena México pero su indumentaria siempre fue idéntica al de los acróbatas y trapecistas de circo. Camisetas coloreadas, leotardos remendados cotidianamente, capas de franela con bordes de papel plateado, máscaras sencillas que muy rápidamente empezaron a venderse como reclamo en las afueras de los coliseos.

Sin embargo, aprendieron el oficio. Algún oscuro entrenador mejicano (o quizá cualquier personaje de los circos de barrio) se tomó la molestia de enseñarles cómo caer, cómo imitar puñetazos recibidos, cómo dar los puntapiés y las llaves con el máximo de espectacularidad y el mínimo de daños al colega y a sí mismo. Uno de los mejores trucos era estrellar una silla de tijeras sobre la cabeza del adversario, que parecía más tremendo e impresionante que la escueta realidad. Se copiaron todas las tretas comerciales del espectáculo : Pelo contra máscara (típico gran enfrentamiento entre Blue Demon y el Vikingo, donde el perdedor se quitaba la máscara o era rapado ante el público). Peleas de dos contra dos, donde al final se sumaban el resto de los luchadores en ambos bandos. Retos “espontáneos” en la culminación de cada pelea dándole un toque “coming soon” que garantizara la siguiente taquilla. Algunos luchadores se preocuparon por perfilar su personaje en un estilo grotescamente stanilavskiano, cultivando un singular caminar, fabricando algún símbolo, gesto o gimmick que los caracterizara e incluyendo deformar su voz para imitar un dejo extranjero en sus interjecciones. Hay que recordar que pese a las intenciones y deseos del promotor, la mayoría de los luchadores nacionales eran bajitos, de piel inexorablemente cobriza y con sobrepeso.

Los luchadores eran también una colección de historias privadas, algunas bizarras pero creo que todas cutres. Quien encarnaba a El Murciélago, un luchador de gran envergadura y estilo fino, era un policía un poco mayor pero aún en activo, que con el cachascán se recurseaba los pocos frijoles que aseguraba la pobre paga de policía raso. En otra ocasión (y esto lo cuenta mi tío) una autoridad del Palacio de Justicia quiso amonestar a un amanuense que solía pedir permiso los jueves. El amonestado tuvo que revelar su “identidad secreta” : Él era La Momia que animaba las previas del torneo. Con un par de entradas regaladas logró que la autoridad se percatara de la veracidad de la excusa así como se hiciera hincha del espectáculo. La asistencia de este funcionario hizo que, meses después, un vendedor de sandwiches que ofrecía sus viandas en los pasillos de los juzgados le parara y le dijera, “Doctor ¿no me reconoce?” Era El Monje Loco, pareja de lucha de La Momia, un dúo bizarro que además tenía que librar un combate mortal contra el hambre y la miseria, que seguro daban más patadas.



IV
El inevitable adiós

El catchascán acarició sus años de gloria pero nunca llegó a tener la envergadura que gozaban sus símiles en México o Argentina. No pudo disputarle público a la hípica, que además acababa de inaugurar un flamante hipódromo en el norte de la ciudad ; ni mucho menos al fútbol, que en las años siguientes vio surgir a una generación de estrellas (uno de ellos llegó a ser campeón de Europa con la Juventus, otros muchos terminaron, años después, jugando en las ligas argentinas y europeas y, de cuatro mundiales entre 1970 a 1982, la selección peruana asistió a tres). El aire populachero de los combates no hizo al catchascán lo suficientemente atractivo para la engreída aristocracia peruana. Además, la nueva Lima que crecía estaba siendo invadida mensualmente por docenas de miles de campesinos andinos, con otros gustos, otra manera de ejercer el ocio y sobretodo, con bastante menos dinero. Max Aguirre, el promotor feriante, se dio cuenta del cambio de vientos y optó por el boxeo, que empezó a llenar tribunas. Los combates de catch se prolongaron varios años más -aprovechaban los meses de las vacaciones de verano para asegurarse un público fiel- hasta bien entrados los años setenta. Llegaron a televisarse en algún momento y revivir el esplendor pasado durante una temporada. Pero no tenían base social, vivían de la nostalgia y ningún acaudalado empresario quiso fijarse en ello. El viejo Coliseo Nacional fue derruido para dejar paso a un comedor para indigentes, el Luna Park desapareció. El catchascán se practicó luego en el nuevo Coliseo Nacional recién construido en los sesentas (y ahora regalado a la policía por riesgo a venirse abajo ante cerradas multitudes) y en el Coliseo Amauta, antiguo coso de toros reconvertido en multiusos cubierto donde, además de nuestro entrañable espectáculo, sirvió igual para un mundial de vóleibol como para una representación de Miss Universe. Se llegaron a escenificar combates en estadios distritales y parques de barrio, donde se alternaba el catch con faquires, tragasables y otros espectáculos circenses en un desesperado intento por conseguir nueva audiencia. En los años ochenta se emitió el legendario programa argentino Titanes del Catch, pero eso no prendió en una chiquillería que ya veía volar coches-bomba todas las semanas. Hoy, en el mundo de las secuelas de Mortal Kombat en DVD, los videojuegos de ninjas y el chateo erótico por internet, el cutrewrestling peruano no tiene por dónde levantar cabeza. Lo que más se le puede parecer son las sesiones de Valetodo, importado del Brasil y que tiene un halo tenebrosamente fosco -practicado en gimnasios cerrados por ex-paramilitares dentro de un ambiente de mucho mal rollito- distinto del inocente y cutre glamour (si cabe la palabra) del espectáculo de otras décadas.

Ante el perfeccionismo tecnológico del ciberespacio, el descubrimiento de las maravillas del mundo digital y la violencia gratuita instalada mediáticamente en nuestras sociedades ; las llaves de Blue Demon suenan falsas, exageradamente falsas, asquerosas al paladar de los preadolescentes que miden sus límites de calidad en los FX de El Señor de los Anillos. Valga el responso.

Max Aguirre, el feriante que trajo el catch al Perú, murió en los años ochenta, aunque nadie se acordaba ya de él en un país que se consumía en la feroz guerra interna que libraba a fines de siglo. Hoy, posiblemente, todavía vivan muchos de aquellos viejos luchadores. Hoy quizá la Norcoreana sea una viejísima abuela que todos los días se desviva sobre sus chancletas por recorrer una agotadora jornada entre el dormitorio y el baño. Y el Yanqui quizá haya tenido la suerte de mostrar a sus nietos unas gloriosas fotos cuando volaba sobre el mongol. En todo caso, hoy somos miles de cuarentones que vivimos los últimos combates de catchascán , que disfrutamos de esos lances trucados porque esa era la norma, ese era el encanto. Encanto muy pequeño y muy cutre, es verdad. Las chicas nunca entendieron ese gusto brutto y se fueron a jugar al voley entre ellas. Y nosotros terminamos disfrutando del estupendo fútbol que albergábamos en aquellos días.

Se había ido El Santo pero nos quedaba Hugo Sotil. Es la ventaja de vivir en un país lleno de leyendas.

Comments:
Es una lastima que la lucha libre haya tenido ese fin en el Peru ,me imagino que todo lo que les queda es Laura en America
 
Precioso, don Javier. Me doy honrosa y agradecidamente por dedicado, y lo reseñaré en mi blog VHF, porque tapa doscientosmil agujeros de aquello que yo escribí sobre catch.

Precisamente la semana pasada me compré el Interviú, cegado por esa portada con Diana la de Gran Hermano 6 en pelotas, y trae (además de las tetas, absolutamente perfectas, de la modelo) un reportaje sobre lucha femenina peruana. Con unas cuantas fotos de gran tamaño de andinas con falda y moño haciéndose llaves. Y parecen actuales. Supongo que algún reducto residual de lucha libre bizarra queda en Perú, aunque Internet no lo refleje.

El post es tremendo.
 
Absolutamente tremendo, Puka. Gracias por ponerlo aquí.
 
Bárbaro, Javier.
 
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
 
excelente repaso, un par de anotaciones:
la mamá del cantante Chacalón trabajó como catchascanista durante varios años.
en Guatemala en la actualidad existe un luchador que se hace llamar "la Bestia Peruana", desconozco su nacionalidad.
en Palta Rellena hacemos un repaso al lado más bizarro del Wrestling:
http://www.paltarellena.blogspot.com
 
Los luchadores mas conocidos: Yanki, Hermoso, El Charlie, Conde, Ciclon, La Pantera, el Santo , Blue Demon !!
 
Pukaruna...Muy interesante su nota y con muchos datos sobre el catchascán de aquella época. Bueno, le escribo porque tengo planeado hacer un reportaje escrito sobre la lucha libre en el Perú para la universidad y pues quisiera me de su testimonio como seguidor de este espectáculo. Gracias, le dejo mi correo por si acepta ayudarme: m_roszo@hotmail.com... R. Zúñiga
 
Bastante bueno, un par de datos El Yanqui era hermano de Max Aguirre y por eso era el main eventer, El Mongol es el mas reconocido internacionalmente pues lucho literalemte por todo el mundo incluso fue doble de accion para el cine y maestro de Schwarzenegger en los 80´s le enseño trucos de accion y manejo de armas para Conan, Sandokan siempre fue relleno de carteleras nunca fue leyenda, El Enfermero lucho en el extranjero es una de las pocas leyendas vivas del deporte y uno de los pocos realmente deportistas en esto, Bad Boy lucho en Bolivia, Chile y Argentina entre finales de los 90´s y la presente decada.
El movimiento luchistico existe aun basado en el producto WWE de USA y revive tambien la lucha nacional de a pocos.
 
Practico la lucha libre hace nueve años d manera autodidacta, y con conocidos que luchaban en los titanes del ring en los 80, en chile, por aca se trata d e mantener viva la escuela, montamos eventos de manera super artesanal y no queremos que esto muera. Ojala algunos pudieran rescatarla.
 
Lamentablemente el dia sabado 22 de abril del presente don Lorenzo Company "El Enfermero" nos dejó. Desde el cielo nos seguirá guiando con sus enseñanzas. Desde la LWA le damos mil gracias al profe Lolo.
 
Tengo que decir sobre lo que dicen de que Sandokan era luchador de relleno es mentira. El profe era estelarista, es mas se dio el gusto de luchar en Sudamerica, incluso llego a luchar en Mexico, y fue leyenda de la lucha. Esta luchando eventualmente. Participo hace poco en una cartelera en Miraflores en el coliseo Bonilla, fue gran amigo del señor Lolo Company "el enfermero". Actualmente esta como entrenador en la escuela "Nueva Generacion" en el Callao; junto a nuevos luchadores tales como Rey Grampa, Pirata, Tanaka, Ulises, entre otros.

Lamento mucho el sensible deceso del "Enfermero". El dia que fallezcan todas las viejas leyendas del catch peruano, sera muy dificil reemplazarlos. esa epoca fue gloriosa.
 
LA LUCHA PERUANA YA ESTA RENACIENDO, CON LOS LUCHADORES PROFESIONALES D ELA NGWA
www.ngwaperu.tk QWUE CADA DI A UNEN SUS FUERZAS PARA TRIUNFAR, Y TENEMOS LUCHADORES INTERNACIONALES...
 
En los años 50 siendo un niño asistiamos mi hermano y yo al Luna Park a unas emocionantes veladas de lucha libre. El ambiente era sensacional y el público de lo mas variopinto y entregado al espectáculo que vivia. Cuando no podiamos ir nos quedaba el poder seguir la retrasmisión de las peleas por la radio. Años despues siendo estudiante en Barcelona, España, el director de cine Martin Ritt rodaba "La gran esperanza blanca" pelicula que ambientada en parte en La Habana necesitaba de extras foraneos y alli en masa nos presentamos los estudiantes sudamericanos. Eran 10 dolares diarios durante 15 dias y no habia que hacer ascos a tan suculento capital. Durante en rodaje entre los numerosos extras (7000 +o-) de pronto veo a un grupo de fornidos individuos que eran ni mas ni menos que mis antiguos ídolos del Luna Park entre ellos El Ciclón que luego con el trato de vernos de vez en cuanto en un bar de peruanos resulto una persona afable, generosa y buen paisano. Alli en este bar barcelonés pude ver coincidir al gran Ciclón con el silencioso Cholo Sotil. Pukarana tu artículo es estupendo. Gracias.
 
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