martes, 31 de enero de 2006

 

Musas Pegamín (8):Amy Weber

Ella es Amy Weber ,quizo ser diva de la wwe pero esos canallas no la eligieron y creo que ni contrato alcanzo, por eso es que para compensarla ,la propongo para musa pegamina del 1 de febrero del 2006 .


 

Musas Pegamín (7): Madeline Kahn o A lo fácil






A mí ésta señora me ponía....lo juro

 

Las misteriosas chicas Tingalesas

Desde misteriosos lugares de la red han llegado hasta Pegamín varias unidades humanas buscando información, fotografías y quien sabe si contacto directo con las 'chicas tingalesas'. Bien, pues tras una ardua labor de búsqueda hemos conseguido localizar a las dos últimas que permanecían en libertad, en las lindes de Tingo María, capital de la provincia de Leoncio Prada, en el Perú. Se escondían en la llamada Cueva de las Pavas -¡quién lo iba a sospechar!- para evitar que las trasladaran a España y acabaran tomando comandas en un restaurante escocés tipo McDonalds, donde se sirve carne de venado.

Este que las cubre es el traje típico de las chicas tingalesas, inpirado en un primigenio diseño de Pilar Primo de Rivera para la sección femenina. No es que las chicas tingalesas sean así de coquetas posando, es que han descubierto que en esa posición pueden permanecer durante horas frente a vientos y escarchas, sin cansarse y sin llamar la atención de las fieras que las rodean. Al fondo se puede ver las ruinas de lo que un día fue su imperio. Ambas han preferido mantener su identidad oculta pero han contestado algunas preguntas para los lectores de Pegamín.

- ¿Les gusta a ustedes la música española?
- Apenas conocemos, aquí no llega casi nada.
- ¿En Tingo María existe el concepto de 'novia' tal como lo puede entender, por ejemplo, un estudiante de ingeniería vascuence?
- No, es muy diferente. Yo, por ejemplo, a esta -se dirije a la otra chica- a veces la llamo novia, y otras, ni la dirijo la palabra. Pero no voy por ahí buscando videos en internet.
- ¿Se consideran ustedes bisexuales?
- No en el sentido que le da Ender Wiggins a la palabra, o lo que uno podría pensar de él si revisara el caché de su computer. A nosotras lo que nos importa es la persona, no se si me entiende.
- Perfectamente. Y, para terminar, ¿Querrían decirle alguna cosa a las personas que las han buscado en el Google y se han encontrado con esto?
- Sí, claro. Nosotras, honradísimas, y les enviamos un saludo porque el Google ha unido a las personas muchísimo más que lo haya hecho el cristianismo, pero hasta hoy no sé sabe de nadie al que le hayan quemado por contradecir al Google. Y también, claro, que somos reales, que existimos y que agradecemos a Pegamín la oportunidad de demostrarlo.

Regresamos de Tingo María felices por conocer a las chicas tingalesas y animándoles a que ustedes se desplacen hasta allá, porque la experiencia merece la pena.

Más información en:

http://www.geocities.com/tingomaria_pe/bellas.html

http://www.geocities.com/tingomaria_pe/

 

Iconos Pegamín (y 2x1): Ofelia & Rock Machismo

A la izquierda, la Ofelia de Millais que todos queremos. A la derecha, Melissa Auf Der Maur haciendo el ganso pero molando (también puede ser Virginia Wooolf). Lo de las chicas ahogadas da mucha pena pero también mucho morbo. Y a todo esto, mientras esta pobre flota sobre el río entre nenúfares, tan bonita, Hamlet preocupado por su padre y hablando con calaveras.















Bajo estas líneas, ya que estamos, la propia Melissa (ex Hole, seguro que se lo hizo con Courtney, al menos mola pensarlo, ¿verdad?) en una de esas portadas típicas de recopilatorio heavy pero para su propio disco... A la dere, Liz Phair tirándose el mismo pisto. ¿Chicas machistas? ¡Guay! Eso si que es llevar lejos la igualdad entre sexos.


 

Amigos invisibles (y 2): Essie Hollis & Nate Davis

Ahora se ven mates hasta en los partidos de juveniles, pero a principios de los ochenta era una cosa como de marcianos. Los primeros marcianos de la liga española fueron Essie Hollis y Nate Davis. Antes habían venido buenos americanos, pero no tan espectaculares. A ambos los trajo el Askatuak de San Sebastián, un equipo de media tabla para abajo. El primero fue Essie, que además era un tipo muy simpático al que le gustaba molar. Descarte de la NBA, allí habría sido un segundón y aquí fue un divo. Más que una máquina tipo los aleros actuales era un tipo más de mate bonito, de pase invisible, de finta rompecinturas. Vacilaba hasta a la hinchada del Estudiantes (que luego tendría de ídolo a una fotocopia suya, Dave Russell) ; recuerdo que un día le gritaban para que saludara y lo hizo en plan Gandhi. Nate, en cambio, daba miedo, aunque parecía un buen tipo. Se contaba que había sido sheriff en un pueblo y saió en Nuevo Basket con la típica foto con sombrero vaquero. era un Stoichkov bonachón, con un tiro acojonante y un salto que no he vuelto a ver. Además, como entonces tenía menos oposición parecía que saltaba más. Creo que tuvo luego muy mala suerte en la vida, lo que lamento. Es curioso porque son dos leyendas anónimas, sólo los que les vimos jugar nos acordamos de ellos porque no quedan imágenes en movimiento, TVE las borró para aprovechar las cintas, como hizo con muchas otras cosas. Quedan una estadísticas acojonantes pero eso no dice nada, son números. Ni siquiera tienen una leyenda como la de Eric Manigault, un macarra de barrio y jugador callejero que los yanquis siguen citando como uno de los mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos pese a que nunca pasó de la high school. Davis y Hollis fueron héroes de ciudad de provincias -Ferrol, Valladolid, Granollers- y sólo jugaron en pequeños equipos españoles, que desaparecieron y se refundaron, a un nivel más amateur. Son de esos tipos que a veces te preguntas si te los has inventado. Queden aquí, con la mujer tingalesa y otros paradigmas pegaminescos, para dar la impresión a quien consulte google de que parece ser que sí, que realmente existieron.

 

Musas Pegamín (y 6): Anne Carlisle.

Anne Carlisle en "Cielo Líquido" (1982)












Cumbre del cine moderno Alphavillero a principios de los 80, la verdad es que molaba mucho más que películas que han sobrevivido de la época, como el tostón de "Pink Flamingos" y hasta diría que las de Jim Jarmusch. Anne Carlisle -a la izquierda, como Margaret, a la derecha, como Jimmy- fue una especie de Alaska neoyorquina que se quedó en flor de un día, aunque tuvo tiempo hasta de ser playmate en el Playboy, eso sí, en una producción horrorosa y megahortera de puro modelna. Se ve que en vez de llamar a Mattlehorpe se la hicieron los fotógrafos que ya estaban gagá, los que le habían hecho fotos a Marylin y ya no se enteraban de qué iba la vaina. la película molaba, iba de una modeluqui que recibía poderes tras hacerle una felación a un tipo que llegaba al orgasmo justo en el momento de ser desintegrado por los marcianos y a partir de ahí se dedicaba, en plan viuda negra, a exterminar vía oral a todo el que le caía gordo. El último, ella misma, pero en el papel de Jimmy. Vamos, entre Almodóvar y Troma.

Aquí abajito la tenéis en la foto menos horrible de su sesión para Playboy:


 

Musas Pegamín (4)

Hoy: Christina, la más golfa de Youtube.



¿Qué os parece?

(Elegí éste, pero hay más)

 

Danuta-Touch my Heart


















Me permito bucear un poco en las páginas rusas de pornografía musical ilegal que visita Ender mientras le masturba con la boca su compañera ninfómana de piso. Y me lo permito por Danuta. Obvien la obvia rima y disfruten de esta mujer sin domar, sin pulir y con un dominio maestro de la técnica de la exhibición cárnica, donde un sutil detalle puede conducir al desastre. Tocadle el corazón, hijos de puta, pero no con la polla.

lunes, 30 de enero de 2006

 

Musas Pegamín (3)

Alizee








Un estupendo vídeo

página de enlaces, fotos.....

 

Cinco odiosas comedias deportivas

Al hilo del cine de épica deportiva que ha glosado Darío, me han venido a la cabeza unas cuantas comedietas de deportes verdaderamente chuscas y que recomiendo no ver, o que al menos a mí me traen recuerdos amargos:


5. “Shaolin Soccer”, de Stephen Chow (2001). Fútbol-fú.

En realidad esta película no me parece tan mala, pero de tanto que anduve detrás de ella hasta que conseguí verla, cuando por fin me la bajé de internet me decepcionó un tanto. En principio podría haber sido un taquillazo palomitero en España, que incluso la anunciaban en los telediarios cuando estaba en postproducción (coincidiendo con el Mundial de Japón y Korea de hace casi 4 años), pero finalmente no se distribuyó en España ni se editó de ninguna manera para vídeo o DVD, por más que la busqué. Hace un par de años me la encontré en una manta, que la vendía una china en la calle. Se la compré con tanta inocencia como la que puso Eddie Murphy al comprarle aquellos collares al mongol de “El chico de oro” («...cara de mono aliento de vómito comedor de babas de tortuga...»), y fui timado de la misma manera («¿has visto a un enano corriendo en pelotas con un billete de cincuenta pavos?»), al poner el DVD en mi lector y encontrarme en su lugar con una copia inconclusa y pestilente de “Bob Esponja: la película”. La maldición del fútbol shaolín seguía burlándose de mí. Así pues, cuando por fin pude ver hace algún tiempo la copia en el ordenador de mi hermano, las ganas de verla ya se me habían pasado, y la cosa, lejos de ser una bizarra exploit de Oliver y Benji con humor y caspa me pareció una aséptica broma mainstream con coreografías, efectos especiales y delirios entretenidos, que sí, pero terriblemente descafeinada y decepcionante. Y es que las cosas brillan tanto y tienen tantos colorines, las escenas son tan rápidas y las cabriolas tan de pega, que es... un poco infantil, ¿no?


4. “Baseketball (Muchas pelotas en juego)”, de David Zucker (1998). Encesta-batea como puedas.

A mí Trey Parker y Matt Stone hace tiempo que dejaron de hacerme gracia. Recuerdo cuando echaban los primeros episodios de su hoy achicharrada obra magna, South Park, que me partía de risa con su humor negrísimo, con esas situaciones en las que ponían a los críos, haciéndoles decir salvajadas que no era habitual ver en televisión. A principios de los noventa (o no sé si era porque coincidió con que por mi edad yo era bastante más susceptible) creo que la descontextualización de tópicos, la ausencia de tacto y de pelos en la lengua y la polémica más cruda echa dibujo animado funcionaba. Esa sensación que no tiene nombre, cuando te ríes de algo pero en el fondo te avergüenzas de estar riéndote, era placentera y certera. Pero con el tiempo, a base de repetirse, los dos pavisosos me parece que se quedan en la provocación y en la incorrección intencionada, y se despojan de todo atisbo de inteligencia y brillo. Y gracia. Porque en persona no me hacen ni puta gracia. Vi “Orgazmo” confiando encontrarme alguna teta, lo confieso, o algún apunte de homenaje al género grumoso. Pero nada. Y con ésta gilipollez de “Baseketball” rizaron el rizo de la vergüenza ajena y lo penoso. La historia, por si alguien tiene curiosidad, va sobre dos perdedores, dos tontos muy tontos, que en su rato libre inventan un deporte subnormal que mezcla baloncesto y béisbol. Con la tontería, empiezan a hacerse ricos y famosos y se crea una liga a nivel nacional. El eterno gag de llevar al éxito lo más absurdamente cotidiano (que se repetirá, cómo no, en este top). Cuando ya son estrellas del deporte es cuando viene la repetitiva pantomima épica: los pasos dados hasta la final, la chica que interfiere entre los protagonistas, el miedo al fracaso, bla bla bla... Todo ello intentando hacer reír, pero quedándose en lastimoso.


3. “Dodgeball (Cuestión de pelotas)”, de Rawson Marshall Thurber (2004). Balón prisionero risión.

Si en la barrabasada anterior teníamos una parida que aunaba los esfuerzos de los padres de South Park con las labores de dirección de todo un David Zucker (sí, uno de los ZAZ, maestros de la comedia surrealista americana, a quienes antaño nadie tosía), en esta nueva giligaitez del humor norteamericano tenemos otro ejemplo de moderna comedia yanqui infumable y vergonzosa. Tristemente apadrinada por uno de sus actuales adalides, el caricato Ben Stiller, esta película es la mejor muestra de que sus tic, a fuerza de repetirlos como el chorizo, lejos de consagrarle y convertirse en marcas de la casa, acabarán consiguiendo que todos le odiemos a muerte. Por plasta. Si con “Un loco a domicilio” (1996) sorprendió a todos dirigiendo a Jim Carrey en su más negra e incomprendida pieza de culto hasta la fecha (que sí, que a mí me parece muy buena) antes de hacerse famoso por sus propias payasadas en el SNL y delante de la gran pantalla, y se consagró como absoluto Juan Palomo en ese clásico contemporáneo que es “Zoolander” (2001; peor para el que no entienda el espíritu de Zoolander y no se parta el culo de risa), a base de intentar repetir la misma película con parodias de la música disco con gancho remakero (“Starsky & Hutch”, que bien podrían haber titulado “Zoolander 2”), o con parodias de deporte-cutre-tomado-en-serio-y-surrealísticamente-llevado-al-éxito (caso de la que nos ocupa). Un zurullo.


2. “Quiero ser como Beckham”, de Gurinder Cada (2002). Fútbol ñoño.

¿Se os ocurre un título más estúpido? A mí sí: "Quiero ser como Beckham, oyess, te lo juro" ¿Y algún argumento más ñoño, pueril, buenrollista y pensado para que a las niñas repollo se les haga el chirri pesicola y vayan corriendo al cine a vibrador en mano? No: ¡¡Beckham, la estrella del Realma!! Seguro que también pican muchos chavales de esos que le imitan en el recreo. La prota es una niña paki, socialmente marginada en todas partes, pero que gracias a su afán de superación y a los colacaos que se toma por las mañanas pensando en su saeta rubia favorita, llegará a ser estrella femenina del fútbol. Yo entiendo que este tipo de películas no están hechas para gustar a un tiarrón como yo, pero es que me parece una mierda su misma existencia. Este tipo de sub-productos para adolescentes hiperventilados ayudan a que el mundo sea un lugar peor.


1. “Días de fútbol”, de David Serrano (2003). Balompié no hay quien viva.

El cine español actual es malo con avaricia. Eso lo sabemos todos, y es fácil y gratis decirlo, animaros. A no ser que cobres por defenderlo, no tienes por qué darle más vueltas: las películas que se estrenan son basuras.

Supongo que hay excepciones, pero yo no las conozco. Tengo por principio no ir al cine a ver una película española, a no ser que vaya con alguna dama que me lo haya propuesto (en tal caso, como si es para ver “Pasión de Gavilanes: The movie”), y cuando me armo de paciencia y me pongo a ver alguna de estas... cosas... en casa, siempre me arrepiento, sin excepción. Bueno, el otro día vi “Tapas” y no está mal... Y Álex de la Iglesia es un puto genio. Pero el Cine Españó, el arte contemporáneo que hacen los cuatro colegas de siempre, con sus triángulos amorosos, sus chistes de barra de bar, su costumbrismo bakala-y-olé y toda esa serie de tics repetidos hasta la náusea, me parece tan mediocre y tan carente de talento que me da mucha pena. Tampoco me gustan las series de producciónpropia, pero tengo que reconocer que cualquier episodio de Aquí no hay quien viva le da mil vueltas a cualquier peliculita de Andrés Vicente Aranda Mediapró. No me cabe en la cabeza que la gente se desviva por pagar para ver en un incómodo macrocine lleno de tarugos comiendo palomitas “Los 2 lados de la cama”, cuando se está mejor en casa viendo una reposición de Médico de familia.

Sobre todo, me da mucha rabia porque los actores, en general, me caen bien. No les tengo ninguna manía ni creo que hay que cebarse con ellos por su pancartismo, ni mucho menos. Todo eso me parece de puta madre. La merienda de negros de los Goya se la perdono, me parece muy digna y, tal y como están las cosas, necesaria. Cuando cualquiera de los que salen en esta película, sin ir más lejos, es entrevistado en la tele, se queja de lo mismo y hasta se avergüenza de rodarlas, cuando no dice directamente que no era él el que salía, sino un primo suyo que se le parece. El problema está en las historias que cuentan, en el ritmo que tienen y en lo abotargado de las imágenes, los planteamientos. Y sobre todo, en ÉSE sentido del humor de instituto. También, en la total ausencia de géneros. En la incapacidad que tiene la industria de apostar por un producto digno, original, diferente, por el temor a la audiencia, y la preferencia por despachar como churros chistes de lepe de hora y media, confiando en el tirón de la cara bonita (es un decir) de los Segura, Resines, San Juan, Tejero, Cámara, Bardem y, por supuesto, de las que se despelotan irremediablemente, que suelen estar bastante buenas, y prefieren hacerlo en una superproducción urbana, aunque no sea lo que soñaban en la escuela de interpretación, antes que en el Interviú.

Estoy pensando en películas como ésta de “Días de fútbol”. O las de la cama, la del Calentito, cualquiera de los imitadores oficiales de Almodóvar, las de la ETA, las de la guerra, las “óperas primas de genios en ciernes” con un guión de un solo folio. Ésta es un ejemplo más de la penosa situación del séptimo arte. Ah, sí, pero sale el fútbol, porque “los domingos por la tarde es la mayor de nuestras afisione”, a ver si así sube la taquilla. Y salen 15 actores de Antena 3 y 6 de Telecinco. No recuerdo el argumento. Me suena que había un equipo de barrio que jugaba con la camiseta de Brasil. Y que había una boda o algo... La vi ayer o anteayer, pero no recuerdo bien... Creo que cantaban, y que salían las tetas de la tía de los Serrano y se le veía otra teta a la hija gangosa de Marisol. Creo. Y que tienen un cameo los de Cruz y Raya, Manolo el del Bombo y Yola Berrocal.

...

Tenía una lista más larga, pero esta última me ha quitado las ganas.

Tengo otra con películas deportivas de risa que sí me gustan, pero citaré sólo una (para dejar mejor sabor de boca), que es la madre del infragénero de los deportes alternativos, la única que vale la pena: “Vaya par de idiotas”, con el mundo de las boleras de trasfondo para fabricar un nuevo, perfecto y descacharrante retrato de perdedores contemporáneos. Como perdedores venimos a ser nosotros, los jóvenes espectadores del 2000.

 

Iconos Pegamin (1): Annabella de merienda

Annabella Lu Win y sus deliciosos michelines adolescentes sorprendida mientras merendaba en el campo con sus compañeros de la banda tribal-punk Bow Wow Wow.

Los Bow Wow Wow eran los ex Ants de Adam, al que abandonaron porque lo veían más claro con una chica india. Adam casi se muere del disgusto pero su fiel Marco Pirroni le ayudó a hacerse famoso. y vengarse de malcom mcLaren, que era el cerebro oculto de la maniobra. No obstante, el primer disco de BWW también molaba.

Entre los modernos de la época encantó el detalle de que la foto estuviera inspirada en un cuadro de Manet. De hecho, la imagen contemporánea de las Pegamoides Alaska y Curra, un poco como de 'maja goyescas', posiblemente se deba a un intento de homenajear esta iniciativa.

 

Amigos invisibles Pegamín (1): Laurie Cunningham

Extremo zurdo. A finales de los setenta fue el primer jugador fichado por el Madrid en costar más de 100 kilos. Continuó la tradición madridista iniciada con Didi de humillar a astros de color.

Selló su trágico destino cuando, en el primer entrenamiento en la ciudad deportiva, le hizo un caño a Camacho, entonces defensa titular. Una maldición huertana le persiguió desde entonces hasta su temprana muerte, acaecida en 1989 cuando jugaba en el Rayo.

El Camp Nou le ovacionó tras un increíble partido en el que, todo hay que decirlo, le marcaba el Toro Zuviría. Por contra, en el Ramón de Carranza quedó inmortalizado con el insulto 'inferior'.

Tuve el honor de tomarme una pinta en el 'Laurie Cunningham Bar', la tasca oficial de su primer equipo, el Leyton Orient. Su hijo juega actualmente en las inferiores (no es broma) del Atleti.

(Endergrado de culto protogay Pegamín: en trámite)

 

con cariño para D julito

Aqui va mi foto con dedicatoria especial para D julito

 

Musas Pegamín (1)

Musa del 29 de enero 2006: Chris Evert.

Nominada por Darío.

domingo, 29 de enero de 2006

 

Faster Pussycat (Don´t change that song) feat. Russ Meyer

Lo prometido es deuda. Con ustedes uno de los mejores clips de la Historia del rock. Realizado por Russ Meyer:


jueves, 26 de enero de 2006

 

Mis películas deportivas favoritas (3 y fin)

5. Campo de sueños, de Phil Alden Robinson (1989)
Esta, como apuntaba Szalai, es bastante curiosa, porque es una cosa como de realismo mágico, un poco entre Cortazar y Salinger. De hecho, el personaje del escritor que ayuda a Kevin Costner tiene un tufo a JDS terrible. “Si lo construyes, el vendrá”, seguro que quien la haya visto se acuerda. Y Costner se carga un sembrado entero para hacer un campo de béisbol, nada menos que para los fantasmas de los ‘nueve malditos’ –hay otra película sobre ellos bastante molona, “Nine men out”-, jugadores de los años 30 expulsados de la liga por un supuesto amaño de partidos. Entre ellos estaba uno de los que se supone que ha sido uno de los grandes, ‘Shoeless’ Joe Jackson –que aquí es Ray Liotta- que vio cercenada su carrera en el mejor momento y acabó jugando en ligas semiprofesionales por amor al juego. Bonita.

4. Los Búfalos de Durham, de Ron Shelton (1988)

Aunque se ha quedado un poco anticuada en muchas cosas –su sentido del humor tan intelectualmente ochentero, sus referencias, como cuando él echa el discursito y para quedar bien dice que lee... a Patrick Suskind- y las ojeras ya prominentes de la sarandon me repelen, hay que reconocer que sigue teniendo su punto. Es la típica película guay de los 80, pero el personaje de Crash Davies, un profesional de las ligas menores con el encargo de hacer de Pygmalion de un novato tan talentoso como burro –el pesado de Tim Robbins- es uno de los grandes del género. La tensión heroica queda hoy un poco floja, pero la épica del jugados segundón mantiene todo su encanto; despachado de Durham, Costner sigue jugando para batir un record en el que en realidad nadie va a reparar, por simple orgullo, y luego vuelve a por la chica, digo la señora. Tiene chistes muy buenos. Por cierto, Shelton había jugado realmente en las ligas menores.

3. Evasión o victoria, de John Huston (1981)
La mejor película de soccer jamás hecha, incluso la que tiene mejores escenas decampo, algo increíble porque a no ser que Huston hubiera sido socio del Cosmos, no creo que hubiera visto muchos partidos antes de que se la encargaran, ya en su senectud. El equipo nazi es un farde con su uniforme negro y en el aliado están Ardiles, Denya, Van Himst, etc y lógicamente Pelé dando la puta brasa. Michael Caine hace de medio centro en plan Fernando Hierro en sus últimos días y Stallone no es un portero menos creíble que Casillas y su flor en el culo. Por cierto, momento inolvidable la treta para meter a Sly en el equipo; al portero titular le fracturan un brazo apoyándolo entre dos lamas de un somier y pisando... ¡crac! Antológica segunda parte, aunque me hace pensar en aquel partido en el que Milinko Pantic metió 4 y nos remontó el Barça, y que posiblemente fuera el punto de inflexión del gran gafe atlético de los últimos años, aunque Gil y Cerezo quedan mucho menos elegantes que Max Von Sydow. Por cierto, aún se venden las réplicas de las camisetas de los dos equipos, así como las figuritas para el subbuteo. Pdta. Si alguien sabe donde venden una “Fuga de Coldizt” que me avise.

2. Rocky. De John G. Avildsen (1976)
Esta película cambió el cine deportivo para siempre y de pasó mandó a la mierda el boxeo, porque coincidió con el fin de la era Ali y claro, era mucho más divertido ver los Rockys que las aburridísimas peleas de los sucesivos campeones de los pesados, incluidas la de Tyson cuando arrancaba orejas. El tonillo de cine de perdedores de los setenta, el rollo romántico con la hermana de Coppola, los pantalones de boxeador que acabamos por tener todos... En fin, inolvidable. La pelea es tremenda, con el derribo en el segundo asalto de Apollo Creed –sería el suyo el primer peinado afro estropeado por la sudorina que veríamos en el cine- y aquello de ‘yyyyy llega el duodécimo asalto, con Rocky Balboa en pie”. Vamos, que se llevó un Oscar y por un tiempo Stallone, aunque no os lo creais, era como uno de los genios de Hollywood; recordad si no “la cocina del infierno”, que aquí salió hasta en libro, o “Fist”, su versión apócrifa de la vida de Jimmy Hoffa. El segundo Rocky es más oscuro, reincide un poco en la figura del eterno derrotado / eterno luchador y mola, pero al pelea es mas floja, el tercero y cuarto es espectáculo puro y el quinto trata de volver a los orígenes. Se avista un sexto.

1. El mejor, de Barry Levinson (1984) / El castañazo, de George Roy Hill (1977) Levinson es un pesado del quince, pero esta le quedó cromada. Un poquito de thriller tipo Dalia negra, un poquito de Steinbeck, un regreso a los tiempos de Babe Ruth... Y Redford flirteando con una triada femenina de órdago; la araña negra Barbara Hershey, la vampiresa Kim Basinger y el hada buena Glenn Close, que sorprendentemente está encantadora levantándose en las gradas con un vestido blanco. La historia va de un chaval que va para campeón que por cosas de esas de la vida desaparece durante quince años y vuelve a aparecer, en edad de retirada, en un equipo en trance de desaparición... A partir de aquí os podéis imaginar, bates hechos con la madera de un árbol cuasimágico, devaneos de nuevo con el lado oscuro –la vampiresa, claro- y final de cuento de hadas, con hada. Pero todo sorprendentemente apto para hombre de pelo en pecho. Hombre, quizás tanta patina legendaria y tanto fuego de artificio la hagan un poco blanda, pero os digo yo que al final uno suelta la lágrima. "El castañazo" es en realidad la misma película, pero hecha con el espíritu post-hippy de finales de los setenta. Un veterano jugador de hockey -Paul Newman en su etapa de desmontando el mito- llega a un equipo de mierda, madurará de una puta vez y redescubrirá la pureza del juego... Aunque queda la imagen de que es una simple comedia ácida de la época -por los tres colgados gafudos que se convirtieron en icono jerk- tiene todo el puntazo melancólico-épico-loser que tanto me gusta.



 

Syd Barret: Hipótesis y Mariposas











Syd Barrett se quedó pillado y le tuvieron que echar de los Floyd. En escena aguantaba tocando el mismo acorde una vez tras otra. En los estudios de la EMI se ponía a romper el material. Sus compañeros de grupo temían su mirada alocada y apenas entendían lo que quería decir.
Un día, la furgoneta del grupo pasó de largo, enfrente de su casa. Se sentaba a las afueras del estudio, pero nadie le invitaba a entrar, aunque tampoco lo pedía.

Pero, ¿por qué?. Ustedes dirán. Hay algo que no cuadra cuando uno se pone a leer su historia. De genio del pop ( iba para estrella interplanetaria después del éxito de "The Piper at the Gates of Down") a esquizofrénico perdido en su sótano de Cambridge en solo dos pasos y dos discos de tarado mental, con destellos de genio y mala producción.

Porque, además, Syd, como todo lo que pudo haber sido y nunca fué o fué a medias, intriga. Y la cosa de que Syd, realmente nunca murió, sino que dejó una especie de envoltorio entre nosotros, en un sótano casi sin amueblar. De alguna manera está ahí, solo le falta un empujoncito. ¿Quién sabe si no estará ya mejor?.

Pero volvamos al asunto, que es el que nos ocupa. ¿Qué le pasó, realmente?. ¿Hay gato encerrado?. Podría ser. Y podría ser incluso que hubiera dos gatos encerrados, ambos tomando ácido en su plato de la leche.


Final I.Roger Waters.


"Todo lo que quería hacer cuando era un niño era tocar la guitarra y hacer el cabra. Pero se me puso en medio demasiada gente."

Entrevista a Roger Barrett, Rolling Stone. 1971.

Syd es un chaval algo inseguro, al fin y al cabo un artista de escuela. Es el interesado en explorar nuevas vías, con éxito ya demostrado. Vías de colores, de canciones que son casi imágenes, con humor y calidez naif. Pero en el jardín de Syd entra un hombre negro. Sobre la valla verde ha dejado colgado su disfraz de amigo y compañero. Es Roger Waters y sabe que las flores son bonitas, pero también que no resisten las pisadas.
Roger es, en realidad, el enfermo mental. Sufre de una inmensa autocompasión, debido a la pérdida de su padre, y se cree merecedor de toda la atención del público. Rechaza a todos los que le rodean, a cosas como la cultura popular e incluso a sí mismo y a su pasado. Se cree un artista y lo cree con pasión febril. Entra en depresiones cuando el público no le adora y lo achaca a que no es entendido. Vamos, el típico perfil del egomaniaco. Y ha encontrado alguien que hace sombra: Syd, que le roba la atención, Syd, al que el público entiende, Syd, el que tiene el olfato pop necesario para vender sus cosas, Syd, el de la fantasía y la fantasmagoria infantil, Syd, el de buen ver...




Y Roger quiere contar las cosas a su manera. Quiere que el grupo sea más artie, como luego lo fué, quiere todo más ego-centrado, menos fantasioso. Más serio. Más suyo. Y por eso protagoniza una campaña de agresión y derribo contra Syd, el que menos cosas en común tenía con el grupo de snobs de la Escuela de Arquitectura. Uno de esos mobbings cotidianos como los que todos vivimos entre amigos o familiares, hecho de calumnias, acusaciones, malos rollos y ambientes espesos. Syd es debil, porque Waters que no es tonto ya ha observado lo mal que encaja el rechazo, lo mal que lleva la hostilidad. Encima su abuso de las drogas no hace sino agravar su inestabilidad. Incluso Syd tiene rivalidad hostil en su propia casa, Duggie Fields, compañero de piso, un artista psicodélico y un envidioso del copón ("Syd era todo encanto, no importa lo que hiciera, siempre tenía tu atención", "Chicas increibles venían al piso, enloquecidas, se tiraban literalmente encima de Syd") que puteaba al aprensivo Syd con su discurso de soplapollas artistón, que si yo no me vendo a las masas, que hay que ver que chungo es ser una pop-star, que mira que cuadro más bonito he pintado sobre un culo de gato mirando a las estrellas... Más tarde, y acerca de la reclusión y la locura de Syd declararía "Yo no creo que esté loco. A pesar de su imagen era un tío corriente, no era tan original como nos hizo creer, tenía ideas bizarras acerca de una vida de clase-media y "establecerse". Nosotros no quisimos admitirlo por lo que veíamos en él, pero era así". Esto debe tomarse aquí, como la declaración de un envidioso a toro pasado. En el Final III tendrá otro sentido. Pero no nos adelantemos.

Pronto, todo se le pone de cara a Waters y no perdona. Porque Waters, como todos los que tienen su enfermedad, es cruel con su enemigo, aunque cobarde. Recordemos como fantaseaba en arrojar bombas sobre el público en su performancia de The Wall. Recordemos como, diez años después, acabaría con Wright solo porque pesaba. De la misma manera que lo hizo con Syd, pero ya con el toro asido por los cuernos. Recordemos, finalmente, esta entrevista a Roger Waters, después de la aparición en 1975 del libro de canciones de "Wish you were here" (¡!), que bien se lo podía uno tomar todo, después de leer esto, como una confesión en vez de un homenaje.

"Nick Seddgewick: Mucha gente me ha remarcado lo triste que es el álbum...

Roger Waters: Estoy contento por eso... creo que el mundo es un (fucking) sitio triste... ahora mismo me encuentro huyendo de todo eso. Estoy muy triste por Syd, durante años nunca lo he estado. Durante años supuse que era una amenaza por todas esas paridas que escribían acerca de él y nosotros. Por supuesto él era importante y sin él la banda nunca hubiera (fucking) empezado ya que escribía todo el material. Nunca hubiera podido ser sin él, pero tampoco hubiera podido seguir con él. Podrá ser o no importante en términos de la Antología del Rock´n Roll, pero no es tan importante en términos de Pink Floyd como la gente cree. Por lo que pensaba que yo estaba amenazado por él. Pero cuando vino en persona a las sesiones de "Wish you were here"- irónico de por sí- para que vieramos a ese hombre gordo, calvo y loco... El primer día que vino me saltaron las (fucking) lágrimas. "


Entra en escena David Gilmour, la especie de pelele que Waters necesita. Sabe lo que el público quiere y es un gran guitarrista de blues, pero carece del talento necesario para roer las cuerdas de la marioneta que Waters le vá a tejer.

Perfecto.


Aún así Wright comentará que, una vez con Syd fuera del grupo, Peter Jenner (su mánager) le come la cabeza diciéndole que él y Syd son las almas creativas de Pink Floyd, que podrían juntarse y ser grandes. Wright, que quizas se olía el pastel y ya tenía intuiciones del panorama que se avecinaba bajo la ferrea mano de Waters, no duda en decir que sí. Pero pronto se desengaña, Syd no está para muchos trotes.

Pero aún no ha acabado el maléfico plan del caraculo de Waters. Al parecer, Syd vuelve a juntar las piezas y se dispone a grabar un disco. A Waters le tiembla la mano de rabia, el niño bonito sigue queriendo ser el rey de la fiesta. Su desaparición solo ha servido para aumentar la expectación. Bajo la batuta de Gilmour, el cual no es sino el pelele de Waters, Syd graba sus dos discos. Gilmour es amigo de la infancia de Syd, y de alguna manera se siente culpable (o Waters habilmente le ha hecho sentirse culpable) por desplazar a Syd, por lo que intenta enmendarse ayudándolo. Pero Waters controla el proceso y utiliza a Gilmour para hundirlo aún más con su planificado ataque personal. Él mismo se acerca a meter un par de bajos (¿qué poco, no? para el crazy diamond...) y a rematar la faena. Incluso esto podría explicar que se retenga "Opel", por la pura razón de que a Waters (utilizando a su golem Gilmour) no le apetecía que se viera a otro Syd que el que él quería que se viese. Al cadaver mental que habita en el cuerpo de Roger Barrett. Quizas también podría explicar por qué Gilmour se sienta tan culpable hasta el día de hoy (felicita amargamente a Roger (Barrett) su 60 cumpleaños en su blog, intentando enmendar su figura con los tópicos "el brillante genio de la época psicodélica, que pena que se quedara tan chingado, etc...), más allá de la culpa "profesional" por sustituir su hueco, aún más allá de la culpa "artística" por no dar la talla... Gilmour se siente culpable porque colaboró en la destrucción del astro sin saberlo y cuando se enteró de quién era el loco de verdad, ya habían pasado diez años y Syd Barrett está muerto y enterrado.




Pero bueno, estas sesiones de tortura, casi póstumas (como las mutilaciones palestinas a los cadáveres judíos para evitar que entren enteros en el Cielo), acaban finalmente con Syd, que descompuesto ya por fin, se retira a su celda a pegarse cabezazos y a matar a Syd, a olvidarse de la infelicidad. A intentar ser Roger Barrett, uno más.

Hasta el día de hoy, oir el nombre de Pink Floyd solo le trae malos y desagradables recuerdos que le sumen en una depresión que le dura semanas, ¿por qué?. No quiere hablar con la prensa y en las pocas entrevistas que le roban, abriendo la puerta en calzoncillos o comentando su ropa sucia, niega su pasado.




Final II. Flatmates, 101 Cromwell Road.



Aubrey "Po" Powells y "Scottie" los misioneros visionarios del ácido, Duggie Fields el artista psicodélico rival, Lindsay la novia ideal y luego Iggy, la esquimal de la portada de "Madcap Laughs", como una especie de mini-Yoko Ono, Jonty Meades el straight-cat, las visitas de Pete Townshend, Mick Jagger y Marianne Faithful...

Ácido.

Y los traumas de la infancia. La pérdida de su padre y una madre sobreprotectora que lo presiona para que sea algún tipo de estrella. "Todo el mundo dice que fué feliz de niño, no sé por qué, pero yo no lo fuí". Dice Syd Barrett. Es curioso, oyendo sus canciones. Esta es más o menos la versión oficial, la que le interesa a los Floyd y a la que se le echa leña periodística. Es lo que pasó, se juntaron el hambre y las ganas de comer y patapún, Syd explota. Como muchos de sus contemporaneos, cae víctima de la droga, Joplin, Hendrix, Wilson, Green... la bruma púrpura se levanta y solo se ve un montón de cadáveres. Todo cuadra.

En la grabación de "See Emily Play" Syd empieza a dar las primeras muestras de cuelgue serio. No responde a las conversaciones y su mirada, entre burlona y ausente, espanta a su grupo.
La desastrosa gira americana pone sobre a viso a todo el mundo, desde el grupo a Peter Jenner, manager ( luego abandonaría el barco a la vez que Syd), el cual más tarde diría que el ácido era a la vez fuente y sumidero para Syd: " Estoy seguro que su creatividad salía de su locura. El ácido trajo la creatividad, pero lo que és más importante, trajo la locura."

Syd se olvida su guitarra, se olvida su ropa y su dinero en ella por todos los rincones de los USA donde tocan. No sabe si está en Las Vegas o si está en Hollywood. Desafina su guitarra y permace en el escenario tocando una y otra vez el mismo acorde amorfo. Aún así, hay quien cree que Syd no es una víctima de la droga: "a pesar de que hay muchos afectados en estos tiempos, Syd no es uno de ellos. Simplemente, él es de Marte".

Scotty es un predicador del ácido, un colocado de campeonato. Por lo que se dice de él, es como uno de esos curas del oeste que esconden una botella dentro de la Biblia recortada, solo que él escondía una botella de LSD puro. Syd es el loco de la fiesta, el despreocupado y el alma libre (como veis, una vez más aparece de víctima) y es el objetivo natural de las aves de rapiña y graciosos de todo tipo. Le colocan a todas horas, en el té, en el agua, como sea. Cuando se desfasa demasiado le encierran en el armario. Incluso suministran ácido a los gatos de Syd, "Pink" y "Floyd". "El pobre chico no sabía si estaba colocado o no, no tenía la oportunidad de saber cuando se estaba restableciendo la realidad". Todos los que visitan el piso lo saben y evitan tomar nada allí, recelan de todo, menos del agua del grifo, y sólo si se la sirven ellos mismos. Como Jimi Hendrix y todos los que le pegan al ácido bien pegado, pasan de los secantes y se dan al ácido líquido, lo cual es bastante decir. Preparan terrones de azucar cargados con ácido, pero como lo tocan al untarlos, el ácido penetra por absorción cutánea y se colocan en el proceso, olvidándo cuales son los cargados y cuales no. Añaden al asunto unos cuantos Mandrax (mandies), unas pastillas de derivados barbitúricos que estaban de moda y que eran el Trankimazin de la época alucinógena, destinadas a calmar el sistema nervioso después de un viaje. Aunque las grandes dosis impiden pensar normalmente, ver normalmente y percibir normalmente el tiempo y el espacio.

Es famoso el incidente del Mandrax y el Brylcreem (un producto para el estilismo capilar masculino, ligado a la historia del pelo y el rock´n roll). Syd está en camerinos ansioso porque su pelo no le queda bien. Al parecer esta vez la permanente que le acaban de hacer en Vidal Sassoon es una cagada. Cansado de intentar arreglárselo, opta por una salida curiosa. Mezcla un porrón de mandies con Brylcreem y se lo unta en su cabellera. Sale a escena y con el calor de los focos, poco a poco la mezcla se vá derritiendo y resbalando por sus ojos, su cara... las niñas de la primera fila se horrorizan. ¡Syd parece una figura de cera derritiéndose!.

La rotura de Syd empieza a ser cada vez más notoria. Las cosas se van complicándo y empiezan a circular rumores cada día un poco más extraños. El más horrendo y el que más corrió es el siguiente: Lindsay, la novia perfecta de Syd aparece en las escaleras de la casa de Jenner seriamente maltratada."Estaba empezando a ponerse algo loco(por navidades)(...)la esquizofrenia se había instalado" decía Lindsay Korner antes del incidente. El alcance de las lesiones que presenta es confuso, debido a la variedad de declaraciones. Al final, parece que o bien el incidente no fué para tanto, o los testigos decidieron silenciarlo debido a la gravedad, para no manchar la imagen de Barret. Se dice que le rompió una guitarra en la cabeza, se dice que la tuvo encerrada durante dos semanas en una habitación, pasándole la comida por debajo de la puerta, solo entrando para pegarla.. No se sabe si esto pasó de verdad, pero algo si pasó, pues Lindsay ya no volverá.

Syd Barrett ya es un muñeco roto certificado. Esquizofrénico o no, pillado o no, Syd ya no se sentía en si mismo, cosa que desde la letra de "Jugband Blues" hasta hoy en día deja claro, como se puede ver en sus incoherentes y descompuestas declaraciones. Sin embargo, nunca hablará explicitamente de traumas de la infancia, ni tampoco mencionará las famosas "voces". Si se referirá a una extraña descomposición de su psique, habla de "poner las cosas en su sitio".

Gilmour presiona para que un psiquiatra examine a Syd, pero no hay mucho entusiasmo en la estrella que esta muriendo. Finalmente deciden consultar a un psiquiatra algo abierto de miras, prescindiendo de médicos ortodoxos que (sin duda) sepultarían a Syd en una institución mental para siempre. Se ponen en contacto con R.D. Laing seguidor de la hipótesis de que la locura solo está en el ojo del espectador. Escucha una cinta de Syd conversando. Su veredicto: "incurable".

La banda le ha dejado en la estacada, por lo imposible que es sacar algo de él. Sin embargo, intentan, especialmente David Gilmour, que Syd siga ocupado. Se puede decir que literalmente le agarran a la silla y le pegan la mano a los trastes para que siga componiendo. Pero Syd está muy mal. Se recluye en su foso y solo camina y camina por las calles de Londres. Tiene incidentes con la policía (antes ya los tuvo por viajar de ácido en un tejado) por dormir al aire libre.. Pasa semanalmente por la oficina a cobrar los derechos de las canciones, renta de la que vivirá hasta el futuro. Siguen los rumores, una vez que Syd está ya en la periferia de la razón. El ha mencionado algo en su mumble-mumble acerca de "trabajar realmente". Se comenta que ha estado trabajado en una fábrica durante una semana y luego lo ha dejado. Se dice que se ha enrolado en la Escuela de Arquitectura y luego lo ha dejado. En realidad, Syd parece ser que se dedica a pintar. Pinta sus cuadros y luegos los quema. "Yo no pinto, pero el chico que vive en la puerta de al lado lo hace y eso es suficiente". Será su pasatiempo favorito en estos 35 años de ermitaño, junto con pintar las puertas de su casa de diferentes colores. David Bowie y otros adinerados fans de Barrett logran hacerse con ejemplares salvados de la quema.

Pero Syd no se abandona totalmente. Desde que deja la banda hasta el 71 saca sus dos discos en solitario (pegándole aún bastante al mandrax, todo hay que decirlo). Aunque se puede decir que los discos se graban más por la fé y por la voluntad de David Gilmour que por el deseo de Barrett. En las tomas David se colocaba en la puerta, con dos pedazos de alfombra enrollados en cada pie para no hacer ruido en las grabaciones, y cada vez que Syd se descolocaba o se movía de la silla, entraba a ponerlo de nuevo en su sitio indicándole que debía hacerlo. Pero al final todo sale bien, procesable de alguna manera. Y en la conocida entrevista de ese año al Melody Maker anuncia aún más trabajos y buenas canciones. Menciona que le gustaría poder producirse a si mismo (pongamos esto en parámetros del Final I: Roger Waters. Quiere librarse de la larga mano de Waters. Ahora volvamos a lo nuestro, Final II: Flatmates, 101 Cromwell Road) , y lo dice casi como condición sine qua non. Está "poniendo las cosas en su sitio". El pelo le está creciendo de nuevo (se lo rapó al cero: "Adios a ser una estrella del pop") y, aunque reconoce que es imposible para él volver a hacer giras y volver a ser lo que fué para su público, parece que vá a seguir trabajando, desde un enfoque un poco más relajado. No quiere hablar del ácido, incluso niega que lo tomara.

Un año después se embarca en un nuevo proyecto con su nueva banda de directo: Stars, formada por el bajista James Monk y un tal Twink, batería. Ambos sospechosos en grado sumo de oportunismo. Con ellos dará su último concierto, el 24 de Febrero de 1972 en Cambridge. Rob Chapman, de Mojo, estuvo allí:

"La mayoría de la peña se había achantado cuando los Stars aparecieron por allí. No debía haber ni 30 personas en ese sitio. Debía de ser la una de la mañana y las luces estaban encendidas cuando ellos entraron. A Syd se le veía brillante, con pantalones de terciopelo púrpura, botas de piel de serpiente, pelo indomable, ojos espantados... Tocaron seis o siete canciones, Lucifer Sam del "Piper..", algunas de los álbumes en solitario, Octopuss y Gigolo Aunt y la inevitable, informe, improvisación de blues, después de la cual Syd dijo "No me acuerdo del título de esta". Había atisbos de brillantez, pero de nuevo todo volvía a degenerar en el caos. Se cortó los dedos con la guitarra en cierto momento y una chica se subió al escenario a bailar con ese espíritu de los 70 tipo "vamos a unirnos todos". Syd la miró de reojo y se marchó. Los demás empaquetaron sus instrumentos y también se fueron."

La semana siguiente no aparece en una cita apalabrada en la Universidad de Essex. No lo volverá a hacer. La carrera de Syd Barrett ha acabado para siempre.


Final III. One Hit Wonder.

"Todos los movimientos se llevan a cabo en seis etapas
y la séptima trae retorno."

Chapter 24. The Piper at the Gates of Down.


Este es el Final que más me gusta. Por un solo motivo: es el único que no presenta a Syd como víctima. Bueno, la verdad es que si en verdad hubiera acabado completamente loco por las drogas, tampoco lo consideraría una víctima. Pero nuestro super-ego sí. La verdad es que estoy cansado del victimismo. ¿Vosotros no?. Todos somos víctimas, basta escuchar la canción de Haendel con la que empieza "Barry Lyndon" (que, aparte, es la película que yo pondría a un ser ultraterrestre para explicarle qué es la vida), víctimas de nosotros mismos y de fuerzas y poderes demasiado grandes. A ambos no se les puede culpar. ¿Por qué buscar entonces otros verdugos-hormiga?.

Syd Barrett iba para pintor. Quizas como cualquiera que haya hecho algo relacionado con el arte, se deleite pensándo en que podría dedicarse a ello a tiempo completo, algun día. De repente se vé en los Pink Floyd, con una guitarra, dando las sesiones UFO...
Conecta con el público y con la coyuntura. Quizas esté dando los pasos correctos. Quizas ya sea una estrella. Syd no oculta sus deseos de ganar dinero a tutiplen, de poseer una casa y un coche lujoso. "John Lennon vive en una casa en las afueras y yo tengo que vivir en un piso compartido".

Pero eso no es lo único que le atrae de la fama a Syd, experto en replantearse todos los convencionalismos, y en reformularlos según su propia lógica, ayudado por su olfato. ¿Y qué es la fama sino una convención social?. Syd empieza a buscar. Y busca en los libros.Syd resulta ser un gran lector de literatura metafísica. La religión será una de sus principales preocupaciones durante su etapa de estudiante en Cambridge. Incluso intenta entrar en una logia secreta de iniciados formada por alumnos y profesores de Cambridge, donde le rechazan por ser "demasiado joven", para su gran desilusión. Resulta que cae en sus manos el "I Ching", el Libro de los Cambios, un volumen que se estaba poniendo de moda entre los hipsters londinenses. Una especie de fontana infinita de sabiduría y proverbios, en donde se fundamentan los taoistas y los seguidores de Confucio. Asimismo, como curiosidad, resulta que el libro también sirve de horóscopo poético, interpretando las evoluciones del lanzamiento aleatorio de piedras o monedas. Su uso se difunde tanto que es de conocimiento público que todas las decisiones de calado que se han de tomar en el sello "Apple" de los Beatles se deciden según los designios del mentado horóscopo. El caso es que Syd se ilumina leyendo el capítulo 24, de donde extrae su conclusión acerca de lo que es la fama, aparte de la canción homónima para el TPATGOD, el álbum que será su éxito definitivo. Si eso no es olerse el percal, que venga Confucio y lo vea.

A partir de aquí, Syd experimenta la fama ya no como concepto, sino como realidad. Yo no quiero pensar en él como un drogado errabundo, sino como un tío más despierto de lo normal. Se queda con todo. Se lo pasa todo lo bien que puede en su nuevo piso lleno de personajotes y ácido. Pero ya tiene claro que el camino que ha empezado (y donde está momentaneamente parado disfrutando de las vistas) ya lo ha recorrido en su cabeza y que al final no hay nada, y que el que vá a llegar ni siquiera vá a ser el que empezó. No siente aprecio por el compromiso entre un artista y el público, o ya en más gordo, entre el artista y la Humanidad. Vease su burla-parodia ácida de Dylan, "Bob Dylan´s blues". Se ha visto obligado a condensar sus ideas en sencillos de tres minutos para estar en la onda, pero una vez allí ya no le sale de nuevo, o no siente la necesidad de hacerlo. La gente ya ha pagado por un Syd Barrett que no era el de la foto, basta de engaños. Syd ni siquiera se quiere engañar a si mismo, ya no quiere más Pink Floyd, porque eso solo significa más presión del público, más presión de la banda, más presión por todos lados. Y dicen que un diamante también se puede convertir en carbón.




En el escenario no rinde porque no siente la urgencia de protagonizar un sueño que ya no es suyo. En el nuevo disco se limita a dar una explicación, "Jugband Blues" (que si se vé desde la óptica del Syd desencantado, renegado de su propia condición de pop-star y de sus sueños, tiene su punto) , y un estado de ánimo, destructivo y asolador, que logra convencer a todo el grupo para que pueda soltar amarras en paz.

Es curioso que en aquel momento la hipótesis más comentada fué la de que Syd estaba subido a la parra, que la fama le había pegado fuerte y que estaba muy creido y que se pasaba de extravagancias. Digo que es curioso porque al final lo que ha quedado es lo de la locura y las drogas. Que, curiosamente, es lo que más se ha repetido. Y ya se sabe como se convierten las mentiras en verdades...

Se le subió la fama a la cabeza, pero no de la manera que todos pensamos. El le dió vueltas y vió que no merecía la pena. ¿Quién podría desperdiciar una oportunidad así?. Alguien que tuviera algo mejor, alguien que apreciara su singularidad y quisiera protegerla a toda costa. Todo el mundo que le conoció entonces coincide que aquel Syd no era un tío cualquiera. Aún así ninguno habló de protegerlo. Él mismo se tomó la molestia

Se rapa el pelo al cero, para podar a esa pop-star que un día estuvo en sus zapatos. Sigue con su vida, la vida que Roger Barrett decide, no la de un negociante de ideas y canciones. Además los cálculos le salen bien. Hay libras frescas todas las semanas. El ácido sigue interesándole más de la cuenta, y corresponde a sus llamadas. Es una época salvaje para el Barrett libre. El retorno.

Llega el día que decide sentar cabeza, dejar el ácido. Se pasa a la ingesta masiva de mandies. Graba los discos con Gilmour como un pasatiempo, mientras aterriza en el mundo de los vivos. Los Pink Floyd están bien sin él, Waters estaba esperando su turno para decir sus cosas.
A David le ha puesto una condición: nada de "Arnold Layne", nada de "See Emily Play". Si lo hace vá a ser Syd, el explorador. El loco. Aunque no mucho más loco de lo que me pongo yo cuando veo el culo tierno de la portada de "Madcap Laughs". No te jode. ¡Y tanto que se laughea!.

Deja completamente las drogas y descubre la quietud y los placeres de la vida en los suburbios. Ahora es por fin un artista a tiempo completo, gracias a los royalties. Forma los Stars, por el gusanillo del directo, quizas pueda mantener la cosa real tocando por universidades y circuitos más elitistas, aunque... ¿como puede engañarse aún a esas alturas?, está muy quemado.

Ya está más convencido que nunca de que nada de la obra de un hombre tiene sentido. El ácido le ha ayudado a ver muchas cosas, y lo primero que vió es como funciona la naturaleza. Todo se muere. Quizas "Chapter 24" no fuera lo único oriental que probó. Su estilo de vida parece la adaptación del iluminado a un barrio residencial de Cambridge.

"Tengo una nevera muy grande y he estado comiendo un montón de choped de cerdo ultimamente", dice a los que le preguntan en la sesión de "Wish you were here" por su peso. Además se está quedando calvo. Ellos lloran, porque no entienden que nada es para siempre. Llorarán incluso hoy en día. Todos ellos han tenido que darse la mano, como si de verdad aún fuesen los de antes, los que empezaron el camino.

Syd es rematadamente feliz.








miércoles, 25 de enero de 2006

 

Mis películas de deporte favoritas (2)

10. Equipo a la fuerza, de un tal Howard Deutch (2000) Futbol americano
Curiosa idea para una peli; una huelga de jugadores en la liga profesional hace que los propietarios de los equipos decidan jugar unos cuantos partidos con jugadores mercenarios... Uno, claro, es el mismisimo Keanu Reeves ('Pasitos' Falco) dispuesto a saldar una deuda con el pasado, y de paso ligarse a una jefa de animadoras muy guapa y sorprendentemente lisa. Por cierto; me encantan esas chicas que les ponen como interés romántico a los galanes de Hollywood que van madurando, debe ser un gustazo esos catálogos de thirtysomethings guapas pero ligeramente estropeadillas, para dar verosimilitud. En fin, entretenida, se salva por el casting de personajes y de actores, que está muy currado.


9. Un domingo cualquiera, de Oliver Stone (Rugby) (2000)
Esta mola. Oliver Stone se decide a hacer su pelicula de deporte y se lo monta como en las de guerra; camara al hombro, tufo de gran reportaje, ultravuiolencia, mal rollo, etc. En teoría se supone que saca la mierda que se esconde detras de los titulares, aunque el entrenador le sale de un eufórico-depresivo un poco pasado. Claro, que supongo que debía convencer a Al pacino y este, desde que hizo El Padrino 3, o le dan un personaje con más fobias que Hamlet o no firma. Realmente mola, pero el unico problema que tiene es que se hace un poco larga y aburrida, quizas porque Oliver Stone no es una persona con mucho sentido del humor. Peor habría sido que la hubiera hecho Tarantino, claro.


8. Grand Prix, de John Frankenheimer (1966)
Aunque se han hecho montones de películas sobre carreras de coches después, ninguna es mejor que esta. Sólo la de Le mans de Steve McQueen se acerca. Está grabada en los circuitos europeos, que mola ver esos cochecitos tan pequeños en los peraltes de Monza, y ademas con escuderías reales; en aquella epoca se ve que no estaba de moda lo de los derechos y salen los Ferrari, los Honda, etc. Hay que reconocer que James Garner está un poco raro de piloto, aunque se compensa mucho más con Yves Montand en plan campeón de F-1 existencialista. Tiene todo el rollo sesentero de doble ventana de imagen, etc (creo recordar). Después de esta quizás le de Tom Cruise de "Days of Thunder" sea la mejor, el problema es que los americanos se empeñan en hacer películas de Indianapolis y a mi los circuitos en óvalo me aburren.

7. La soledad del corredor de fondo, de Tony Richardson (1962)
Otra antigua, e inglesa, para que no se diga. El libro molaba mucho pero en aquella epoca Tony Richardson estaba sembrado y encima tenía a Tom Courtenay, que es una ctor Morrisseyano por excelencia, vamos, que a Morrissey le habría molado hacerse uno así gratis, pero ni de coña. Es de al primera época dorada de la novela y cine social británica, la mejor, la de los 'angry young men'. El rollo del chaval que corre una carrera para el equipo de su reformatorio y por el caminito va dandole vueltas a la cabeza no es muy cinematografico, pero por escueto funciona. ya aprovecho para recomendar otra de atletismo; no, no es "carros de fuego", sino "Runner", una de Michael Douglas cuando era hippy.

6. When Saturday Comes, de una tal Maria Giese (1996)

Aquí creo que se llamó "Camino a la gloria", pero no estoy seguro. Es una de las pocas películas medio decentes sobre futbol que he visto, en el rollo del cine social ingles reciente. Rodar futbol es jodidisimo, porque para que una escena sea espectacular y verosimil no tienes los recursos de montaje y plano que tiene los deportes yanquis más de acciones separadas. Pero en fin, esta aguanta el tirón y tiene como fondo un rollo bastante duro, de minas que cierran y esas cosas. El prota es Sean bean, un tipo que siempre hace de malo y generalmente del IRA, pero aqui es un tipo buscando su ultimo tren para ser futbolista de elite y escapar del paro o la fabrica. Mola que el tio juegue en el Sheffield United, entonces el segundo equipo de su ciudad, opacado por el mas pijo Sheff Wednesday. tambien mola que la chica sea Emily Lloyd, que es un encanto y que poco partido le han sacado a la pobre. En este rollo hay una película yanqui que se llama "Rudy", sobre un chavalote que entra ya mayor en la universidad con el sueño de jugar en su equipo de futbol americano.

 

Chicas de uniforme

Hoy ha venido una cartera nueva muy mona, con pecas y todo. Era tan meticulosa que resultaba encantadora. Me he demorado en firmar haciendo montones de preguntas. En fin, me encantan las chicas de uniforme, más allá del tópico enfermera sexy, que por cierto, entre mi salud de hierro y la bata predominante en los hospitales españoles, yo no he podido comprobar. he estado buscando una foto de chica falangista con boina roja, que era mi sueño erótico adolescente -le tiré los tejos a una pero sin éxito y al final acabé ligando con una amiga un poco progre que tenía -lástima, porque se me ocurrió sugerirle que se apuntara a la Falange, o al menos que se pusiera la boina, y menuda se puso- y como no he encontrado ninguna pues pongo una foto de la chica de Alabama 3, que va uniformada de india. ¿A vosotros os molan también las chicas en uniforme?
Pdta. Una vez mangué una cofia de un hospital y se la regalé a mi chica.

martes, 24 de enero de 2006

 

Mis películas deportivas favoritas

Saludos. este es un género por el que tengo cierta devoción. leí a un tipo que decía que las películas de deporte sólo servían para que los hombres pudieran llorar en el cine sin sentir verguenza, a mi la verdad es que me entretienen bastante y me dan pie a exprimir mi gusto por la lñírica insustancial. Empiezo la cuenta atrás. Y admito sugerencias en los comments.


15 - Hoosiers (1986) de un tal David Anspaugh. Baloncesto.
Es la típica película de entrenador, subgrupo redenciones. gene Hackman está muy bien como el tipo que tira la borda su carrera y se reencuentra consigo mismo entrenando un equipo de pueblo, al que hace campeón del estado. Barbara Hershey, en su etapa de chica madurita más guapa de Hollywood, también está muy molona haciéndose la difícil al principio para al final dejarse enamorar por el tipo. Tiene escenas muy sólidas en las que se ve como el tío va convirtiendo una piña al equipo, y flojea en lo que todas las películas de entrenador, en los tiempos muertos, cuando da unas instrucciones que las daría cualquiera que llevara un equipo de infantiles y te preguntas ¿y que coño es lo que le hace tan especial como entrenador? Pero tiene su punto emocionante ver como el tío se va ganando a los chavales, como cuando deja a uno sentado por individualista aún cuando sólo quedan cuatro en pista por personales. el arbitro flipa, le pregunta que si vav a completar el equipo y el tipo dice "ESE es mi equipo".

14- Friday Night Lights (2004) de un tal Peter Berg (futbol americano)
Esta peli podría haber molado mucho más, porque refleja bastante bien lo que en una pequeña comunidad significa pertenecer a la élite deportiva. para los chavales s una de las pocas oportunidades de escaparse del pueblo o al menos conseguir un momento de gloria al que aferrarse durante oda su puta vida. Así mola bastante el personaje del chaval negro, superestrella del equipo, que va con su cantarito a la fuente hasta que una lesión le deja inválido. La estampa del chico sacando los catálogos de coches y las cartas de las universidades de la taquilla es un poema. Luego está un blanquito al que el padre, que de chaval consiguió ser la estrella del equipo, le tiene abrasado por repetir su sueño, porque cree que, como el, será lo único que logre en la vida. Billy Bob Thornton mola como entrenador porque se limita a bandear los problemas como puede. Al final todo se viene abajo cuando se busca un desenlace politicamente correcto, que en el caso real que lo inspira no existe; quince años despues, en el 'who is who' de la web del equipo escolar se cuenta que el negro 'trata de poner en marcha un grupo de hip hop' (con 33 años!) y el otro chaval tiene el dstino que le auguraba su viejo. Pero vamos, la peli tiene una primera hora bastante decente.

13 - Tin Cup (1996) de Ron Shelton (Golf)
Pocos deportes se me ocurren menos cinematográficos que el golf, pero Shelton, que es un especialista en películas deportivas -incluso tiene una en plan gran biopic, "Cobb"- se atreve con todo. Y esta no le queda mal, aunque es un remedo de otra suya, "Los bufalos de Durham", en el rollo de mezclar romance, comedia romántica de maduritos y deporte. Kevin Costner es el tipico caso -cinematografico- de deportista muy talentoso que por falta de estimulos malvive haciendo el gilipollas. Pero hete aqui que se le presenta la oportunidad de ligar con la novia de su eterno cobntrincante, chulo y triunfador -ella es Rene Russo, para mi gusto demasiado desgarbada aunque evidentemente está buena- y reinicia su carrera profesional en el Open yanqui, ni mas ni menos. La historia va encaminada a que el tipo, que es bastante sobradito, acabe despreciando el triunfo en haras del 'jogo bonito'. Y, como todos sabemos, las chicas prefieren a los tipos que saben perder con gracia que a los triunfadores.

12 - Jerry Maguire de Cameron Crowe (1996)
Si Cameron Crowe fuera un poco menos pagado de si mismo haria mejores películas, pero el tipo está convencido de que es un cruce entre Frank Capra y Billy Wilder. Y no llega a tanto. Esta en cualquier caso le quedó medio bien; cuenta la relación de un tipo que trabaja en una gigantesca agencia de management y al que un día le da un punto new age y su representado, un jugador de rugby que decide jugarsela con él. Como la cosa va de relaciones personales, también incluye asunto romántico, no entre los de antes, sino entre el manager y una secretaria un poco hippy, que es Renee Zellwegger imitando a Goldie Hawn pero sin el rollo 'soy una rubia que esta buena y encima soy una cachonda' de aquella. le dieron el oscar a Cuba Gooding, que se lo mereció luego más por "Mejor imposible" y Cruise volvió a quedarse sin el pese a que le nominaron, aunque realmente todo lo que hace es gesticular histericamente, lo que no quita que posiblemente sea lo que deba hacer el personaje. La peli está bien y tiene cierto encanto.

11 - Somos los mejores (1992) de un tal Stephen Herek
Quizás sea la mejor del subgenero 'tipo odioso y autodestructivo que se redime convirtiendo en ganadores a un equipo de niños (o pajeros) sin autoestima". Lo curioso es que el prota, Emilio Estevez, estaba atrapado por un contrato de esos que hace la Disney a actores con problemas, pagándoles la pasta que necesitan para saldar deudas por un montón de pelis de mierda. si funciona alguna, sacan un pastón y tienen por casi nada a un actor taquillero. Como invariablemente el actor acaba haciendo una serie de películas horribles por contrato, cuando acaba suele estar tan arruinado como antes y con su reputación devastada. En fin, al menos al personaje de Estevez le dieron un nombre chulo, Gordon Bombay. Tiene escenas con cierta gracia y algún que otro hallazgo tecnico para el rcuerdo, la formación de ataque en 'V voladora' . hay una segunda parte que es mas de lo mismo. En este rollo tambien esta bien la de Walter Mathhau y Tatum O'Neal, que hace poco han vuelto a hacer con un Billy Bob Thornton que actúa en un estado cercano a la catatonia.

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