lunes, 28 de noviembre de 2005
Frank Oz: un genio marionetista y un artesano de la serie-A
Me confieso víctima fácil de la comedia norteamericana. Especialmente, de las películas de las décadas de los '80 y '90, y casi todos sus responsables. Con los maestros John Landis / John Hughes a la cabeza, seguidos de toda esa pléyade de productos del Saturday Night Alive, similares y aledaños (Bill Murray, John Belushi, Dan Aykroyd, Rick Moranis, Eddie Murphy, Steve Martin, Chevy Chase, Chris Elliot, Richard Pryor, James L. Brooks, Harold Ramis, Walter Hill, etc.). No tolero de igual forma el cine de los Zucker / Abrahams, todas esas comedias de chiste visual que, sin ser una creación propia de los ZAZ, tanto daño hicieron a la industria y que me resultan bastante cansinas (es decir, las eternas sagas etiquetadas en España a partir de títulos como «[haz lo que sea] como puedas» o «Loca academia de [lo que sea]»); ni tampoco las comediarrománticas al uso, de Nora Ephron para abajo, que adormecen a las ovejas (“Tienes un e-mail”, “Cuando Harry encontró a Sally”, “Algo para recordar”, “French kiss”, "Me rayas, Meg Ryan"...).
Me refiero al cine de risaexploitation gamberro, exagerado, masculino, de acción, de situación, que tiene como máximos exponentes películas como “Blues brothers”, “Mis locos vecinos”, “Superdetective en Hollywood”, “The three amigos”, “El gran despilfarro”, “Cazafantasmas”, “Un genio con dos cerebros”, “Mejor solo que mal acompañado”, “Cliente muerto no paga”, y un larguísimo etcétera. Y también a la vertiente universitaria, desde “Porky’s” a “El club de los cinco”, pasando por casi todas las teen movies de los 80's y alguna de los 90's. Comedias absolutamente yanquis, con sus aciertos y sus errores, pero que no me canso de ver una y otra vez.
Delimitada, espero, la parcelita cinematográfica a la que me refiero, creo que la memoria colectiva le ha hecho muy poca justicia a Frank Oz, un entrañable caballero de origen británico al que los fans de la comedia americana debemos casi tanto como a los otros, y del que nadie se acuerda a la hora de repartir medallas.
Además, este incansable juan palomo de abracadabrante apellido no sólo estrena de vez en cuando comedias a la americana de gran factura pero pocas pretensiones, y casi siempre entretenidas y más que potables, sino que debe ser recordado por muchas otras cosas:
1º Como todo fan de los Teleñecos sabe, Frank fue la mano derecha de Jim Henson, el maestro titiritero de cuya mente salieron toneladas de productos que forman parte de la infancia de todo ser humano: los Fraggle, Barrio Sésamo o los Teleñecos. Amigo de juventud y eterno ayudante del gran Henson, es también el creador de muchos de los personajes de todas las series de muppets (y por extensión, de casi todas las películas americanas en las que aparece un muñeco animado o un animatronic de cualquier clase).
2º Así, además de Titiritero Mayor Consorte y propietario de una de las mentes más inquietas que jamás hayan deleitado a algún niño, Frank también es experto en el noble arte del doblaje. Es nada menos que la voz de Yoda, en todas las películas de la saga de Star Wars; de la cerdita Peggy, del monstruito punk Animal, de Tricky el monstruo de las galletas, Fozzie el osito de los chistes malos... Y decenas de peluches más.
3º Para entendernos, sin ir más lejos Jim Henson fue siempre la voz de Epi, y Frank Oz la de Blas. Literalmente.
4º Dentro del taller de marionetas de Jim Henson, Frank Oz probablemente fue el que más hizo por extender ese mundillo y llevarlo a la gran pantalla. Creador, guionista, actor, promotor y/o director de las primeras películas durante los setenta, tales como “The Muppet Musicians of Bremen” (1972), “Tales from Muppetland: The Frog Prince” (1972) o “La película de los Teleñecos” (1979), y de esos otros proyectos de películas con humanos y muñecos que el cine ha dado, de muy irregulares resultados y en los que el estudio de Henson estuvo implicado, como “Cristal oscuro” (1982), “Legend” (1985), “Dentro del laberinto” (dirigida por el propio Henson en 1986), la serie del Cuentacuentos, la preescolar El oso de la casa azul... Como diría un busto parlante de las noticias, Frank Oz es un fabricante de sueños para niños. Con pelos y ojos como pelotas de ping-pong.
Pero visto el lado "muppet" de Frank Oz, que le mantiene ocupado gran parte de su tiempo, su otra faceta es la de director de comedias americanas sin pretensiones, del estilo de las que hablaba al principio. Más o menos cada dos años estrena una nueva comedieta:
1986 – “La pequeña tienda de los horrores”. Supongo que no queda nadie que no la haya visto. Es el remake de una vieja peli de miedo de Roger Corman (otro artesano todoterreno) que contó con Jack Nicholson en uno de sus primeros papeles, y que gira en torno a una planta carnívora que satisface los deseos de su dueño a cambio de que éste le proporcione carne humana. Si la de Corman era una pieza de miedo y apenas algo de humor negrísimo, Frank Oz la convirtió en un musical, colorista, retro y con elementos fantásticos. Con Rick Moranis de protagonista y el inolvidable papel de Steve Martin (con el pelo negro) haciendo del sádico macarra dentista, o Bill Murray con un cameo como masoquista.
1988 – “Un par de seductores”. Aquí la pareja protagonista son Michael Caine y Steve Martin. Dos playboys que se ganan la vida aprovechándose de la ingenuidad de solteras millonarias europeas, a las que seducen para sacarles la pasta. El primero es un caballero, que ha amasado una enorme fortuna y tiene una inmensa finca en la Costa Azul, mientras que el segundo es un buscavidas más fullero y torpe. Ambos competirán por la misma mujer, dando lugar a escenas cómicas de todo tipo. La que más perdura en la memoria es aquella en la que Steve Martin se hace pasar por un veterano de guerra, que se mueve en silla de ruedas para dar lástima a la víctima, y Caine se disfraza de su doctor, y le putea todo lo que no está escrito.
1991 – “¿Qué pasa con Bob?”. Algo más tonta, pero también bastante simpática, es esta historia de un psiquiatra (Richard Dreyfuss) que se va a pasar unas idílicas vacaciones a la montaña, pero uno de sus pacientes más peligrosos, un chiflado hipocondríaco, cínico e insoportable (Bill Murray) le sigue a todas partes y consigue sacarle de sus casillas.
1992 – “Esposa por sorpresa”. Supongo que será por la presencia de la irritante Goldie Hawn, que esta nueva peli me parece que le quedó un poco más sosa. Más ingredientes románticos y menos disparates, pero probablemente la gran antecesora de otros ejemplos recientes (y más que dignos) de este género, como “Los padres de ella” y “...de él”.
1995 – “La llave mágica”. Supongo que el señor Oz echaba de menos a su público más joven, así que su siguiente película fue esta fantasía infantil sobre un niño que guarda unos muñecos de juguete en un armario mágico, de forma que cobran vida y les suceden todo tipo de divertidas aventuras para toda la familia, por el salón. La vi hace mucho tiempo, pero recuerdo que sorprendía su ausencia de ñoñería, y que conservaba un halo en la línea de las viejas películas de aventuras infantiles como los “Goonies” o “E.T.”, bastante refrescante.
1997 – “In & out”. Probablemente su película más conocida, deudora de la comedia negra británica más clásica. Un canto de cisne bufo al hilo de eso de “salir del armario” que estaba tan de moda (y que nunca deja de estarlo), cuando a un profesor le sacan de allí a patadas durante una entrega de premios, haciendo que se plantee seriamente su afiliación sexual justo antes de la boda con su prometida de toda la vida. Yo me he echado mis buenas risas con ella, aunque conozco aguerridos detractores.
1999 – “Bowfinger (El pícaro)”. Otra vez Steve Martín, ahora en comandita con Eddie Murphy, en uno de los pocos papeles dignos que ha hecho en los últimos 15 años. Bobby Bowfinger es un director de cine en horas bajas, que para impulsar su nueva película (de serie Z, con marcianos y todo) decide utilizar de protagonista principal a la más grande estrella de Hollywood del momento (Eddie Murphy, haciendo más o menos de “as himself”), pero grabándole sin que lo sepa. Igual que el resto, la película es simpática, entretenida y con un puñadito de gags memorables.
2001 – “The Score (Un golpe maestro)”. La primera incursión en la no-comedia de Oz es probablemente también la más mediocre de su filmo. Un thriller de acción con un argumento bastante trillado (valga la redundancia) y que no salvan ni Robert DeNiro ni Edward Norton, a pesar de que están muy bien los dos. La peli también se deja ver (no llega al nivel de desatino y la arcada de las habituales astracanadas de Jerry Bruckheimer, cosa que se agradece), y la ambientación y el toque jazzístico son bastante bonitos. Por cierto, que la leyenda dice que el otro gran dinosaurio de la peli, un Marlon Brando multiplicado por cuatro, se negó a ser dirigido por Frank Oz en sus apariciones, el muy soberbio, precisamente por la trayectoria de aquel como maestro muppetero. Una razón más para odiar al Brando en versión gordopilo, y para hacerse una idea del grado de incomprensión al que es sometido el genial Frank Oz.
2004 – “Las mujeres perfectas”. Pues sin descuidar su trabajo con los muñecos, sus múltiples labores de doblajes para Pixar y para el emporio de Georle Lucas, o distintos proyectos menores para televisión, el año pasado Frank tuvo tiempo de estrenar otra película, otro remake, esta vez una comedia ambientada en un pueblo llamado Stepford en el que todas las mujeres están buenas y se empeñan continuamente en tener satisfechos a sus maridos. Confieso que no la he visto, aunque creo que tuvo muy buenas críticas en su momento. Y me consta que Nicole Kidman está “de toma pan y moja”, que diría mi amigo Fer. Si alguien se anima, que deje su impresión en los comments.
Además de su bagaje como “maestro titiritero” (cosa que nunca dejará de asombrarme y que me parece que por sí sola hace que Frank merezca un altarcito), las peliculitas de Frank Oz me parecen todas ellas simpáticas, con férreos guiones de comedia, de aséptica factura y suficientemente entretenidas. Si bien puede que no vayan a pasar a la historia de la Comedia Universal, creo que es una trayectoria coherente y digna de mención.
Tener ante uno el peso y la responsabilidad de ser el nuevo Jim Henson y el nuevo John Landis en una sola vida, creo que no es ninguna tontería. El bueno de Frank lo hace bastante bien. A mí me parece un genio y un tipo de lo más entrañable, y sus comedietas garantía de unas buenas risas entre colegas, de lo mejorcito del cine mainstream norteamericano. Por mucho que ahora venga a soplarle un endiosado ballenato como Brando (así le caiga encima su peso en estiércol).
Comments:
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throin: y "La pequeña tienda de los horrores" debería verla todo el mundo al menos una vez.
mary: pues sí, una errata, ¿qué pasa? Era para ver si estabas al loro... ;)
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mary: pues sí, una errata, ¿qué pasa? Era para ver si estabas al loro... ;)
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