sábado, 3 de diciembre de 2005

 

Leyendas negras: Inquisición ¿qué inquisición? (1/2)


La leyenda negra de la Iglesia no es un asunto baladí que deba ser objeto de preocupación sólo para historiadores. Lo cierto es que todos los católicos nos jugamos mucho en la lucha contra sus manipulaciones. Y es que la descalificación global de esta institución religiosa a lo largo de toda su historia compromete seriamente ante la opinión pública su legitimidad social y moral de cara al futuro.
Se suele afirmar, por ejemplo, que las Cruzadas fueron guerras de agresión provocadas contra un mundo musulmán pacífico. Esta afirmación es completamente errónea. Lo cierto es que, desde los mismos tiempos de Mahoma, los musulmanes habían intentado conquistar el mundo cristiano. E incluso habían obtenido éxitos notables. Tras varios siglos de continuas conquistas, los ejércitos musulmanes dominaban todo el norte de África, Oriente Medio, Asia Menor y gran parte de España. En otras palabras, a finales del siglo XI las fuerzas islámicas habían conquistado dos terceras partes del mundo cristiano.


Otro lugar común de la leyenda negra anticatólica es –no podía ser de otro modo- la acción de la Inquisición de la Edad Media y la Moderna. Por ejemplo todo el mundo ha oído hablar del caso de Galileo Galilei, casi siempre de modo deformado, ya que no se suele explicar que el sabio italiano apenas sufrió otro castigo que un cómodo arresto domiciliario en un palacio cardenalicio. Por el contrario, son pocos los colegiales que saben que Antoine Lavoisier, uno de los fundadores de la Química fue guillotinado a causa de sus ideas políticas, por un tribunal durante el Terror jacobino, al grito de ¡La Revolución no necesita científicos! No olvidemos tampoco que, en Ginebra -la Meca del protestantismo-, Juan Calvino no dudo en mandar a la hoguera al ilustre descubridor de la circulación sanguínea, nuestro compatriota Miguel Servet. El científico aragonés fue tan sólo una de las quinientas víctimas de diez años de intolerancia calvinista en una ciudad con apenas diez mil habitantes. Con esta proporción brutal de represaliados, la Inquisición española habría debido quemar ¡un millón de personas cada siglo! –en realidad, fueron tres mil en trescientos años-. Aun así, Torquemada ha pasado al argot popular como sinónimo de intolerancia, y Calvino es ponderado por muchos como uno de los padres de las democracias liberales del norte de Europa.
Un ejemplo reciente de cómo la leyenda negra ha cobrado nuevos bríos últimamente lo hayamos en "Código Da Vinci". Su autor Dan Brown deja caer que la Iglesia habría quemado a cinco millones de brujas (p. 158), cuando todos los especialistas, con Brian Pavlac a la cabeza, limitan la cifra a 30.000, a lo sumo, para el período 1400-1800 (por cierto, el 90% víctimas de la Inquisición protestante y no de la católica).



Volviendo al espinoso asunto de la Inquisición, si queremos ser rigurosos, hay que señalar que el Santo Oficio era un tribunal dedicado a investigar si entre los católicos había herejes, un tema gravísimo entonces, al que ahora no se da importancia porque las sociedades son aconfesionales. Por otro lado, un hecho no suficientemente conocido es que la Inquisición no tenía jurisdicción alguna sobre los no bautizados. Por tanto, ni judíos ni musulmanes podían ser detenidos, juzgados o acosados por la Inquisición.
Ciertamente el Santo Oficio usaba el tormento como todos los tribunales de la época, pero generalmente con mayores garantías procesales, ya que se realizaba siempre en presencia del notario, los jueces y un médico, y sin que se pudieran causar al reo mutilaciones de huesos, derramamiento de sangre ni lesiones irreparables. Finalmente, hay que llamar la atención sobre el hecho de que la mayoría de las penas eran de tipo canónico, como oraciones o penitencias. Las condenas a muerte fueron rarísimas, y sólo en casos muy graves sin arrepentimiento, pues si había arrepentimiento había indulgencia con el reo.

Como ya se ha dicho, en sus tres siglos de historia, la Inquisición ajustició a unos 3000 reos (de un total de 200.000 procesados). Esta cifra con ser alta, representa tan sólo la décima parte de los asesinados en Francia por el régimen del Terror jacobino en el período 1792-1795. Es decir , en tan sólo tres años, los hijos de la Ilustración iluminista habían multiplicado por diez las víctimas fruto de trescientos años de actuación de la Inquisición católica. ¿Y quién se atreve hoy en día a mentarle este hecho a un defensor de la democracia liberal, cuyos fundamentos mismos sentó la Revolución Francesa?

Comments:
Yo tambie´n pienso que la inquisición era buena.
 
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