miércoles, 11 de enero de 2006
5897
Paulino Uzcudun había sido ‘aizkolari’, pero al final tenía más de árbol que de hombre. Cuentan que no tenía mucha pegada pero era capaz de asimilar palizas tremendas. En 1935 peleó en Roma por el título del mundo ante Primo Carnera, que le prometió a Mussolini que tiraría al vasco, que nunca había sido derribado sobre un cuadrilátero ni posiblemente fuera. Durante 15 asaltos se dedicó a machacarle ante 80.000 personas, entre ellas el Duce, la élite del fascismo y centenares de camisas negras. Al final Uzcudun seguía en pie.
No le cogió asco al fascismo por eso el vasco, y así al regresar a España, ya con la guerra civil comenzada, recibió el singular encargo de entrenar a cincuenta muchachos falangistas para una misión secreta que consistía en asaltar la prisión de Alicante y liberar a José Antonio Primo de Rivera. Llegarían al puerto levantino en un submarino fletado por las S.S. y contarían con la complicidad de las autoridades sindicales de la ciudad, previamente sobornadas. Al final, el plan se descartó cuando todo estaba listo y José Antonio murió fusilado días después. Le enterraron bocabajo, para negarle hasta la resurrección de los muertos.
A Uzcudun le llamaban Paolino en Norteamérica, donde había peleado con todos los grandes y tumbado, por puro agotamiento, a unos cuantos. Sólo le tiró, en su último combate, Joe Louis; el negro que echó al la lona a la gran esperanza del Reich, Max Schmeling, también fue el único en tumbar al árbol vasco, en cuatro asaltos. Paulino regresaría a España, pasaría la guerra en la zona nacional y en la posguerra se convirtió en un personaje popular, amparado por Vicente Gil, médico personal de Franco y presidente de la federación española de boxeo.
Hubo otro Paulino, un turolense llamado Segundo Esparllagas y conocido también durante un tiempo como 5897. Cito: “En el testimonio de varios deportados a Mauthausen hemos encontrado referencias a este turolense que practicaba el boxeo amateur con anterioridad a la Guerra Civil y era conocido como “Paulino,” en memoria del boxeador vasco Paulino Uzcudun. Había sido deportado a Mauthausen desde el Stalag XI B, e ingresó en el campo con el nº 5.897 y si bien estuvo, en primer lugar, en el kommando de la estación, tras demostrar sus habilidades pugilísticas fue destinado a la cocina del campo para que se mantuviese en forma, lo cual era todo un privilegio. El catalán Josep Simon i Mill recuerda en sus memorias que era un boxeador “muy bueno” y que “ya había practicado el boxeo en Francia como amateur, y dentro del campo era toda una figura”. El fragatino José de Dios Amill también lo presenta como un campeón neto que ganaba los combates por K.O., con el reconocimiento entre los deportados españoles: "La figura estelar del boxeo en el campo era, sin lugar a dudas, Paulino. Cada velada en la que tomaba parte se llenaba el Block hasta los topes y acudían a verle pelear todos los gerifaltes del campo, también narra una de las principales peleas del campeón turolense: Paulino tenía que enfrentarse contra el campeón húngaro (y) ya llevaba varios combates realizados y en todos había ganado por K.O.. Su puño era demoledor... El combate a diez asaltos, empezó con gran expectación.... pese a tener treinta años (el húngaro) se veía en gran forma física y se notaba que era gato viejo en el ring. Se veía técnicamente superior a Paulino pero el español llevó la iniciativa de la pelea y demostró ser un gran encajador. La lucha fue muy igualada. Pero en el último asalto, los puños de Paulino fueron como un vendaval que hizo saltar la guardia del húngaro. Le asestó un puñetazo que lo lanzó encima de la mesa del jurado. Después de contar hasta diez, el juez de la contienda levantó la mano de Paulino y lo proclamó vencedor por K.O". F. Comellas, recuerda cómo los combates los presenciaban los SS y hacían apuestas a favor de "Paulino" amenazándole (en broma) " si pierdes, a nosotros no harás perder 15 o 20 marcos pero tu irás al crematorio". El prestigio que tenía le permitía pasearse por el recinto del campo sin impedimento y colaboró con la organización clandestina española para obtener alimentos de la cocina y poder repartirlos entre los españoles más necesitados”.