jueves, 12 de enero de 2006

 

Lo del catch en Euskadi

Una vez pertrechados, Valentín, que ya por entonces se hacía llamar, no sin cierta ironía, "El Capitán" para ocultar su verdadera (y amenazada) identidad, diseñó una coreografía para el combate, no exenta de emoción y de suspense. El momento cumbre era cuando Sugarra, que hacía las veces de fortachón infernal pero un poco torpón, tras una seria tunda por parte del Volatinero intentaba asirlo en una desesperada cogida por los aires. Pero el hábil, que además generalmente contaba con el apoyo del público, pese a la boina de Sugarra, se escabullía de la presa sobre la cabeza de su oponente y daba con sus huesos a remojo de una fenomenal patada doble en la espalda. Pero, aquí estaba la gracia, Sugarra surgía de nuevo de las profundidades de la humilde piscina tras aguantar la respiración tanto como le fuera posible, llameando como antes y soltando un irrintzi gutural, presto para enfrentarse durante un nuevo round al ahora asustado Volatinero. Finalmente Sugarra perdía definitivamente tras una nueva serie de zafas y envites del pequeño cabriolero. Como para certificar finalmente la derrota del monstruo negro, Giancarlo el tenor, que durante el combate se dedicaba a comentarlo a voz en grito en un incomprensible, pero gracioso, italiano, ayudaba a salir del agua a Sugarra, montándolo en Pachicu a horcajadas para llevarlo a buen recaudo.

Tal espectáculo, que bien puede parecer ridículo y que probablemente lo fuera, al igual que un combate entre un tipo calvo y con bigote que se hace llamar Hulk y un tío que vá de oficinista cachas, causó sensación desde la primera vez que se representó, en el pueblo de Zeberio.
"El Capitán" presentaba sus actuaciones, una tras otra, hasta llegar al número final. Entonces los hombres se descontrolaban. Se cruzaban apuestas y se lanzaban vítores. Los niños huían ante la contemplación del monstruoso Sugarra, y en algunos pueblos se oye la voz "Sugarra" aún hoy día como sustitutivo del coco o del hombre del saco.
En los días de feria, a todo el mundo, cansado de darle vueltas a un carro, o de cargar txingas, o de segar o de cortar troncos, aquel número final les cogía completamente con la guardia bajada.
Cuenta Barandiarán, el antropólogo, en una crónica anecdótica, sin darle mayor importancia, como el fervor de los aldeanos llegaba a lo físico cuando Sugarra surgía de nuevo de entre las aguas, agitando sus antorchas colgantes. Algunos huían de las primeras filas, otros, mozos exaltados, pedían su turno para subir a la tarima y derrocar definitivamente al diablo, "(...) lo que el famélico italiano que cantaba insensateces durante la disputa, intentaba impedir a duras penas, descabalgando de su asno y sujetándo a los muchachos(...)".

Valentín incluso suprime el resto de actuaciones y centra su espectáculo en el combate. Debido a su escasez de recursos y a su, digamos limitado, repertorio, se ven forzados a recorrer grandes distancias entre pueblo y pueblo, por no repetir en pueblos cercanos.
Heliodora, que rápido abandonó su carrera como entertainer, pasó a ser la hembra común del grupo nómada, que en eso se comportó sin resquemores y con un envidiable sentido de la justicia.
Los éxitos se repetían por doquier y Valentín soñaba ya con asentarse y con ampliar su plantilla de luchadores. Quizas pudiera asentar su espectáculo de lucha libre en un puerto y atraer allí a la gente.

(...mañana continuará)

Comments:
Lo he dicho antes y lo repito:
Me teneis enganchado como una perra a estas historias sobre la ignota y desconocida trayectoria del catch en las Españas y Sudamérica.
Gracias y a seguir así.
 
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