Pegamin

Acabo de venir de ver el tomate, espectáculo a la par del circo romano, en el pasado, y de los partidos a muerte de "Roller-Ball", en el futuro. Pero eso no es a lo que iba. Tras unas efusivas declaraciones de "Cara de Acelga", en las que despotricaba con serenidad contra los diseñadores homosentimentales "eso que hacen con las modelos es de trata blancas... de campo de concentración... es como..., si, utilizan técnicas de proxeneta, ¡de proxeneta!, con las prostitutas... es una explotación..." han pasado a emitir el parte médico de The Biggest.

Permitanme la licencia, yo solo soy un vasco cabrón, de los de cuando ETA funcionaba y no pactaba ni con su puta madre. Y no sé si será por eso, pero es que yo no capto la frecuencia emocional de la tonadillera, ni mucho menos la de sus tonadillas. Andalucía y su sentir me queda lejos, a mil kilometros, más o menos. Pero, como siempre, los que observan los fenómenos desde fuera somos los que, privados del sentimiento, nos damos cuenta de lo que realmente pasa.

Rocío Jurado quiere venir a España. A morir en su tierra, piensa la gente. "¡Ja!" digo yo. Viene para morir, pero para morir para siempre. Solo yo y ella, y quizas su marido, Ortega Cano ("eh ki sh´un poco milancólico" como decía un amigo de la familia, refiriéndose a una forma especial de entender la melancolía) sabemos su secreto. Si no muere en España no morirá en ninguna parte. Se convertirá en la primera folklórica zombie. Y no debe de morir de ninguna forma.

El rito arcano, conocido solo por el Papa y el Jefe de la Guardia Civil, consiste en un disparo de Cetme en el corazón, mientras un miembro de la Benemérita penetra analmente en el cuerpo moribundo. Acto seguido, y con el miembro todavía inserto, el cuerpo debe tomar tierra, tierra Española, donde descansa la gente sencilla que si hay vino, bebe vino y si no, mierda puta.

Porque esa es la maldición que arrastran los benditos por España desde que Dios y la fé católica tocasen nuestra tierra santa. España eres y en España te convertiras. Y eso en Jiuston, Oklahoma, no puede ser.

Rocío sabe que si su corazón bravido deja de latir en terreno impío, y la arrojan a los cenagales del Mississippí, volverá con su traje de brillantina y hombreras, convocando multitudes a las que convertir en zombies sorbiendo de su cerebro. Multitudes, claro, mayormente mejicanas, dado el inconveniente geográfico.

Lo cual sería bonito, ya que podríamos ver a Jon Bon Jovi persiguiendo a la de Chipiona por todo Tejas, hasta arrastrarla a la luz del sol, muriendo por fin, mientras de sus mangas adoseladas surgen, como fuego de cohete, escarapelas de fuego y sus ojos arden bajo el sol del desierto. "¿Pero no se iba a convertir en zombie?". Direis. Pues sí, pero solo quería que apareciese Jon Bon Jovi, por la plasticidad del asunto. Es que yo me excito con cosas como Jon Bon Jovi en un Jeep, arrastrando con un cable metálico (unido a una estaca clavada en el corazón) a la Rocio Jurado, que muere entre llamas. ¿Qué pasa...? a otros les gustan las mujeres y nadie dice nada.


Por eso, el sector vasco del Pegamín reza a Dios encarecidamente a fin de que el avión privado de la chipionera aterrice en España justo a tiempo para celebrar el rito, o por lo menos con el cadaver aún caliente, para que pueda descansar en paz en el Valle de los Caidos, como todos los demás españoles queridos por nosotros.