lunes, 17 de abril de 2006
Las Madres del Cordero (Desde Santurce a Bilbao Blues Band y Castañuela 70); todo lo que recuerdas, lo que te contaron, y mucho más
Un cuarto de siglo, una década y un año más tarde -no sabemos si es cabalístico o pura casualidad- desde aquel caluroso y agitado agosto de 1970 en el que se estrenó en una escandalosa clandestinidad “Castañuela 70”, el colectivo que uso en marcha todo aquello va a editar el libro “Esto era España, señores”, que recuerda todo lo que aconteció en aquel verano prodigioso en el que el grupo teatral Tábano, Las Madres del Cordero y muchos otros agitadores sociales y culturales se juntaron para poner en marcha un de los espectáculos más singulares que jamás se hayan visto en un escenario español. Y ya que estaba en contacto con dos de los cabecillas de aquel movimiento insurgente -dado que estoy colaborando en la reedición de los discos de Madres y Desde Santurce a Bilbao Blues Band- decidí aprovechar para que me contaran aquella historia de primera mano. A Moncho le entrevisté en su retiro segoviano aprovechando el recogimiento habitual de la Semana Santa, tan bueno para la reflexión.
Bueno, empecemos por lo obvio... ¿Qué fue primero, las madres o el cordero?
Todo surgió de unas letras que escribí en el colegio, que fueron las que al final acabaron siendo “En beneficio de los huérfanos” y “La niña tonta de familia rica”. No tenía formación alguna como músico, pero cuando escribo me gusta buscarle una melodía al mismo tiempo. Y de que siempre he preferido hacer canciones que simples versos. A la primera ‘madre’ que conozco es a Antonio Piera, al que conozco del colegio, de los ‘boy scouts’, de la escuela de periodismo... Él tenía una guitarra y sabía tocar algo, aunque toda su experiencia era en la tuna. Lo primero que salió, más o menos en 1969, fue el nombre, lo de Madres del Cordero, porque nos recordaba a Zappa y sus Mothers of Invention. No es que pudiéramos soñar en ser como ellos, que su nivel musical era inalcanzable para nosotros, que éramos algo mucho más precario. Pero su manera de enfrentarse a la vida, su actitud, era algo que si que nos creíamos capaces de lograr. Nuestra primera actuación fue en el colegio Salesianos, en Atocha, y había gente en el escenario que no hacía nada, porque no teníamos muy claro qué podíamos hacer. Nos tiraba un poco lo del folk pero porque parecía lo más sencillo, no teníamos dinero para instrumentos, ni sabíamos tocarlos, así que una guitarra eléctrica parecía una utopía. Teníamos, en el mejor de los casos, un contrabajo de alquiler, otra guitarra que le dejaba Luis Mendo (luego en Suburbano) a Piera, unos bongos...
¿Quienes eran las otras madres?
Aparte de Piera y yo, entró Luis Cocodi, al que llamábamos también ‘El Pimpi’ por lo de ‘Pimpionela Escarlata’, y porque se metía en muchos fregados clandestinos por temas políticos. A Luis le encantaba cantar por Larralde y Cafrune. Luego llegó Arturo Bodelón, que era un gallego que había llegado a Madrid recomendado a Elisa serna y creo que llegó a actuar con ella una vez, tocando los bongos. Pero cuando empezamos a ser un grupo, si no serio, si más o menos correcto dentro de lo que cabía esperar, fue cuando llegó Jero Martínez. Él era algo mayor y tenía nociones de música, de hecho hoy sigue siendo músico y sigue trabajando con muchos grupos de teatro. Él nos convirtió en una especie de orquestina que ya se podía defender en un escenario... También estaban Antonio Gómez, al que llamábamos ‘La madrastra’ porque era una especie de ideólogo de todo el asunto, el más teórico. Escribía poesía y era crítico musical en periódicos y revistas universitarias, y creo que solo llegó a actuar en ‘Castañuela 70’, porque necesitábamos un director de orquesta. Nieves Córcoles llevaba los asuntos organizativos, pero queríamos que se la considerara una más del grupo y de hecho salió en los carteles, como aquel que nos hizo Aute.
Y también había un cierto número de madres ‘honorarias’ e ilustres...
Nos ayudaba gente como Luis Mendo, Elisa Serna, Hilario Camacho, Jorge Krahe (que era el hermano pequeño de Javier, que entonces vivía en Canadá le mandaba letras), Jesús Munárriz, Rosa León, Fernando Brassó, un batería del que nunca volvimos a saber... Por cierto, en las grabación de los temas que lugo acabarían por ser editados Jorge Krahe sustituyó a Antonio Piera, que eventualmente estaba en el exilio, en la cárcel o en la mili (no nos lo pudo precisar)... Pero lo cierto es que cuando estuvo en la cárcel tuvo como compañero de celda a Chicho Sánchez Ferlosio, y ahí compusieron algunos temas para las Madres, aunque nunca se grabaron porque, claro, eran tremendos. Aunque luego yo rescaté alguna de esas canciones apócrifas y eróticas con los Kwai...
¿Cómo surge la colaboración con Tábano?
Tras algunas actuaciones por nuestra cuenta en colegios mayores, parroquias enrolladas, centros clandestinos obreros y lugares así, contactaron con nosotros Los Goliardos, un grupo de teatro, con los que estuvimos colaborando en el 70. Luego ya llegaron Tábano y surgió lo de “Castañuela 70”. Ya para entonces sonábamos un poco mejor, y Jero hasta había metido algún arreglito de mandolinas, o un violín. La verdad es que cuando nos juntábamos con ellos vimos que la cosa funcionaba, porque discutíamos más que ensayábamos y eso siempre es buena señal.
En aquella época el rock no estaba bien visto, no ya sólo por el régimen sino entre muchos miembros de la oposición, que lo detestaban por imperialista...
Pero aquel año todo comenzó a cambiar. Entonces comenzaron a surgir los primeros bares como La Vaquería y otros principalmente de la zona de Barquillo, en los que ya se podía mezclar a Paco Ibañez y Pink Floyd, que hasta entonces era algo impensable. La gente era lo que pedía, pero había quien, en cuanto sonaba una guitarra eléctrica, le daba un ataque, y si decías que te gustaba te acusaba de imperialista y pro yanqui... Por más que le decíamos que Bob Dylan era lo más antiyanqui de mundo, había que sacar a colación lo de Pete Seeger para que se tranquilizara... Tábano eran diferentes a los otros grupos de teatro, hacían espectáculos incomprensibles pero muy divertidos. La verdad es que aunque todo seguía siendo muy underground ellos ya tenían una infraestructura que nos vino muy bien. Y sobre todo nos apetecía salir del rollo de la catequesis política, que con todos reunidos cantando muy serios “Vientos del pueblo” parecía más una misa que un concierto. Nos dimos cuenta que a la gente le gustaba mucho más esto, y que además se montaba mucho más escándalo y era más efectivo. Como sería la cosa que acabamos por disolvernos porque ya nos era imposible actuar, si no nos prohibían directamente las actuaciones llamaban a los locales que nos contrataban y, de manera muy sibilina, amenazaban con boicotearnos...
Una lástima, porque supongo que gracias al prestigio logrado con “Castañuela” seríais muy populares en sectores antirégimen...
Si, pero precisamente el éxito nos creó muchos problemas. Era la primera vez que un grupo de teatro independiente saltaba a los circuitos comerciales, con la difusión que eso garantizaba. Los grupos se sometían a un reglamento por el que tenían cierta libertad pero, por ejemplo, sólo podían actuar un día en la misma plaza; no podía funcionar el boca a boca porque al día siguiente ya no estabas, si te habían visto cuatro ya no había otra oportunidad. Pero aquello fue diferente; estrenamos en agosto y luego tuvimos todo vendido para los dos meses siguientes, y como no lo habían prohibido de antemano, pues ya no podían hacerlo, porque era como admitir que les habíamos engañado...
¿Y cómo ‘colásteis’ a los censores la “Castañuela”? ¿Acaso se creían, por el título, que era algo folklórico?
Bueno, primero te cuento cómo se montó todo. Al principio, el espectáculo tenía dos partes; una, más seria, en la que se hablaba de al situación de España, concebida por Alberto Alonso. La otra, de Juan Margallo, era más frívola, más de parodia y charanga. Una especia de “Don Álvaro o la fuerza del sino” en versión Manolita Chen. Al final fue esta última la que se fue imponiendo y Alonso se ‘llevó’ sus ideas, la colaboración entre Tábano y las Madres se hizo más directa, más colectiva, y yo llegué a incluir varios sketchs... A la censura se lo pasamos porque, tanto en el libreto como en la representación que hicimos para ellos, le quitamos toda la carga satírica, la intención, que en ‘castañuela 70’ lo era todo. Y no le encontraron nada raro. Claro, cuando lo pusimos en escena todo era lo mismo, pero no tenía nada que ver, era una verdadera barbaridad para la época. Les volvimos locos, pero ya era tarde para remediarlo por las bravas y por eso, para cargárselo, tuvieron que boicotearlo, enviando a un falso grupo de extrema izquierda para que lo reventara y prohibiéndolo ya no por la censura, sino por la alarma social que creaba.
Las Madres llegasteis a editar un single y parte de un Lp, ¿no?
Llegamos a editar un single, con “La niña tonta...” y “A beneficio...”, que editó Talar, una subsidiaria de Els 4 Vents en la que había metido dinero una productora cinematográfica que quería invertir en la música y de la que nunca más se supo. Lo grabamos en Barcelona, con arreglos de Pi de la Serra y Toti Soler tocando la guitarra. Luego, cuando ya nos habíamos separado, sacaron un Lp a traición, “Todo está muy negro”, con varias maquetas, “Al cantante social, con cariño”, “Canción consumo”, “Yo quiero ser pequeño burgués” y completaron con temas de Quintín Cabrera, Els Sapastres, que no tenían mucho que ver... Ahí tocamos nosotros y se nota, aunque también metía alguna guitarra Hilario Camacho.
¿Y por qué se acabó el grupo?
Decidimos dejarlo porque no tenía sentido, hubo gente que además le tocó el momento en el que acabas la universidad y tienes que empezar a trabajar, y a los que queríamos seguir en la música, curiosamente, nos decíamos que nos vendíamos, por querer sacarle dinero para vivir... Pero lo cierto es que no quisimos sacarle rendimiento al nombre de Madres porque yo siempre he creído que cada proyecto es diferente, si cambian las personas se busca otro nombre y punto. Ni siquiera quisimos aceptar alguna oferta que tuvimos, como la de CBS, que querían hacer con nosotros lo que luego consiguieron con La Charanga del Tío Honorio, un grupo divertido pero que no les diera problemas por meterse en política. Aunque luego si que conseguimos esa repercusión con “El hombre del Seiscientos”, y sin tener que cortarnos un pelo...
Tampoco os cortasteis al elegir el nuevo nombre, que es tirando a surrealista.
El nombre, que tengo que reconocer que también tuvimos que cambiar un poco a la fuerza, porque como madres nos habría sido imposible hacer nada más, estábamos vigiladísimos, sale de un chiste que publicó Forges en Informaciones, no me acuerdo muy bien cómo era, sé que alguien decía ‘Desde Santurce a Bilbao’ y otro le respondía en un pequeño bocadillo ‘Blues Band’. La verdad es que ni Forges se acuerda muy bien de qué iba... Lo cierto es que, aparte de “El hombre del seiscientos” tuvimos un éxito tremendo porque, en lo que pretendía ser una parodia del teatro de vanguardia, había un momento que le tirábamos sardinas o arenques al público. Entonces estaba muy de moda aquello de ser provocador haciendo ese tipo de cosas, ibs a, ver una otra y te pegaban, te escupían... Aquello se supone que tenía una intención intelectual que en nuestro caso era simplemente una coña. Pero a la gente le encantaba, hasta el punto que llegamos a actuar 55 días en J.J., donde nadie duraba más de una semana, porque se llenaba hasta la bandera...
Os dejaríais una pasta en la pescadería.
Y tanto; una vez en Logroño llegamos sin pescado, porque no nos habíamos acordado, y el empresario dijo que o montábamos el número o no nos pagaba, porque la gente se iba a sentir estafada. Y estaba todo cerrado y no había manera de encontrar nada, al final pagamos sardinas frescas a precio de oro... Otro día, nos avisan de que va a ir a vernos un comisario, un tipo muy duro, y le decimos al propietario que no se preocupe, que las canciones más duras, como “El garrote”, que no las tocamos. Pero no, lo que quería el tío era advertirnos que las sardinas se las teníamos que tirar a él, y cada vez que le acertábamos en la copa y se le deshacía el pescado en el cubata se partía de risa.
Se nos ha olvidado dar la formación del nuevo grupo...
Ah, si; de las Madres seguíamos en Desde Santurce... Antonio Piera y yo, y entraron Javier Estrella a la percusión, Álvaro Ibernia al bajo, Paco Muñoz a la batería y Jordi Pi a la guitarra, que aparte de componer muchos temas era un tío que te hacía reir hasta con los instrumentales. Les fuimos conociendo en actuaciones, nos veían, les gustaba y se apuntaban... Luego colaboraban en al composición Jorge Krahe y Carlos Montero, que también era nuestro arreglista, igual que hacía esa época con Aute.
El Lp “Vidas ejemplares”, de “Desde Santurce a Bilbao Blues Band” lo grabasteis en mucho mejores condiciones, ¿no?
Nos fichó Alain Milhaud porque nos recordaba de “Castañuela 70” y lo que aquello había significado, y porque me conocía de mi trabajo en discográficas como Sonoplay y la CFE (Compañía Fonográfica Española) en donde coincidí con él. Nosotros éramos un desastre pero supo encauzarnos, a mi me hizo cantar tres tonos por encima del mío, que no sé aún como lo conseguí. El disco sonaba muy bien y además colaboraban Massiel, que cantaba “Soy la mujer”, Vainica Doble, Rosa León, Carmen y Macu de Aguaviva...
Sin embargo, poco a poco te fuiste separando del grupo. ¿Por qué?
Yo me fui desvinculando poco a poco, primero porque cada vez tenía más trabajo como periodista y luego porque veía que había que buscar un nuevo lenguaje, que los tiempos cambiaban también para nosotros. El final de todo fue en una actuación en San Sebastián, en Matutene, en pleno 19 de noviembre del 75. A Álvaro, que me sustituía como cantante, no se le ocurrió otra cosa que salir a escena disfrazado de Juan Carlos I y con una calavera en al mano, y empezar a hacer chistes sobre el equipo médico habitual. Claro, a los cinco minutos entró una compañía entera de la policía nacional y se los llevó a todos a comisaría, menos al batería, que era un venezolano contratado para el bolo y que el pobre no se enteraba de nada, y afortunadamente le creyeron. Yo de aquella me libré, pero hubo otras, como una en Coruña, en al que me acabaron multando aunque demostré que ni siquiera estaba allí...
¿Y el resto, porqué no siguieron?
Bueno, lo primero es que después de aquello de acabar en al comisaría se quedaron un poco acojonados, luego que conmigo fuera ya no había material... Y que tampoco tenía sentido. Era el momento que los cantautores recogieran su merecido homenaje y todo eso, pero había que buscar otra manera de expresarse, que yo creo que encontré con los Kwai, años después, aunque esa es otra historia. Ellos siguieron con otra gente y fundaron La Teta Atómica, que acabaría por ser Clavel y jazmín, el grupo del que salió Paco Clavel. Pero ya no tuvo la misma repercusión, no era lo mismo. Aunque creo que hoy, todo aquello, suena más bestia que nunca. Si, es buen momento para recuperarlo.
Y ahora, como interesantísimo remate a la conversación, un pequeño apéndice; el mismo Antonio Piera remitió este texto en el que recuerda su paso por la cárcel, episodio que mencionaba en su entrevista Moncho Alpuente:
¿En la cárcel, en el exilio o en el batallón disciplinario?
"Nunca he sido partidario de contar en público historias biográficas de la militancia antifranquista, porque todas tienen un regusto de abuelo Cebolleta y un trasfondo de factura impagada, y porque ambas son formas de proceder de las que huyo como de la peste, las primeras porque te aviejan más aún y las otras, tan comunes entre tantos necesitados de currículo, porque envilecen. Pero me resulta imposible resistirme al anecdotario evocador, que tiene otras tripas y a veces hasta divertidas, y por eso escribo esto, porque tampoco han pasado tantos años, qué coño, de cuando nos acechaban los sociales y nos perseguían los grises o los civiles, y me fastidia que todo el mundo se empeñe en olvidarlo como si hubiera ocurrido en la noche de los tiempos, más o menos coetáneo con el diluvio universal.
En los años 68 y 69 de aquella era, las Madres éramos un grupo de amigos y conocidos con abundantes y prolijas convicciones revolucionarias, antifascistas, republicanas y antiimperialistas (¡toma ya, lo dije!), algunos de los cuales incluso militantes en organizaciones clandestinas, y que hasta acogía en sus filas dignos representantes del revisionismo, en extraordinario alarde de heterodoxia que no siempre comprendían bien nuestros superiores jerárquicos. Hasta debo decir que algunos estuvimos en la creación y desarrollo de una asociación ultraizquierdista llamada Unión Popular de Artistas, que alcanzó cierto protagonismo en el sector. No era la disciplina ciega nuestra virtud más destacada, aunque sí nos animaban la utópica convicción de que aquello servía para algo, la certeza de que había que hacer algo y la necesidad biológica de acabar con Franco padre o con algo, vaya usted a saber, de lo que no nos gustaba nada, que era mucho.
Profundas y muy concretas convicciones, como puede observarse, pero que, aunque parezca mentira, nos colocaban de oficio en la vanguardia radical de una sociedad ciertamente adocenada (para nosotros aborregada, que por eso éramos radicales), que asumía el franquismo como mal menor, en la que las mujeres seguían necesitando el permiso de sus maridos para sacarse el carnet de conducir o abrir cuenta en un banco, y en la que el fútbol, los toros y la música yeyé actuaban como bálsamo o cataplasma. Todos pagamos por ello, en mayor o menor medida, tanto como grupo perseguido, censurado y agobiado, de trayectoria preñada de prohibiciones, como individualmente, ya que algunos pasamos de los lóbregos calabozos de la Dirección General de Seguridad, a la cárcel de Carabanchel (menos mal que estaba Chicho, lo que ayudaba mucho, sobre todo a los demás), a la de Jaén, al batallón disciplinario de Plasencia o al dorado champán del exilio en París a tiempo de ver a los comuneros zamoranos de Agustín en La Boule d’Or.
No era para tanto, se dirá sin duda el que escuche ahora nuestras canciones de entonces, pero el caso es que sí lo fue, aparente contrasentido cuyos principales aliados eran la absoluta falta de sentido del humor de los estirados próceres de una patria soberbia y estúpida, la cerril obediencia de sus testaferros bobos, censores o policías, la necedad de los militares, el miedo de los que iban a heredar el sistema y la desconfianza de los que gestaban la platajunta escondiendo sus concesiones. A todos ellos les doy las gracias, en grupo y uno a uno si hiciera falta, porque sin ellos no me habría divertido tanto, ni me hubiera podido creer Robin Hood. Las Madres del Cordero reivindican ahora un lugar al sol, en una esquina, desde el que puedan seguir observando el mundo de alrededor y sonriendo ante lo que ven por la comisura de los ojos. Amen. (Antonio Piera)
Bueno, empecemos por lo obvio... ¿Qué fue primero, las madres o el cordero?
Todo surgió de unas letras que escribí en el colegio, que fueron las que al final acabaron siendo “En beneficio de los huérfanos” y “La niña tonta de familia rica”. No tenía formación alguna como músico, pero cuando escribo me gusta buscarle una melodía al mismo tiempo. Y de que siempre he preferido hacer canciones que simples versos. A la primera ‘madre’ que conozco es a Antonio Piera, al que conozco del colegio, de los ‘boy scouts’, de la escuela de periodismo... Él tenía una guitarra y sabía tocar algo, aunque toda su experiencia era en la tuna. Lo primero que salió, más o menos en 1969, fue el nombre, lo de Madres del Cordero, porque nos recordaba a Zappa y sus Mothers of Invention. No es que pudiéramos soñar en ser como ellos, que su nivel musical era inalcanzable para nosotros, que éramos algo mucho más precario. Pero su manera de enfrentarse a la vida, su actitud, era algo que si que nos creíamos capaces de lograr. Nuestra primera actuación fue en el colegio Salesianos, en Atocha, y había gente en el escenario que no hacía nada, porque no teníamos muy claro qué podíamos hacer. Nos tiraba un poco lo del folk pero porque parecía lo más sencillo, no teníamos dinero para instrumentos, ni sabíamos tocarlos, así que una guitarra eléctrica parecía una utopía. Teníamos, en el mejor de los casos, un contrabajo de alquiler, otra guitarra que le dejaba Luis Mendo (luego en Suburbano) a Piera, unos bongos...
¿Quienes eran las otras madres?
Aparte de Piera y yo, entró Luis Cocodi, al que llamábamos también ‘El Pimpi’ por lo de ‘Pimpionela Escarlata’, y porque se metía en muchos fregados clandestinos por temas políticos. A Luis le encantaba cantar por Larralde y Cafrune. Luego llegó Arturo Bodelón, que era un gallego que había llegado a Madrid recomendado a Elisa serna y creo que llegó a actuar con ella una vez, tocando los bongos. Pero cuando empezamos a ser un grupo, si no serio, si más o menos correcto dentro de lo que cabía esperar, fue cuando llegó Jero Martínez. Él era algo mayor y tenía nociones de música, de hecho hoy sigue siendo músico y sigue trabajando con muchos grupos de teatro. Él nos convirtió en una especie de orquestina que ya se podía defender en un escenario... También estaban Antonio Gómez, al que llamábamos ‘La madrastra’ porque era una especie de ideólogo de todo el asunto, el más teórico. Escribía poesía y era crítico musical en periódicos y revistas universitarias, y creo que solo llegó a actuar en ‘Castañuela 70’, porque necesitábamos un director de orquesta. Nieves Córcoles llevaba los asuntos organizativos, pero queríamos que se la considerara una más del grupo y de hecho salió en los carteles, como aquel que nos hizo Aute.
Y también había un cierto número de madres ‘honorarias’ e ilustres...
Nos ayudaba gente como Luis Mendo, Elisa Serna, Hilario Camacho, Jorge Krahe (que era el hermano pequeño de Javier, que entonces vivía en Canadá le mandaba letras), Jesús Munárriz, Rosa León, Fernando Brassó, un batería del que nunca volvimos a saber... Por cierto, en las grabación de los temas que lugo acabarían por ser editados Jorge Krahe sustituyó a Antonio Piera, que eventualmente estaba en el exilio, en la cárcel o en la mili (no nos lo pudo precisar)... Pero lo cierto es que cuando estuvo en la cárcel tuvo como compañero de celda a Chicho Sánchez Ferlosio, y ahí compusieron algunos temas para las Madres, aunque nunca se grabaron porque, claro, eran tremendos. Aunque luego yo rescaté alguna de esas canciones apócrifas y eróticas con los Kwai...
¿Cómo surge la colaboración con Tábano?
Tras algunas actuaciones por nuestra cuenta en colegios mayores, parroquias enrolladas, centros clandestinos obreros y lugares así, contactaron con nosotros Los Goliardos, un grupo de teatro, con los que estuvimos colaborando en el 70. Luego ya llegaron Tábano y surgió lo de “Castañuela 70”. Ya para entonces sonábamos un poco mejor, y Jero hasta había metido algún arreglito de mandolinas, o un violín. La verdad es que cuando nos juntábamos con ellos vimos que la cosa funcionaba, porque discutíamos más que ensayábamos y eso siempre es buena señal.
En aquella época el rock no estaba bien visto, no ya sólo por el régimen sino entre muchos miembros de la oposición, que lo detestaban por imperialista...
Pero aquel año todo comenzó a cambiar. Entonces comenzaron a surgir los primeros bares como La Vaquería y otros principalmente de la zona de Barquillo, en los que ya se podía mezclar a Paco Ibañez y Pink Floyd, que hasta entonces era algo impensable. La gente era lo que pedía, pero había quien, en cuanto sonaba una guitarra eléctrica, le daba un ataque, y si decías que te gustaba te acusaba de imperialista y pro yanqui... Por más que le decíamos que Bob Dylan era lo más antiyanqui de mundo, había que sacar a colación lo de Pete Seeger para que se tranquilizara... Tábano eran diferentes a los otros grupos de teatro, hacían espectáculos incomprensibles pero muy divertidos. La verdad es que aunque todo seguía siendo muy underground ellos ya tenían una infraestructura que nos vino muy bien. Y sobre todo nos apetecía salir del rollo de la catequesis política, que con todos reunidos cantando muy serios “Vientos del pueblo” parecía más una misa que un concierto. Nos dimos cuenta que a la gente le gustaba mucho más esto, y que además se montaba mucho más escándalo y era más efectivo. Como sería la cosa que acabamos por disolvernos porque ya nos era imposible actuar, si no nos prohibían directamente las actuaciones llamaban a los locales que nos contrataban y, de manera muy sibilina, amenazaban con boicotearnos...
Una lástima, porque supongo que gracias al prestigio logrado con “Castañuela” seríais muy populares en sectores antirégimen...
Si, pero precisamente el éxito nos creó muchos problemas. Era la primera vez que un grupo de teatro independiente saltaba a los circuitos comerciales, con la difusión que eso garantizaba. Los grupos se sometían a un reglamento por el que tenían cierta libertad pero, por ejemplo, sólo podían actuar un día en la misma plaza; no podía funcionar el boca a boca porque al día siguiente ya no estabas, si te habían visto cuatro ya no había otra oportunidad. Pero aquello fue diferente; estrenamos en agosto y luego tuvimos todo vendido para los dos meses siguientes, y como no lo habían prohibido de antemano, pues ya no podían hacerlo, porque era como admitir que les habíamos engañado...
¿Y cómo ‘colásteis’ a los censores la “Castañuela”? ¿Acaso se creían, por el título, que era algo folklórico?
Bueno, primero te cuento cómo se montó todo. Al principio, el espectáculo tenía dos partes; una, más seria, en la que se hablaba de al situación de España, concebida por Alberto Alonso. La otra, de Juan Margallo, era más frívola, más de parodia y charanga. Una especia de “Don Álvaro o la fuerza del sino” en versión Manolita Chen. Al final fue esta última la que se fue imponiendo y Alonso se ‘llevó’ sus ideas, la colaboración entre Tábano y las Madres se hizo más directa, más colectiva, y yo llegué a incluir varios sketchs... A la censura se lo pasamos porque, tanto en el libreto como en la representación que hicimos para ellos, le quitamos toda la carga satírica, la intención, que en ‘castañuela 70’ lo era todo. Y no le encontraron nada raro. Claro, cuando lo pusimos en escena todo era lo mismo, pero no tenía nada que ver, era una verdadera barbaridad para la época. Les volvimos locos, pero ya era tarde para remediarlo por las bravas y por eso, para cargárselo, tuvieron que boicotearlo, enviando a un falso grupo de extrema izquierda para que lo reventara y prohibiéndolo ya no por la censura, sino por la alarma social que creaba.
Las Madres llegasteis a editar un single y parte de un Lp, ¿no?
Llegamos a editar un single, con “La niña tonta...” y “A beneficio...”, que editó Talar, una subsidiaria de Els 4 Vents en la que había metido dinero una productora cinematográfica que quería invertir en la música y de la que nunca más se supo. Lo grabamos en Barcelona, con arreglos de Pi de la Serra y Toti Soler tocando la guitarra. Luego, cuando ya nos habíamos separado, sacaron un Lp a traición, “Todo está muy negro”, con varias maquetas, “Al cantante social, con cariño”, “Canción consumo”, “Yo quiero ser pequeño burgués” y completaron con temas de Quintín Cabrera, Els Sapastres, que no tenían mucho que ver... Ahí tocamos nosotros y se nota, aunque también metía alguna guitarra Hilario Camacho.
¿Y por qué se acabó el grupo?
Decidimos dejarlo porque no tenía sentido, hubo gente que además le tocó el momento en el que acabas la universidad y tienes que empezar a trabajar, y a los que queríamos seguir en la música, curiosamente, nos decíamos que nos vendíamos, por querer sacarle dinero para vivir... Pero lo cierto es que no quisimos sacarle rendimiento al nombre de Madres porque yo siempre he creído que cada proyecto es diferente, si cambian las personas se busca otro nombre y punto. Ni siquiera quisimos aceptar alguna oferta que tuvimos, como la de CBS, que querían hacer con nosotros lo que luego consiguieron con La Charanga del Tío Honorio, un grupo divertido pero que no les diera problemas por meterse en política. Aunque luego si que conseguimos esa repercusión con “El hombre del Seiscientos”, y sin tener que cortarnos un pelo...
Tampoco os cortasteis al elegir el nuevo nombre, que es tirando a surrealista.
El nombre, que tengo que reconocer que también tuvimos que cambiar un poco a la fuerza, porque como madres nos habría sido imposible hacer nada más, estábamos vigiladísimos, sale de un chiste que publicó Forges en Informaciones, no me acuerdo muy bien cómo era, sé que alguien decía ‘Desde Santurce a Bilbao’ y otro le respondía en un pequeño bocadillo ‘Blues Band’. La verdad es que ni Forges se acuerda muy bien de qué iba... Lo cierto es que, aparte de “El hombre del seiscientos” tuvimos un éxito tremendo porque, en lo que pretendía ser una parodia del teatro de vanguardia, había un momento que le tirábamos sardinas o arenques al público. Entonces estaba muy de moda aquello de ser provocador haciendo ese tipo de cosas, ibs a, ver una otra y te pegaban, te escupían... Aquello se supone que tenía una intención intelectual que en nuestro caso era simplemente una coña. Pero a la gente le encantaba, hasta el punto que llegamos a actuar 55 días en J.J., donde nadie duraba más de una semana, porque se llenaba hasta la bandera...
Os dejaríais una pasta en la pescadería.
Y tanto; una vez en Logroño llegamos sin pescado, porque no nos habíamos acordado, y el empresario dijo que o montábamos el número o no nos pagaba, porque la gente se iba a sentir estafada. Y estaba todo cerrado y no había manera de encontrar nada, al final pagamos sardinas frescas a precio de oro... Otro día, nos avisan de que va a ir a vernos un comisario, un tipo muy duro, y le decimos al propietario que no se preocupe, que las canciones más duras, como “El garrote”, que no las tocamos. Pero no, lo que quería el tío era advertirnos que las sardinas se las teníamos que tirar a él, y cada vez que le acertábamos en la copa y se le deshacía el pescado en el cubata se partía de risa.
Se nos ha olvidado dar la formación del nuevo grupo...
Ah, si; de las Madres seguíamos en Desde Santurce... Antonio Piera y yo, y entraron Javier Estrella a la percusión, Álvaro Ibernia al bajo, Paco Muñoz a la batería y Jordi Pi a la guitarra, que aparte de componer muchos temas era un tío que te hacía reir hasta con los instrumentales. Les fuimos conociendo en actuaciones, nos veían, les gustaba y se apuntaban... Luego colaboraban en al composición Jorge Krahe y Carlos Montero, que también era nuestro arreglista, igual que hacía esa época con Aute.
El Lp “Vidas ejemplares”, de “Desde Santurce a Bilbao Blues Band” lo grabasteis en mucho mejores condiciones, ¿no?
Nos fichó Alain Milhaud porque nos recordaba de “Castañuela 70” y lo que aquello había significado, y porque me conocía de mi trabajo en discográficas como Sonoplay y la CFE (Compañía Fonográfica Española) en donde coincidí con él. Nosotros éramos un desastre pero supo encauzarnos, a mi me hizo cantar tres tonos por encima del mío, que no sé aún como lo conseguí. El disco sonaba muy bien y además colaboraban Massiel, que cantaba “Soy la mujer”, Vainica Doble, Rosa León, Carmen y Macu de Aguaviva...
Sin embargo, poco a poco te fuiste separando del grupo. ¿Por qué?
Yo me fui desvinculando poco a poco, primero porque cada vez tenía más trabajo como periodista y luego porque veía que había que buscar un nuevo lenguaje, que los tiempos cambiaban también para nosotros. El final de todo fue en una actuación en San Sebastián, en Matutene, en pleno 19 de noviembre del 75. A Álvaro, que me sustituía como cantante, no se le ocurrió otra cosa que salir a escena disfrazado de Juan Carlos I y con una calavera en al mano, y empezar a hacer chistes sobre el equipo médico habitual. Claro, a los cinco minutos entró una compañía entera de la policía nacional y se los llevó a todos a comisaría, menos al batería, que era un venezolano contratado para el bolo y que el pobre no se enteraba de nada, y afortunadamente le creyeron. Yo de aquella me libré, pero hubo otras, como una en Coruña, en al que me acabaron multando aunque demostré que ni siquiera estaba allí...
¿Y el resto, porqué no siguieron?
Bueno, lo primero es que después de aquello de acabar en al comisaría se quedaron un poco acojonados, luego que conmigo fuera ya no había material... Y que tampoco tenía sentido. Era el momento que los cantautores recogieran su merecido homenaje y todo eso, pero había que buscar otra manera de expresarse, que yo creo que encontré con los Kwai, años después, aunque esa es otra historia. Ellos siguieron con otra gente y fundaron La Teta Atómica, que acabaría por ser Clavel y jazmín, el grupo del que salió Paco Clavel. Pero ya no tuvo la misma repercusión, no era lo mismo. Aunque creo que hoy, todo aquello, suena más bestia que nunca. Si, es buen momento para recuperarlo.
Y ahora, como interesantísimo remate a la conversación, un pequeño apéndice; el mismo Antonio Piera remitió este texto en el que recuerda su paso por la cárcel, episodio que mencionaba en su entrevista Moncho Alpuente:
¿En la cárcel, en el exilio o en el batallón disciplinario?
"Nunca he sido partidario de contar en público historias biográficas de la militancia antifranquista, porque todas tienen un regusto de abuelo Cebolleta y un trasfondo de factura impagada, y porque ambas son formas de proceder de las que huyo como de la peste, las primeras porque te aviejan más aún y las otras, tan comunes entre tantos necesitados de currículo, porque envilecen. Pero me resulta imposible resistirme al anecdotario evocador, que tiene otras tripas y a veces hasta divertidas, y por eso escribo esto, porque tampoco han pasado tantos años, qué coño, de cuando nos acechaban los sociales y nos perseguían los grises o los civiles, y me fastidia que todo el mundo se empeñe en olvidarlo como si hubiera ocurrido en la noche de los tiempos, más o menos coetáneo con el diluvio universal.
En los años 68 y 69 de aquella era, las Madres éramos un grupo de amigos y conocidos con abundantes y prolijas convicciones revolucionarias, antifascistas, republicanas y antiimperialistas (¡toma ya, lo dije!), algunos de los cuales incluso militantes en organizaciones clandestinas, y que hasta acogía en sus filas dignos representantes del revisionismo, en extraordinario alarde de heterodoxia que no siempre comprendían bien nuestros superiores jerárquicos. Hasta debo decir que algunos estuvimos en la creación y desarrollo de una asociación ultraizquierdista llamada Unión Popular de Artistas, que alcanzó cierto protagonismo en el sector. No era la disciplina ciega nuestra virtud más destacada, aunque sí nos animaban la utópica convicción de que aquello servía para algo, la certeza de que había que hacer algo y la necesidad biológica de acabar con Franco padre o con algo, vaya usted a saber, de lo que no nos gustaba nada, que era mucho.
Profundas y muy concretas convicciones, como puede observarse, pero que, aunque parezca mentira, nos colocaban de oficio en la vanguardia radical de una sociedad ciertamente adocenada (para nosotros aborregada, que por eso éramos radicales), que asumía el franquismo como mal menor, en la que las mujeres seguían necesitando el permiso de sus maridos para sacarse el carnet de conducir o abrir cuenta en un banco, y en la que el fútbol, los toros y la música yeyé actuaban como bálsamo o cataplasma. Todos pagamos por ello, en mayor o menor medida, tanto como grupo perseguido, censurado y agobiado, de trayectoria preñada de prohibiciones, como individualmente, ya que algunos pasamos de los lóbregos calabozos de la Dirección General de Seguridad, a la cárcel de Carabanchel (menos mal que estaba Chicho, lo que ayudaba mucho, sobre todo a los demás), a la de Jaén, al batallón disciplinario de Plasencia o al dorado champán del exilio en París a tiempo de ver a los comuneros zamoranos de Agustín en La Boule d’Or.
No era para tanto, se dirá sin duda el que escuche ahora nuestras canciones de entonces, pero el caso es que sí lo fue, aparente contrasentido cuyos principales aliados eran la absoluta falta de sentido del humor de los estirados próceres de una patria soberbia y estúpida, la cerril obediencia de sus testaferros bobos, censores o policías, la necedad de los militares, el miedo de los que iban a heredar el sistema y la desconfianza de los que gestaban la platajunta escondiendo sus concesiones. A todos ellos les doy las gracias, en grupo y uno a uno si hiciera falta, porque sin ellos no me habría divertido tanto, ni me hubiera podido creer Robin Hood. Las Madres del Cordero reivindican ahora un lugar al sol, en una esquina, desde el que puedan seguir observando el mundo de alrededor y sonriendo ante lo que ven por la comisura de los ojos. Amen. (Antonio Piera)
Comments:
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coño, estos eran como el pegamín, hasta tenían un benputa y un falso grupo de extrema izquierda haciéndoles un favor. el de la foto es familia tuya, no?
pregunta; que es mas corto, un ciclo lunar o en darle la vuelta a la madre de ender para follarsela por el ojete???
Ambos se quedan cortísimos comparados con el perímetro del criterio musical de Basurito, que los triplica.
La entrevista está de puta madre. A mí Moncho me ha recordado siempre un poquito al poli de los Simpsons, aunque le tengo mucho respeto. No pisa Madrid, ¿no?
quería decir que sería capaz de ir andando a la Luna y volver con tal de que por ende me folléis el ojete.
si, si que viene regularmente, pero en fines de semana y fiestas de guardar se va a su maison segoviana.
CONVOCATORIA. he hablado con Julito y convoco a Fruni y Ender para tomar unas cañas esta semana. hablad.
Yo voy si va Ender...oye Fruno...crees que ya es tiempo de chanclas? es que yo también soy de esa cuerda...si te las pones me las pongo y echamos una guerrilla de chanclas...Ender, te pondrás tú las tuyas de piscina?
Yo este verano voy a ir directamente descalzo por la calle. Es buenísimo para los juanetes y para el riego.
A lo de las cañas voy sólo si viene Basuri. No sé cómo tengo la semana. Esta tarde no puedo, mañana en principio sí.
A lo de las cañas voy sólo si viene Basuri. No sé cómo tengo la semana. Esta tarde no puedo, mañana en principio sí.
Yo era el de la forofofobia sólo, que era un comentario banal y simpático, de lunes por la mañana. No me haría pasar por Basurito ni por todo el Criterio Musical del mundo.
PUTOS ROJOS VOY HA LLAMAR A MIS KOLEGAS LEGIONARIOS DE SAN COSME PARA QUE SE MEEN EN VUESTRAS CAÑAS Y BIOLEN A BUESTRAS MADRES, HIJOS DE PUTA!!!
Puñofobia? Ah...no,no...eso es lo que tiene tu madre, desde la última vez que le metí el brazo hasta el codo, y no tocaba fondo!!! qué hijadeputa, tiene El Abismo Negro en el caca!!! La próxima vez le meteré esas sogas que utilizan los barcos para medir profundidad: ya lo veo, soltando maroma "quince pies", "nada, aun no"...la verdad es que cuando le metí el brazo noté que algo me lamía los dedos, era el perro que se había perdido y no sabía salir...cuando intenté sacar el brazo un señor me pidió que le entregara una nota a su familia, era un comercial de Ono, que sin querer se había quedado allí pillado...dijo que había una tertulia muy interesante y que no les faltaba requesón fresco...desde entonces,tengo la piel del brazo como mustia...
tu puta madre es mago, pero en vez de sacar palomas de un sombrero, hace desaparecer Palomares (el pueblo) en el coño y tiene universofobia, lo del big bang fue en verdad una gang bang que se montó con los primos de Galactus. fue la única vez que se puso cachonda, tanto que explotó y llenó el universo de pedacitos de puta. Cada vez que mister 77 hace un boquete en la playa para que no se le note el palote, se la está follando.
por cierto, habéis visto la romeria que han montado este verano en boadilla? la mayoría de grupos que vienen son modernos coñazo y hace años juré que no volvía a juntarme con bakalas, pero igual a vosotros que estais en la flor de la vida y os pilla cerca, os interesa.
www.summercase.com
www.summercase.com
Yo me acabo de enterar de que viene Paul Weller al MetroRock. Paul Weller toca entre Bebe y Melendi, creo.
¿Brujeria? ¿Los de siempre, esos que hicieron la versión metalera del Macarena? ¿Y cómo han logrado sobrevivir a su tren de vida, por dios?
los mismos. pues tampoco será para tanto pero en el cortijo wiggins somos muy fans y nos jode que no vengan a madriz a fumarse unos trócolos en nuestra piscina.
Yo todo lo que provenga del entorno de Mike Patton también me mola, pero estos creía que se habían muerto todos.
Oye, que el que está diciendo las chorradas de las fobias soy yo, que ya lo he dicho antes... Para una vez que juego al anonimato y me confundís con todo un Basurito... Prefiero la muette.
Fruno, las imitaciones dejáselas a Moncho Borrajo...ah!, y dejad a mi pobre herman@ en paz, bastante tiene con lo que tiene...
Ender, no te lo vas a creer, tío! Te acuerdas que te dije que me habían robado un trailer de 16 ruedas? Pues que va, macho, que estaba en el coño de tuputamadre, que es como la Fosa de las Marianas...jo, que alegrón...estaba yo ahí con mi kit de supervivencia del Coronel Tapioca, con mi linterna de campaña,veo algo brillar, cerca del útero y, detrás de unas obras que están haciendo allí, al lado de un poblado gitano, y que crees que había? Mi trailer, tronco...que guarra que es, qué no?
Ender, no te lo vas a creer, tío! Te acuerdas que te dije que me habían robado un trailer de 16 ruedas? Pues que va, macho, que estaba en el coño de tuputamadre, que es como la Fosa de las Marianas...jo, que alegrón...estaba yo ahí con mi kit de supervivencia del Coronel Tapioca, con mi linterna de campaña,veo algo brillar, cerca del útero y, detrás de unas obras que están haciendo allí, al lado de un poblado gitano, y que crees que había? Mi trailer, tronco...que guarra que es, qué no?
No sé si llegarás a leer esto entre tanto comentario, pero gracias por el post, Darío. Igual soy el único, pero son la clase de artículos -ese y el de Sandra, no la recordaba tan hermosa- que me hacen volver a este blog.
Saludos,
brassneck.
Saludos,
brassneck.
Oju comostá la página. Sus follan a unos pocos y otrostais pal mani. ¿Pensais enalgomas?
Pues pami que lo de la chancla me suena a que no me pises y lo del odio al rojerio a demencia juvenil procopelosantos. ¡
Pues pami que lo de la chancla me suena a que no me pises y lo del odio al rojerio a demencia juvenil procopelosantos. ¡
Ese Alpuente es un pegotero pegado a los cojones de los dueños de El País y los corruptos del PSOE. Menos batallitas.
Coño, esto sí que es de coña. Justo ahora que acabo de leerme el libro de Castañuela 70 encuentro, por purita casualidad, buscando una canción de Hilario, este blog y esta entrada... efectivamente, puedo dar fe de que Jero sigue activo musicalmente y muy activo. Véase "Jazz Lemon".
Salud
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