sábado, 17 de junio de 2006
Pateando la calle: Down in the tube station...por la mañana
Hace un par de días, por darme un baño de realidad y mezclarme con el pueblo llano, estuve utilizando, durante dos jornadas, el escalofriante y casposo "Transporte Público" del Consorcio EMT-Metro-Cercanías de Madrid...ya saben, ese Metro "que vuela" o ese Cercanías en el que uno se desplaza, según los spot publicitarios, desde su chalet, en una zona privilegiada del extrarradio madrileño, al centro para hacer unas gestiones, cómodamente sentado en un asiento que parece diseñado por Philippe Starck, oyendo música lounge suavecita, rodeado por hombres y mujeres como de la Agencia Élite...Pero estando en el andén, perdido en estos pensamientos, me martiriza un prurito mental, como un "algonomecuadra", al ver que la gente que le rodea no responde al perfil que nos presentaba el anuncio, más bien al contrario: son gente fea, rechoncha, con cara de mala hostia y que habla a voces...piensas : "será el personal de mantenimiento"...aunque, joder, son muchos. Una multitud, de hecho. Pero uno, que cree en la publicidad ,y a pies juntillas en todo lo que digan por la tele, se reconforta a sí mismo: "claro, son tantos para tener los trenes-bala tan pulcros como se ven en los anuncios". Divertido con este pensamiento, deja volar la imaginación fijando sus ojos en una chavalita que repite como un muñeco de cuerda "tíatíatíatía" pensando que, en cuanto se acomode en el megaasiento de cuero de potro que le corresponde, le va a pedir a la chica, seguramente azafata del Cercanías, que le sirva algo fresquito.
De pronto llega el tren. Visto así, de cerca, y a esas horas de la mañana, no parece precisamente el Shinkansen, pero, bueno, qué sabrá uno, si es de Letras Puras. Cuando para completamente y se abren las puertas nos damos de bruces con El Horror: 2 millones de personas, embutidas en un vagón que, según la placa, tiene 190 plazas. Tu mente te echa un cable: "a lo mejor, a los habitantes de Parla les ha dado por hacer una gracieta de esas de Record Guinness y meterse todo el pueblo en el vagón". Pero no. Esto es así. Empujado por Los Morlocks del andén, te ves izado en volandas, como un Eddie Vedder de apeadero, para estrecharte en un fuerte, húmedo (de sudor) y desagradable frotamiento con quién te toque. Ahí, todavía, agarrándome a un resto de candor infantil, llegué a pensar que quizás me tocara Linda Evangelista como compañera de viaje. Oh, destino cruel, Hado infausto!!! Que va. Me tocó un albañil rumano, con un aliento tan penetrante que llegué a pensar que durante la noche, el gato, sintiéndose mal, habría ido a morir en la boca de su amo. Solo al finalizar el viaje me dí cuenta que mis cejas, situadas a unos centímetros de su boca, lucían un bonito y moderno tono rubio ceniza. Hacía ya 2 años y pico que, salvo días muy concretos, no utilizaba el transporte público y no recordaba la experiencia tan "intensa". Traté de enfocar el tema como una experiencia de Reenacting, como una recreación del transporte de presos judíos a los Campos de Trabajo. Pero no. Le cantaba tanto la petaca a mi amigo rumano que me era imposible concentrarme en nada.
Amanecía un bonito día lleno de posibilidades :P
El viaje desde mi barrio a la estación de Atocha son apenas 8 minutos escasos, pero es uno de esos momentos en la vida en que pareces haber tropezado con un pliegue del continuo espacio-tiempo.Bueno: tropezado, trastabillado y encalomándote una hostia de campeonato. De pronto, como decía, el tiempo se alaaaaaaaaaaaaaargaaaaaaa, se distorsiona y no sabe uno ya cuanto lleva sintiendo ese aliento en el cogote o por qué, aunque el día está fresquito, tiene todos los poros abiertos y está sudando como un gocho.
De improviso, perdida ya toda esperanza, una voz robótica anuncia que estamos entrando en la infausta Estación de Atocha. Cuando el tren para y se abren las puertas, tras ser placado por dos señoras con pinta de Orcos de Moria que muy amablemente me sacaron en volandas del vagón, y tras intercambiar números de teléfono con mi buen amigo Sorin Dumitru, me encamino a hacer transbordo a la Línea 1 de Metro y que siga la fiesta. Esto es una acción de mucho mérito porque Atocha Renfe, en hora punta, es como estar en una manifestación pero sin gritar consignas molonas y que nadie te pase un peta.
Si el Cercanías es flipante el Metro es fantasía pura. Ya llegando a los tornos hay una aglomeración acojonante de gentío. Cuando ví lo que me esperaba se me escapó un sollozo. Tras dejar pasar dos convoys me toca a mi. Estoy en primera fila. Ahora podré pillar un asiento, ojear el libro que llevo en la mano (y que no sé ya cuál es porque el sudor de mi mano ha borrado la ilustración de portada y parece esas zapatillas curvadas y sin color que se ven en los descampaos), y estirarme un poco.
JÁ-JÁ!!! INOCENTE!!!
En el vagón de Metro están los otros 3 millones de madrileños que, unidos a los 2 que venían en el tren, hacen los 5 millones censados en la provincia. Qué les voy a decir? Pues más de lo mismo: oriundos del Cono Sur hablando a gritos, señoras que dejarían petrificado a Flash en una carrera para pillar asiento, señores con pinta de marqueses con su ADN o su Qué! desplegado a tope. Y mucho calor. Y un olor a sudor Gran Reserva: envejeciendo durante cuatro años en la barrica de roble que es la axila de ese señor.
En verdad he de decir que el otro día no me ocurrió nada fuera de lo normal en el trayecto aparte de las apreturas, calores y mosqueos de rigor si bien he vivido alguna que otra situación "curiosa": el día en que un señor bajito, con su bigote y todo, se quedó dormidito, de pie, con su cabecita en mi pecho y yo le soplaba, levemente, la calva para levantar la cortinilla de pelo con la que se peinaba para entretener a mi acompañante , ya que no nos parecía de buen gusto ir parloteando y perturbar su descanso (si hubiera tenido un puntero láser podría haber organizado, con su ola de pelo, un fantástico espectáculo de luz y sonido). También recuerdo con cariño el día en que una homeless , que hablaba sola y olía a perro muerto, se apretó un bocata de tortilla francesa, de color verde y olor agrio ,y de una parada a otra desalojó el vagón para que prosiguiéramos el viaje, de manera cómoda, 4 valientes y ella (los 4 valientes apiñados en el extremo opuesto del vagón y ella, como una reina, a lo suyo). O esa vez, estando en el instituto, en que 2 skinheads con pinta de malvados, se subieron al vagón donde nos encontrábamos y tras aterrorizar al personal fueron puestos en fuga por el tímido-raruno de clase que les dió sendas dos hostias a cada uno mientras los demás decíamos eso de: "yo he estado a punto de partirles la cara pero ésta me ha agarrado".
En fin, que tras un periplo apasionante, renovado por la sudada y la consiguiente eliminación de toxinas, a paso rápido para sentir el frescor de la calle, uno está deseando llegar al curro, sentarse en su silla, venir aquí a dejar alguna sandez en los comments y ya la cara de asco de su compañera o las tonteridas de la jefatura no le parecen tan insufribles. Sería peor currar allí. En las profundidades.
De pronto llega el tren. Visto así, de cerca, y a esas horas de la mañana, no parece precisamente el Shinkansen, pero, bueno, qué sabrá uno, si es de Letras Puras. Cuando para completamente y se abren las puertas nos damos de bruces con El Horror: 2 millones de personas, embutidas en un vagón que, según la placa, tiene 190 plazas. Tu mente te echa un cable: "a lo mejor, a los habitantes de Parla les ha dado por hacer una gracieta de esas de Record Guinness y meterse todo el pueblo en el vagón". Pero no. Esto es así. Empujado por Los Morlocks del andén, te ves izado en volandas, como un Eddie Vedder de apeadero, para estrecharte en un fuerte, húmedo (de sudor) y desagradable frotamiento con quién te toque. Ahí, todavía, agarrándome a un resto de candor infantil, llegué a pensar que quizás me tocara Linda Evangelista como compañera de viaje. Oh, destino cruel, Hado infausto!!! Que va. Me tocó un albañil rumano, con un aliento tan penetrante que llegué a pensar que durante la noche, el gato, sintiéndose mal, habría ido a morir en la boca de su amo. Solo al finalizar el viaje me dí cuenta que mis cejas, situadas a unos centímetros de su boca, lucían un bonito y moderno tono rubio ceniza. Hacía ya 2 años y pico que, salvo días muy concretos, no utilizaba el transporte público y no recordaba la experiencia tan "intensa". Traté de enfocar el tema como una experiencia de Reenacting, como una recreación del transporte de presos judíos a los Campos de Trabajo. Pero no. Le cantaba tanto la petaca a mi amigo rumano que me era imposible concentrarme en nada.
Amanecía un bonito día lleno de posibilidades :P
El viaje desde mi barrio a la estación de Atocha son apenas 8 minutos escasos, pero es uno de esos momentos en la vida en que pareces haber tropezado con un pliegue del continuo espacio-tiempo.Bueno: tropezado, trastabillado y encalomándote una hostia de campeonato. De pronto, como decía, el tiempo se alaaaaaaaaaaaaaargaaaaaaa, se distorsiona y no sabe uno ya cuanto lleva sintiendo ese aliento en el cogote o por qué, aunque el día está fresquito, tiene todos los poros abiertos y está sudando como un gocho.
De improviso, perdida ya toda esperanza, una voz robótica anuncia que estamos entrando en la infausta Estación de Atocha. Cuando el tren para y se abren las puertas, tras ser placado por dos señoras con pinta de Orcos de Moria que muy amablemente me sacaron en volandas del vagón, y tras intercambiar números de teléfono con mi buen amigo Sorin Dumitru, me encamino a hacer transbordo a la Línea 1 de Metro y que siga la fiesta. Esto es una acción de mucho mérito porque Atocha Renfe, en hora punta, es como estar en una manifestación pero sin gritar consignas molonas y que nadie te pase un peta.
Si el Cercanías es flipante el Metro es fantasía pura. Ya llegando a los tornos hay una aglomeración acojonante de gentío. Cuando ví lo que me esperaba se me escapó un sollozo. Tras dejar pasar dos convoys me toca a mi. Estoy en primera fila. Ahora podré pillar un asiento, ojear el libro que llevo en la mano (y que no sé ya cuál es porque el sudor de mi mano ha borrado la ilustración de portada y parece esas zapatillas curvadas y sin color que se ven en los descampaos), y estirarme un poco.
JÁ-JÁ!!! INOCENTE!!!
En el vagón de Metro están los otros 3 millones de madrileños que, unidos a los 2 que venían en el tren, hacen los 5 millones censados en la provincia. Qué les voy a decir? Pues más de lo mismo: oriundos del Cono Sur hablando a gritos, señoras que dejarían petrificado a Flash en una carrera para pillar asiento, señores con pinta de marqueses con su ADN o su Qué! desplegado a tope. Y mucho calor. Y un olor a sudor Gran Reserva: envejeciendo durante cuatro años en la barrica de roble que es la axila de ese señor.
En verdad he de decir que el otro día no me ocurrió nada fuera de lo normal en el trayecto aparte de las apreturas, calores y mosqueos de rigor si bien he vivido alguna que otra situación "curiosa": el día en que un señor bajito, con su bigote y todo, se quedó dormidito, de pie, con su cabecita en mi pecho y yo le soplaba, levemente, la calva para levantar la cortinilla de pelo con la que se peinaba para entretener a mi acompañante , ya que no nos parecía de buen gusto ir parloteando y perturbar su descanso (si hubiera tenido un puntero láser podría haber organizado, con su ola de pelo, un fantástico espectáculo de luz y sonido). También recuerdo con cariño el día en que una homeless , que hablaba sola y olía a perro muerto, se apretó un bocata de tortilla francesa, de color verde y olor agrio ,y de una parada a otra desalojó el vagón para que prosiguiéramos el viaje, de manera cómoda, 4 valientes y ella (los 4 valientes apiñados en el extremo opuesto del vagón y ella, como una reina, a lo suyo). O esa vez, estando en el instituto, en que 2 skinheads con pinta de malvados, se subieron al vagón donde nos encontrábamos y tras aterrorizar al personal fueron puestos en fuga por el tímido-raruno de clase que les dió sendas dos hostias a cada uno mientras los demás decíamos eso de: "yo he estado a punto de partirles la cara pero ésta me ha agarrado".
En fin, que tras un periplo apasionante, renovado por la sudada y la consiguiente eliminación de toxinas, a paso rápido para sentir el frescor de la calle, uno está deseando llegar al curro, sentarse en su silla, venir aquí a dejar alguna sandez en los comments y ya la cara de asco de su compañera o las tonteridas de la jefatura no le parecen tan insufribles. Sería peor currar allí. En las profundidades.
Comments:
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Usted cree que sólo los feos utilizan el metro? o es que nos volvemos feos en cuanto subimos a uno?
Yo creo que lo segundo, por eso voy siempre en bici.
Yo creo que lo segundo, por eso voy siempre en bici.
Yo solo cogí el metro de Madrid un par de veces, hace unos meses que estuve allí. Me tocó un vagón en el que tenía enfrente a una fila de lo que parecían taciturnos peruanos, que parecían añorar tiempos mejores en las montañas Andinas (eso pensaba yo), todos en silencio ante tí como si estuviesemos jugando una partida de poker...Menos mal que también yo, en esos momentos, voy armado con un libro de bolsillo, del que solo levanto la vista en el momento de cruce de trenes para mirar de reojo las siluetas difuminadas y fantasmales (momento Escalera de Jacob) de los extraños seres de los vagones paralelos.
Hombre....cuando no es hora punta tiene un pase. Puedes leer y no te derrites como la bruja del Mago de Oz. Pero en hora punta...ay, en hora punta es el Purgatorio
Primero a las Barranquillas y ahora se le ocurre utilizar el transporte público en la hora punta...vaya impulso autodestructivo ¿qué pasa, que ha cumplido cuarenta, o es cosa del genotipo?
La usuaria tipa del metro, es mujer y extranjera, perdón, inmigranta y de color(menos blanco,todos). El otro día precisamente estuve en una conversación sobre esto con alguien que no suele utilizarlo y que también se vio rodeado, se dio cuenta que era una rareza: hombre, blanco, cuarenta tacos, heterosexual, con hijos....
La usuaria tipa del metro, es mujer y extranjera, perdón, inmigranta y de color(menos blanco,todos). El otro día precisamente estuve en una conversación sobre esto con alguien que no suele utilizarlo y que también se vio rodeado, se dio cuenta que era una rareza: hombre, blanco, cuarenta tacos, heterosexual, con hijos....
De hecho me estoy replanteando en cambiar la típica novela por algo más visual...Si tuviera un portátil menos pesado me lo llevaba al transporte urbano para leerme el Pegamín ;-) que es como menos intelectual, menos sesudo y más sexudo; la sentencia de muerte para la novela...y la que en breves (alguna carallada tengo ya)daré mi contribución.
Estos reality dramas que nos esa usted narrando van a derivar en lesiones varias...primero yonkis, despues pirus en el metro, lo siguiente sera intentar practicar el sexo anal con una gitana del rastro de esas que venden bragas y cordones de zapatillas o meterse en Chueca sin pantalones y el culo untado en feromonas. Acabaremos leyendo su esquela, D.J.
Sí...soy como los de Jackass pero en plan castizo y con elementos cotidianos...igual un día de éstos intento comerme un Kebab en un garito que he visto en la calle Fuencarral con más mierda que los palos de un gallinero...o me voy a Tráfico a renovar el carnet
Podria tambien tener una cita con usuario anonimo en un cuarto oscuro, llevando dos litros de varon dandy en el cuerpo y un anillito de esos vibradores tan de moda entre los mascachapas puesto en el ciruelo
Usté lo ha dicho: vivir...y eso es incompatible con su persona...tuve que huir en un momento de descuido...tengo los pezones como tetinas de biberón y cuando oigo sit down me meo encima como un perrillo..
Por favor, D.Julito, no me desilusione de esta manera. Al final me va a hacer llorar de verdad. Además, ¿no habíamos quedado que quería que lo atara? A ver si se le aclara un poco esa mente confusa.
Tengo sentimientos encontrados...será mejor que busque ustéz a una persona más centrada y equilibrada y, sobre todo, a una persona que aprecie el que le aten, le amordazen y le den candela....es qeu yo no acabo de pillarle el punto....y lo intento, eh? pero no puedo....adiós, pantera...ha sido presioso...adiós,adiós...
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