lunes, 18 de diciembre de 2006
Pateando la calle: Antón Martín (y 4)
Ni "El Pájaro Espino", oigan. Cuatro entregas (y con muchas palabras) para contar una noche de miseria espiritual, cerveza en vasos sucios y una estancia, con todos los gastos pagados en el lugar donde confluyen la Tercera Edad y el Cuarto Mundo. Como en una novela negra, ya sabemos quién, cuándo, dónde y cómo. Esto no es si no el Epílogo al que toda película taquillera está obligada: ahora, cuando creíamos que el malo estaba muerto, mientras suben los títulos de crédito y los que se mean salen corriendo, se le abrirá un ojo, empezará a cascarse un huevo de monstruo o morirá alguien al fondo del plano. ¿Quiere decir esto que habrá segunda parte? Tal vez.
Si recuerdan, nos dirigíamos a un lugar mítico: la Tierra Prometida de los garitos, un bar que ríete tú del Bar Coyote, el Valhalla del sector servicios. Tal como nos lo había pintado el florido verbo de Angel (el mismo florido verbo que tantas infieles musulmanas cautivó cuando estaba en la Legión haciendo el cabra por Marruecos: cientos de mujeres misteriosas, de ojos negros y manos decoradas con misteriosos arabescos de henna que, según nuestro Angel, "tenían el coño como una boca de Metro" y, iniciadas en la más pura tradición de los placeres de Arabia, "eran más putas que las gallinas"). Así pues, como les decía, 3 hombres hechos y derechos (bueno, menos Toñín que está muy hecho pero no iba muy derecho...iba como esas pollas con patas que les das cuerda y van saltando mientras, poco a poco, van escorando a derecha o izquierda, según la pendiente de la superficie por la que discurran) seguíamos a nuestro capitán a salvar al soldado Ryan...o darle de hostias...o algo...
A los pocos metros EL GA-RI-TO: uno de esos bares reconvertidos en taberna castiza con mucha maderita pintada en verde botella o granate, mucho espejito biselado y un grifo de cerveza como si fuera una bomba de extracción de petróleo en el Mar del Norte. Ah, y con apliques en latón por doquier. Hombre, comparado con los zulos donde habíamos estado esto era como el Baile de la Rosa de Montecarlo pero, vamos, que tampoco era para tirar cohetes. Un bar quiero-y-no-puedo del montón. Visto a través de los legañosos ojos de nuestro Cicerone el sitio debía parecer Estudio 54. Encima no era un bar corriente y moliente, no. Era un bar "artístico": se cantaban tangos y milongas, suavecito y casi a capella, mientras parejas de señores mayores calvos y con perilla blanca se comían sus tostas de anchoa, queso Idiazábal y similares con su vino semibueno, y flipaban pepinillos. En la barra una colección de chicas con gorra a lo Oliver Twist y chicos que lucían como si en lugar de tomar material genético de Bobba Fett en "La Guerra de los Clones" lo hubieran cogido de Pedro Guerra. De esos que llevan pantalones de cuadros, gafas ligeras y son muy comprensivos con las chicas aunque si uno mira atentamente, en el fondo de sus ojos, se ve un chispazo de locura y de sexualidad atávica que, en realidad, lo que quiere es dar dos guantazos a la jipi de turno, cogerla del pelo y follársela en plan "En busca del fuego" mientras gritan desaforadamente: "me toca la polla el 0'7", "¿quién coño son los saharauis?" o "a mí lo que me gusta escuchar en realidad son Los Petersellers" a la vez que azotan, con toda la mano abierta y mogollón de energía cinética, la blanca nalga de su calientapollas partenaire que, del shock, se ha quedado (por fin) muda.
Nada más entrar me dí cuenta de que no era nuestro sitio. Angel abría la marcha y yo le seguía. Franqueando la puerta enseguida te das de bruces con la barra y el camarero, el cuál, me apercibí al momento, cuando fijó la vista en nuestro Angel, sus ojos se transformaron en 2 rendijas y su boca se hizo pequeñita, pasando a desaparecer sus labios mientras toda su faz palidecía (de emoción sin duda....emoción negativa, digo). Si viviéramos en una tira cómica de Pulgarcito o la 13 Rue del Percebe de los ojos del sufrido camarero hubieran surgido hileras de pequeñas dagas malayas, todas en perfecta formación y discurriendo en paralelo, que se irían a clavar en la frente de nuestro protagonista (lo que no sería muy difícil, todo hay que decirlo, pues Angel es de frente despejada...tanto que, en sus circunstancias, lavarse la cara por la mañana debe ser todo un reto porque uno empieza y no debe saber muy bien dónde parar).
Viendo a Angel, y admirando la corona de mocos secos que coronan su bigote, que me inspiraba un Diorama de la sierra pobre de Madrid en el más crudo invierno, y los manchurrones que adornaban su impedimenta, como medallas conquistadas en el campo de batalla de la farra, tuve el estúpido impulso de hacerle aquella broma de púber de "tienes una mancha de huevo" para que, al bajar la vista, yo le diera una toba en la nariz por iluso y ja-ja-qué risa. Cuando reparé en la profusión de manchas, la textura, color, cantidad de materia y disposición, entendí que hubiera sido un no parar: yo estaría subiendo y bajando la mano eternamente y Angel acabaría perdiendo la nariz, erosionada por mi dedo tumefacto, en un bucle sin fin. Como uno de esos castigos cabrones que imponían los Dioses Griegos en los mitos: Sísifo obligado a empujar la piedra por toda la eternidad, Prometeo con el hígado devorado por un pajarraco todos los días, y D. Julito dando tobas en la nariz de un señor bolinga hasta que el Sol (el astro, no la Sala de conciertos) se colapse y nuestro sistema solar se vaya a tomar por el culo.
La gente estaba atenta a una señorita gorda que cantaba tangos subida en un miniescenario donde solo cabían ella y un señor que tocaba la guitarra con cara de estar a puntito de correrse. Como les digo el personal atento, los trabajadores de bar haciendo sus cositas en silencio, las parejitas musitando, imagino, "sublime", "maravishoso" o "pa mi que éste paté está revenido" y nosotros entrando como Esteso y Pajares: "Buenas noches!", "uy, qué calentito se está aquí", "yo quiero un gin-tonic", "que me meo" y demás a todo volumen. Y por encima de todos, ÉL: "aquí yo vengo mucho, verdad, jefe!!!". El camarero odiándonos mucho, la gente mirándonos con reprobación y Angel, en su mundo privado, que avanza hacia la ternasca que cantaba a la voz de: "es amiga mía", la levanta y se pone a bailar con ella, pegadito, mientras la chica flipaba un poquito y el señor de la guitarra abría los ojos, yo me quería morir, Toñín buscaba el lavabo, y el joven F.C. vaticinaba: "ya verás la cuenta: nos van a dar una hostia de las que enderezan".
Estábamos tomando nuestras consumiciones (posteriormente pagadas a precio de barra americana) cuando dos sucesos interrumpieron nuestro tranquilidad ( y la del resto de la parroquia): 1- Toñín, que tenía su copa agarrada a la altura del pecho, mientras sus ojos giraban alocadamente en un homenaje a la gran Maru-jita Díaz, desconecta de pronto la conexión celebro-mano y, como en un momento dramático de buen cine, a cámara lenta, con expresionistas ademanes y banda sonora ad-hoc, abre la manita y suelta el pelotazo, el cuál se estrella contra el suelo (suelo típico de taberna madrileña, claro...muy castizo) con un precioso efecto sonoro y golpe de metralla cristal-güisquicoca que bombardea a parte del paf. Ahí yo fingí quedarme absorto con el baile, mejilla con mejilla y pechito con pechito, que se desarrollaba entre los Ginger y Fred del Todo a 0,60 €, el joven F.C. se descojonaba vivo, y Toñín decía: "uy, perdona".
2- Angel, como un tumbadamas, decide, por enésima vez, tirarse el pegote con nosotros -como si hiciera falta y no le admiráramos ya suficiente- y presentarnos a la cantatriz: "Mirad que mujer más bonita os traigo. Es mi amiga".
Yo, viendo que la concentración de verguenza ajena por metro cuadrado amenazaba con colapsar el Multiverso, siendo yo mismo un emisor de la misma trabajando a pleno rendimiento, tomé la determinación de pirarme del bar y pasar todo y, como en pleno resacón, jurar que no volvería nunca más a salir de casa ni para comprar el pan. Ahí ya sí que el tema me toco la mismísima punta de la polla y solo quería huír y meterme en la cama, a salvo...y taparme la cara con la colcha. Tras un intercambio de pareceres con mis acompañantes, una despedida rápida a la entidad conocida como Angel y una pira casi corriendo para que no le diera tiempo a perseguirnos, salimos disparados de ese tenebroso circuito de bares-purgatorio para no volver jamás.
Antes de doblar la esquina eché un vistazo, jadeante, por ver si nos seguía. Pero no: Angel se había quedado a la puerta de garito con una cara entre recién levantado y perrillo desorientado. Casi me dio pena. Casi.
Si recuerdan, nos dirigíamos a un lugar mítico: la Tierra Prometida de los garitos, un bar que ríete tú del Bar Coyote, el Valhalla del sector servicios. Tal como nos lo había pintado el florido verbo de Angel (el mismo florido verbo que tantas infieles musulmanas cautivó cuando estaba en la Legión haciendo el cabra por Marruecos: cientos de mujeres misteriosas, de ojos negros y manos decoradas con misteriosos arabescos de henna que, según nuestro Angel, "tenían el coño como una boca de Metro" y, iniciadas en la más pura tradición de los placeres de Arabia, "eran más putas que las gallinas"). Así pues, como les decía, 3 hombres hechos y derechos (bueno, menos Toñín que está muy hecho pero no iba muy derecho...iba como esas pollas con patas que les das cuerda y van saltando mientras, poco a poco, van escorando a derecha o izquierda, según la pendiente de la superficie por la que discurran) seguíamos a nuestro capitán a salvar al soldado Ryan...o darle de hostias...o algo...
A los pocos metros EL GA-RI-TO: uno de esos bares reconvertidos en taberna castiza con mucha maderita pintada en verde botella o granate, mucho espejito biselado y un grifo de cerveza como si fuera una bomba de extracción de petróleo en el Mar del Norte. Ah, y con apliques en latón por doquier. Hombre, comparado con los zulos donde habíamos estado esto era como el Baile de la Rosa de Montecarlo pero, vamos, que tampoco era para tirar cohetes. Un bar quiero-y-no-puedo del montón. Visto a través de los legañosos ojos de nuestro Cicerone el sitio debía parecer Estudio 54. Encima no era un bar corriente y moliente, no. Era un bar "artístico": se cantaban tangos y milongas, suavecito y casi a capella, mientras parejas de señores mayores calvos y con perilla blanca se comían sus tostas de anchoa, queso Idiazábal y similares con su vino semibueno, y flipaban pepinillos. En la barra una colección de chicas con gorra a lo Oliver Twist y chicos que lucían como si en lugar de tomar material genético de Bobba Fett en "La Guerra de los Clones" lo hubieran cogido de Pedro Guerra. De esos que llevan pantalones de cuadros, gafas ligeras y son muy comprensivos con las chicas aunque si uno mira atentamente, en el fondo de sus ojos, se ve un chispazo de locura y de sexualidad atávica que, en realidad, lo que quiere es dar dos guantazos a la jipi de turno, cogerla del pelo y follársela en plan "En busca del fuego" mientras gritan desaforadamente: "me toca la polla el 0'7", "¿quién coño son los saharauis?" o "a mí lo que me gusta escuchar en realidad son Los Petersellers" a la vez que azotan, con toda la mano abierta y mogollón de energía cinética, la blanca nalga de su calientapollas partenaire que, del shock, se ha quedado (por fin) muda.
Nada más entrar me dí cuenta de que no era nuestro sitio. Angel abría la marcha y yo le seguía. Franqueando la puerta enseguida te das de bruces con la barra y el camarero, el cuál, me apercibí al momento, cuando fijó la vista en nuestro Angel, sus ojos se transformaron en 2 rendijas y su boca se hizo pequeñita, pasando a desaparecer sus labios mientras toda su faz palidecía (de emoción sin duda....emoción negativa, digo). Si viviéramos en una tira cómica de Pulgarcito o la 13 Rue del Percebe de los ojos del sufrido camarero hubieran surgido hileras de pequeñas dagas malayas, todas en perfecta formación y discurriendo en paralelo, que se irían a clavar en la frente de nuestro protagonista (lo que no sería muy difícil, todo hay que decirlo, pues Angel es de frente despejada...tanto que, en sus circunstancias, lavarse la cara por la mañana debe ser todo un reto porque uno empieza y no debe saber muy bien dónde parar).
Viendo a Angel, y admirando la corona de mocos secos que coronan su bigote, que me inspiraba un Diorama de la sierra pobre de Madrid en el más crudo invierno, y los manchurrones que adornaban su impedimenta, como medallas conquistadas en el campo de batalla de la farra, tuve el estúpido impulso de hacerle aquella broma de púber de "tienes una mancha de huevo" para que, al bajar la vista, yo le diera una toba en la nariz por iluso y ja-ja-qué risa. Cuando reparé en la profusión de manchas, la textura, color, cantidad de materia y disposición, entendí que hubiera sido un no parar: yo estaría subiendo y bajando la mano eternamente y Angel acabaría perdiendo la nariz, erosionada por mi dedo tumefacto, en un bucle sin fin. Como uno de esos castigos cabrones que imponían los Dioses Griegos en los mitos: Sísifo obligado a empujar la piedra por toda la eternidad, Prometeo con el hígado devorado por un pajarraco todos los días, y D. Julito dando tobas en la nariz de un señor bolinga hasta que el Sol (el astro, no la Sala de conciertos) se colapse y nuestro sistema solar se vaya a tomar por el culo.
La gente estaba atenta a una señorita gorda que cantaba tangos subida en un miniescenario donde solo cabían ella y un señor que tocaba la guitarra con cara de estar a puntito de correrse. Como les digo el personal atento, los trabajadores de bar haciendo sus cositas en silencio, las parejitas musitando, imagino, "sublime", "maravishoso" o "pa mi que éste paté está revenido" y nosotros entrando como Esteso y Pajares: "Buenas noches!", "uy, qué calentito se está aquí", "yo quiero un gin-tonic", "que me meo" y demás a todo volumen. Y por encima de todos, ÉL: "aquí yo vengo mucho, verdad, jefe!!!". El camarero odiándonos mucho, la gente mirándonos con reprobación y Angel, en su mundo privado, que avanza hacia la ternasca que cantaba a la voz de: "es amiga mía", la levanta y se pone a bailar con ella, pegadito, mientras la chica flipaba un poquito y el señor de la guitarra abría los ojos, yo me quería morir, Toñín buscaba el lavabo, y el joven F.C. vaticinaba: "ya verás la cuenta: nos van a dar una hostia de las que enderezan".
Estábamos tomando nuestras consumiciones (posteriormente pagadas a precio de barra americana) cuando dos sucesos interrumpieron nuestro tranquilidad ( y la del resto de la parroquia): 1- Toñín, que tenía su copa agarrada a la altura del pecho, mientras sus ojos giraban alocadamente en un homenaje a la gran Maru-jita Díaz, desconecta de pronto la conexión celebro-mano y, como en un momento dramático de buen cine, a cámara lenta, con expresionistas ademanes y banda sonora ad-hoc, abre la manita y suelta el pelotazo, el cuál se estrella contra el suelo (suelo típico de taberna madrileña, claro...muy castizo) con un precioso efecto sonoro y golpe de metralla cristal-güisquicoca que bombardea a parte del paf. Ahí yo fingí quedarme absorto con el baile, mejilla con mejilla y pechito con pechito, que se desarrollaba entre los Ginger y Fred del Todo a 0,60 €, el joven F.C. se descojonaba vivo, y Toñín decía: "uy, perdona".
2- Angel, como un tumbadamas, decide, por enésima vez, tirarse el pegote con nosotros -como si hiciera falta y no le admiráramos ya suficiente- y presentarnos a la cantatriz: "Mirad que mujer más bonita os traigo. Es mi amiga".
Yo, viendo que la concentración de verguenza ajena por metro cuadrado amenazaba con colapsar el Multiverso, siendo yo mismo un emisor de la misma trabajando a pleno rendimiento, tomé la determinación de pirarme del bar y pasar todo y, como en pleno resacón, jurar que no volvería nunca más a salir de casa ni para comprar el pan. Ahí ya sí que el tema me toco la mismísima punta de la polla y solo quería huír y meterme en la cama, a salvo...y taparme la cara con la colcha. Tras un intercambio de pareceres con mis acompañantes, una despedida rápida a la entidad conocida como Angel y una pira casi corriendo para que no le diera tiempo a perseguirnos, salimos disparados de ese tenebroso circuito de bares-purgatorio para no volver jamás.
Antes de doblar la esquina eché un vistazo, jadeante, por ver si nos seguía. Pero no: Angel se había quedado a la puerta de garito con una cara entre recién levantado y perrillo desorientado. Casi me dio pena. Casi.
Comments:
<< Home
Esperaba impaciente que hiciera una parada en el Ogame para que nos hiciese saber del Angelito...Que qué sería luego de él? Volvería a entrar a avasallar con una comecanapés? Avisaría el avieso camarero a la Nacional para que se lo llevasen de allí? se incorporaría al combo de tangos dando unas palmas? Julito, espero que al final haya regresado a por su nocturno compañero y nos lo cuente en una Quinta entrega.
...joder, y esa primera foto es impagable. Con mis pisamierdas creo estar en futuro Cyberpunk viendo esa manada de pies.
Aquí termina la primera parte...la segunda está por vivirse una noche de éstas...el pasado viernes estuvimos a puntito de ir a rastrearle pero al final nos pillamos tal globo que se nos olvidó...por cierto: estuve en el Templo del Gato y he de decir que ha perdido muchisisisísimo ese garito...
en la meg!!!
jajaja saludos de su lector modelo tiempo sin pasar por aqui
SALUDOS q chingon esta lo del LYNCH abajo
(. Y. )
jajaja saludos de su lector modelo tiempo sin pasar por aqui
SALUDOS q chingon esta lo del LYNCH abajo
(. Y. )
Virgen de Candelaria!!! Usted se supera cada vez que escribe Don Julito. Debería escribir un libro sobre el Madrid nocturno
Tremenda entrega la de nuestro amigo D. Julito. Teniendo en cuenta que los 3 mosqueteros del folletin son amigos míos, he de decir que me he reído problabemente mas que los demás lectores. Ah! y también conozco al gran Ángel por su famoso despelote en la boda de Toñin del cual fuí el instigador.
Puede contar algo a la concurrencia, D. Josito? algún detalle comprometido sobre cualquiera de los protagonistas (sobre cualquiera que no sea D. Julito, el cuál si viera comprometido su anonimato o su buen nombre tendría que, muy a su pesar, contar algunas indiscrecciones de usted que serían muy bien recibidas por nuestro querido público pero muy mal por usted y/o allegados)de este relato?
Cinematográfico modo, D. Julio, de pedir las cosas. Necesitamos una foto de Ozores con traje negro...
Sí...se creerá ustez que me tienen algún respeto...soy la chufla,la mofa, la befa y la fifa de la basca...
esas imágenes del Angel rebelando en la Boda toda su esencia y saber estar; que si fue en una Boda habrá alguna foto o video...Digo.
Hay un magnífico vídio con toda la performance...es impagable...creo que sería una de las 10 cosas que yo metería en una cápsula del tiempo para que generaciones venideras alucinaran
os puedo asegurar que esa noche fue rara, a la par que descojonante. estoy ansioso por repetir noche, don julito
Bueno, joven...el otro día vimos un personaje que daría también mucho juego: la señora que no sabía andar con botas
yo pienso, don julito, que la señora con sus botitas de amazonas, haria muy buena pareja con el gran angel. si fue capaz de pararle los pies al propio antonio canales, tambien haria lo mismo con la señora y sobre todo con sus botitas
Puedo contar que en la boda donde el renombrado Ángel enseñó sus verguenzas, (bochorno a la vez que muchas risas al ver esa rara avis)el padre del novio, ante la insistencia por parte de los invitados, hizo la bandera en una columna de metal que sujetaba un altavoz de la orquesta (se puso en horizontal suspendido en el aire).
y que forma de hacer la bandera, fue algo dificil de describir... ni el carranza en sus mejores tiempos
He oído que, desde ese día, se le rifan para actos patrióticos y para performances...estuvo a puntito de ir a N.York cuando lo de la conmemoración del atentado contra las Torres Gemelas para hacer la bandera (de EEUU, claro) y que los marines se cuadrararan...pero su señora no le dejo ir
Joder...has cogido esto con el furor del nuevo converso, mi joven padawan...si lo sé te lo cuento antes....te advierto que para estar hablando así quedamos en ese bar que tú sabes que la gente es más rara que en la taberna de la Guerra de las Galaxias...ese cuya barra está atendida por un Jedi "nivel 4"....por un Robocop hecho carne...ya sabes...ese bar que se llama como un disco de Pink Floyd
Publicar un comentario
<< Home