domingo, 23 de diciembre de 2007
Si Pegamin fuese un juguete
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El osito soy yo. Bueno, somos todos. Si lo coje un niño y se lo mete por el culo el gay es él, no nosotros.
Tiene razón la Paca: antes de todo fue la estimulación anal/oral, de ahí la pasión de los cachorros humanos por las cacas y la autofelación digital para los (como yo) huérfanos de teta. Es tópico freudiano pero también, para quienes todavía recordamos nuestros orígenes, parte de nuestra biografía.
O sea, ositos somos todos y anales también.
Ahora no dirán que no se lo he puesto a los anos para hacer desopilantes juegos de palabras de subida intención. Oh, perdón, por un momento les dí a estos subseres de limitado léxico la imaginación verbal de un Lewis Carroll. Vuelvo a la realidad, recluta Horus.
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O sea, ositos somos todos y anales también.
Ahora no dirán que no se lo he puesto a los anos para hacer desopilantes juegos de palabras de subida intención. Oh, perdón, por un momento les dí a estos subseres de limitado léxico la imaginación verbal de un Lewis Carroll. Vuelvo a la realidad, recluta Horus.
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