miércoles, 22 de julio de 2009
Killed By Pegamin (IX) - Cuando ruge la marabunta
Quemarás tus discos de Adam & The Ants, repudiarás el nombre de Henry Pim y cambiarás a tu perro por un oso hormiguero cuando, estremecido, conozcas la estúpida (y agónica) muerte de Santiago Ortiz, un honrado (y bolinga) campesino boliviano a merced de una colonia de enfurecidos formícidos (vulgo putas hormigas).
Santiago, de 42 años (y corto intelecto, por lo visto), en una de esas farras alcohólicas de buena mañana que tango gustan a nuestros apreciados parientes latinoamericanos, decidió echarse una siestecita a la sombra de un árbol y sudar la matraca que le golpeaba las sienes y acorchaba su lengua y su raciocinio. Ni corto ni perezoso enmarcó su cabeza (presumiblemente grande, de fosco pelo negro y precolombinos rasgos) a la sombra de un majestuoso árbol de Palo Santo que, como cualquier lugareño sabe sirve de nido para una aguerrida especie de hormiga salvaje más mala que la carne de pescuezo.
En una elegante elipsis abrimos plano para encontrarnos a Rolando Ramos, jefe de policía (polisía) de Beni, departamento amazónico en el noroeste de Bolivia quien compungido nos confiesa: "Cuando llegamos al lugar el sábado en la tarde con el forense el hombre ya estaba muerto pero aún tenía en el cuerpo millones de hormigas que le seguían picando".
Otro drama para el castigado Sur de América, otra familia rota y otra muerte más tonta que los pelos del culo que nos ayuda a pasar mejor esta mañana soleada en la oficina.
Santiago, de 42 años (y corto intelecto, por lo visto), en una de esas farras alcohólicas de buena mañana que tango gustan a nuestros apreciados parientes latinoamericanos, decidió echarse una siestecita a la sombra de un árbol y sudar la matraca que le golpeaba las sienes y acorchaba su lengua y su raciocinio. Ni corto ni perezoso enmarcó su cabeza (presumiblemente grande, de fosco pelo negro y precolombinos rasgos) a la sombra de un majestuoso árbol de Palo Santo que, como cualquier lugareño sabe sirve de nido para una aguerrida especie de hormiga salvaje más mala que la carne de pescuezo.
En una elegante elipsis abrimos plano para encontrarnos a Rolando Ramos, jefe de policía (polisía) de Beni, departamento amazónico en el noroeste de Bolivia quien compungido nos confiesa: "Cuando llegamos al lugar el sábado en la tarde con el forense el hombre ya estaba muerto pero aún tenía en el cuerpo millones de hormigas que le seguían picando".
Otro drama para el castigado Sur de América, otra familia rota y otra muerte más tonta que los pelos del culo que nos ayuda a pasar mejor esta mañana soleada en la oficina.
Etiquetas: Antrap, Borrasho yo tururú, Hormigón armado
Comments:
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qué chungo tiene que ser despertarte con el ojete petado de bichos carnívoros. en una peli de ilsa le hacían una guarrerida empírica con hormigas a la fraulein de turno. hala, a experimentar.
Pobrecitos los morochitos de Europa... se cren la mama de Dios.... y no llegan ni a la cagadita del Niño Jesus.... arrogantes que todo lo consiguen con el doping.... y con los Eufemanos que se lo suministran...
Pelirrojas quería icir...que no todas son morochas...que las hay también bermellonas. Pero sí, la verdad es que si nos atenemos al rollo gregario, a la mente colmena y demás las hormigas son rojas...solo falla el tema de que tienen reina
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