miércoles, 21 de diciembre de 2005
CONQUISTA DE AMÉRICA: NI ROBO, NI GENOCIDIO
El empecinado odio anticatólico y antihispanista afirma, en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto de rapacidad imperialista. La verdad es que, antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrizado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma; y el saqueo y el despojo, las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición mutilaciones evidentes y distintos oprobiosos. Una justicia claramente discriminatoria distinguía entre pudientes y esclavos, en desmedro de los últimos. La verdad es, también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles –mayas, incas y aztecas- lo eran a expensas de otros dueños, a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue esta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes –carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera- se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento.
Expandiendo el estatuto (nótese arriba a la derecha la bandera catalana)
Sólo a partir de la conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos. Es España la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudo en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho. Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Por la encomienda, organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al rey –que renunciaba a ellos -, sino a los conquistadores. No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios Estados tribales, la que guarda bajo una justicia humana y divina, la que pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos.
Se dice también que la Conquista, caracterizada por el saqueo y el robo, produjo un genocidio aborigen. La verdad es que España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida; el derrumbe de la población indígena- que nadie niega- no está ligado a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio microbiano. Ni despojo de territorios, ni sed de oro, ni matanzas en masa. Un encuentro providencial de dos mundos. Encuentro en el que uno de esos mundos, el Viejo, gloriosamente encarnado por la Hispanidad, tuvo el enorme mérito de traerle al otro nociones que no conocía sobre la dignidad de la persona o entre otros, el derecho a la propiedad privada(...)
Aquí el artículo entero.
Pero, hombre, la dignidad y todas esas cosas que llevaban los españoles, se la meterían por el culo a golpes de pica, quisieran o no los tontoltecas. Que es lo que suele pasar en el choque de civilizaciones, que la que es militarmente peor toma nota y si no pilla cacho. Porque a lo mejor a ellos lo que les iba era el rollo de ese de sacrificar a su hija al Dios Quetzacotzal de guardia, vete tú a saber.
Es q esa es la excusa que ponen todos los imperialismos, "es que, aupa buenas tardes, venimos a civilizar".
Joder, que ganas de civilizar a la peña, ¡cuanta filantropía!.
Pero, tan civilizados que son, ningún imperio hace votación a ver que sale. Todos acaban civilizando, por cojones.
Además los sacamantoltecas estos no debieron de pillarlo bien, porque ahora que vienen aquí a devolvernos la papeleta no se les nota. Preguntale al taxista q se cargó un dominicano el otro día en Bilbao.
Encima le protegía la poli de que le lincharan los del gremio del finado y aún así se descojonaba.
"¿No queriais civilización?" Estaría diciendo el hijo puta.
mil veces maldita sea
asesinos de mierda
iglesia catolica
asesina
violadora de niñas
que mil guerras caigan sobre europa
tierra de asesinos
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