Pegamin

"Ya no quedan heroes", podría ser la canción que nunca grabó Ramoncin, pero que le hubiera molado grabar. Ya me imagino al circunspecto critter del rock'n roll perfectamente vestido como entre roquer maduro y grandísimo julai, con su extraño, extraño pelo, y su estrato ahí colgada, en el programa de Ana Rosa. "Ya no quiiedan herouess/beibi, solo tú y yo...(etc, etc)" mientras las viejas narcotizadas dan palmadas al compas, y un regidor las hace medio menearse mediante la habitual "cuerda-de-mover-las-viejas-del-valium".

A ese Ramoncín con su puta canción de mierda que ni siquiera existe le digo yo: "¡Claro que quedan heroes, hijo de la gran puta!". Y luego me giraría hacia vosotros y os diría: "¿Pero es que no veis Family Guy, subnormales?. ¿Como le habeis dejado hacer esta canción, como?". Y luego me volvería a girar hacia Ramoncín y le golpearía en el estomago.

Repetidas veces.

Pues claro que quedan heroes, hijos de la gran puta: Stewie Griffin. Un pequeño cabrón que ha entrado directo en mi capillita de las adoraciones y que ha conseguido que me plantee la pregunta: "¿Tú que quieres ser cuando seas más pequeño?".





Un minúsculo hijo de puta que supura desprecio por la raza humana, que masteriza las técnicas de toda arma letal, un socialite educadísimo y refinado con impulsos matricidas, de descacharrante acento británico y megavoltios de mala leche, sin embargo siempre dispuesto a lanzar una "Sexy Party" con la menor excusa.

Yo me identifico con Stewie: Siempre que les hablo a mis padres de mis planes de destrucción masiva y de mis maquinaciones para esclavizar a la raza humana, no me hacen caso y me empiezan a hacer pedorretas. Porque Stewie, a pesar de sus recursos tecnológicos y de su tremenda inventiva, no deja de pasar por las penalidades de todo bebé, aunque siempre con su wit, su clase y su estilo distintivos.

"I beg to differ".

Stewie, de hecho, las disfruta como uno más. Es capaz de viajar a Europa (no sin ciertos circunloquios) solamente para descubrir en su desesperación que su querida hada mágica de la tele no es más que una chav inglesa malencarada y fumadora.

Y Stewie además disfruta de todos los placeres del hombre. Las "sexy parties", el alcohol (cuando amanece en la cuna rodeado de cervezas al lado de una horrible bebe: "¡jurame que anoche no lo hicimos!"), el teatro, la lectura, mandar pelear a muerte a sus subordinados, humillar a otras personas, la homosexualidad, el armamento pesado, la canción melódica y, sobre todo, la ironía y el sarcasmo.

De lo mejor de una serie de la que no me esperaba nada, y que es, hoy en día, mucho mejor que Los Simpsons o que cualquier otra. Queremos más Stewies Griffins y menos pequeños hijos de puta.