Pegamin

En mi época como colaborador de MONDO BRUTTO, una de las fracturas graves entre la redacción y yo era nuestras diferencias a propósito de Bob Dylan y Jim Morrison. Para el núcleo brutto, Dylan era un dios y Morrison hedía (lo más cercano a una opinión tolerante fue un comentario de Grace Morales diciendo que, en su momento adolescente de gótica rolliza, fue fan de ECHO & THE BUNNYMEN, cuyo vocalista, al parecer, le recordaba al Rey Lagarto -pero al original no lo podía ni ver-). Yo intenté que me gustase Dylan y, tras escuchar un par de veces una cassette que me pasó Galactus con unos 35 o 40 temas de los que él consideraba mejores, tiré la toalla: me aburría muchísimo, me repugnaba su voz y, salvo el HURRICANE y una que habla de un ángel o algo por el estilo, sólo soporto a Zimmermann en versiones (Ferry, Nico...) o en herencias paniaguadas y más ambientales (DIRE STRAITS). Cuando, tras la expulsión, seguí y fortalecí mis lazos con Dildo de Congost en razón directamente proporcional a su progresivo desvinculamiento de la Matriz Brutta, había algo en Luigi que continuaba intrínsecamente fiel a dicha matriz, su fobia a Jim Morrison (en cambio, su veneración por Dylan había ido descendiendo y ahora se postraba como nuevo dios foráneo ante Morrissey). Hará cosa de un año, en el foro CAFEXPAN (vinculado a mi web LINEA DE SOMBRA), Dildo y yo tuvimos una polémica violentísima (creo que nunca nos habíamos enfrentado con tanto furor) a propósito de nuestras diferencias sobre el Rey Lagarto.
Ignoro si aquí hay alguien a quien le caiga bien este sujeto. Yo lo venero desde los 17 añitos, fue uno de los motivos que me llevó a dedicarme a la música y, aun reconociendo que el biopic de Oliver Stone es bastante discutible, casi siempre me ha dado muy buenos ratos, incluida esa joya del cine llamada APOCALYPSE NOW (cuanto más REDUX, mejor), o esa derivación transexuada y meona llamada Patti Smith o, supongo, mi afición por JOY DIVISION o por John Cale como vocalista. También explica mi aversión sin límite por esa parodia afeitada de cuerna llamada Bunbury (la mayor profanación que puede hacerse a la memoria del Rey Lagarto).
La barba de JM es su intento (equivalente a la megaobesidad de Brando) por destruirse como objeto de deseo para consumo de masas y el inicio de su final antiPresley (esto es, huyendo de la más remota posibilidad de acabar actuando en Las Vegas con ese vozarrón de crooner que despuntaba en ese álbum tan ambiguo -desde la perspectiva del artista total, underground y demás- que fue THE SOFT PARADE).
Morrison hoy es considerado un personaje anticlimático y maligno (recordemos su cameo en el libro de Stephen King LA DANZA DE LA MUERTE). Yo publiqué sobre él en el primer número de EL CORAZON DEL BOSQUE (previamente había leído esas mismas glosas en mi microespacio de Radio Nacional) y compartía mi afición con otro personaje luciferino, el también difunto Eduardo Haro Ibars.



Ignoro por qué Ender ha trastocado la numeración de la saga barbouze. Yo, como soy devoto de Raymond Babbitt y amo el orden y el método, elijo el XX (número, por cierto, inédito en esta saga).