Pegamin

Ahora que el frikismo musical (y del otro) alcanza las cotas más altas de aceptación en este país, conviene recordar cómo empezó la cosa. Darle al carbono 14 (título, por cierto, del disco con que el productor Capi intentó convertir en freaks viejunas a las exquisitamente excéntricas VAINICA DOBLE) y remover en el légamo primordial.
Y el légamo nos señala esto: 1971. Jaime Ramiro, barbado miembro del grupo folk NUESTRO PEQUEÑO MUNDO, graba para Movieplay con dos amiguetes un lp titulado "CANCIONES PARA LA HORA DEL TE", en el que se parece deconstruir en clave de coña lo que hacían los grupos folkies y, en vez de recoger lamentos populares del agro castellano o de los sureños campos de algodón de Alabama, se hace acopio de las tonadillas que en la escuela o en las excursiones se cantaban por mero impulso gamberro. Cosas como "EL TRAQUETEO DEL TREN", "EL BURRO DE LA TIA VINAGRE", "LA PORTERA DE MI CASA", "DESIDERIO"...
La continuación de lo que empezó con este disco, esto es, la coña musical asumida por la cultura pop daría pie a cosas tan variopintas como los experimentos crítico/bufonescos de Moncho Alpuente (LAS MADRES DEL CORDERO, DESDE SANTURCE A BILBAO BLUES BAND), la nostalgia esperpéntica de Guillermina Motta (con un pie en Mary Santpere -"REMENA NENA"- y otro en la gauche divine -"GUILLERMOTTA EN EL PAIS DE LAS GUILLERMINAS", con textos de Vázquez Montalbán-), los discos de TIP Y COLL (los singles producidos por Manolo Díaz para su compañía Opalo -"FLANDIS MANDIS", "DOÑA CONCHA"- y el lp producido por Pérez Botija para CBS -incluyendo su megahit "DAME LA MANITA PEPE LUI"-), o lo que sería el pistoletazo de salida del frikismo musical puro y duro, DESMADRE 75, continuado un año más tarde por sus factótums, los ex/AGUAVIVA Luis Gómez Escolar y Honorio Herrero (conversos de la solemnidad progre más extrema a la coña más astracanesca, de Rafael Alberti y Pablo Neruda a Muñoz Seca y Alonso Millán por una sola razón: la pasta, la búsqueda de mercado y abandono de todo compromiso -en realidad, son la versión musical y adelantada de lo que supondrían, en clave puramente política, un Fedeguico, un Iñaki Ezkerra, un César Alonso de los Ríos o un Pío Moa, con la única diferencia de que quienes abominan de estos aplauden a aquellos) con performances como la exitosa CHARANGA DEL TIO HONORIO y la menos aplaudida y un pelín homófoba ERNESTITO BLANCAFLOR Y SUS MARIPOSAS LOCAS (con cuchufletas y gracietas que retomarían muchos lustros más tarde los MONDO BRUTTO tras su ruptura con Fangoria).
Habrá quien eche de menos en esta eclosión del frikismo setentero a las ya mentadas Vainicas, a Sisa o a Pau Riba. Pero en estos tres casos se plantea una visión excéntrica pero no conscientemente bufa. Sería la misma diferencia, por poner un ejemplo, que distingue los films en solitario de Terry Gillian de sus trabajos previos con los Monty Python.
Con el tiempo, las dos ramas del frikismo, la que podríamos llamar de humor con un punto satírico (ejercitada en los 70 por Alpuente, por Guillermina o por DESMADRE 75, en la parte que atañe a miembros del grupo como Seju Monzón -hermano de Wyoming-, Reverendo -que empezó ahí y que coqueteaba por entonces con el FRAP, lo mismo que el amigo Moncho- o Julio El Chino -futuro creador de LA TETA ATOMICA, uno de los representantes, con CUCHARADA y LOS AMANTES DE TERUEL, del rock satírico a lo MOTHERS OF INVENTION que aparecerían justo a la vez que La Movida-) y la de humor más absurdo y "puro" en el sentido codornicesco (básicamente representado por TIP Y COLL) o más chocarreramente costumbrista (la neoastracanada de los grupos bufos ideados por Gómez Escolar y Honorio Herrero), seguirían su curso. En la Movida, desde el inicio con KAKA DE LUXE, a formaciones sucesivas como PARAISO, GLUTAMATO YEYE, EJECUTIVOS AGRESIVOS, SINIESTRO TOTAL, DERRIBOS ARIAS, LOS NIKIS, etc, todo esto de la canción chiste continuaría imparable.
Hay un momento en que el frikismo trasciende géneros: hay películas, espacios de radio, canciones, series de tv, fanzines, libros, blogs, unidas todas por el mismo espíritu. En los últimos años los tres grandes pilares que harán del frikismo una institución que acabará copando las más altas instancias gobernantes del país son GOMAESPUMA, MONDO BRUTTO y Santiago Segura. A partir de aquí, las cadenas privadas, siguiendo el modelo de freaksploitation norteamericano que las cadenas de tv (a través de Howard Stern, David Letterman o Jerry Springfield) habían puesto de moda con éxito, empiezan aquí sus experiencias domésticas, de la mano de Pepe Navarro, Xavier Sardá, Eva Hache, Buenafuente, que acabará por volver al punto de partida, el frikismo puramente musical, con la presentación como candidato eurovisivo del frikazo Rodolfo Chikilicuatre.
Personalmente, de toda esta barahunda, me quedo con el frikismo más puro y desinteresado, el que no actúa por mero cálculo venal o por secreción biliosa sino por creatividad desde el absurdo, heredando la buena uva de aquel gran genio que fue don Luis Sánchez Polack. El frikismo que destilan algunas historias de los hermanos Fesser ("AQUEL RITMILLO", "EL MILAGRO DE P. TINTO"), las paridas chanantes de Joaquín Reyes o el genial cruce entre hebefrénico y vagoneta que Carlos Iglesias bordó en su personaje de Benito Lopera para la serie "MANOS A LA OBRA".