martes, 28 de noviembre de 2006
Como a un santo dos pistolas (2)
Nik Fiend, de Alien Sex Fiend
El Ete y el Oto.
Feo, tísico y desagradable de ver. Durante muchos años creí que era el (menos) feo de los Hermanos Calatrava que, aprovechando su físico (con ese careto solo se puede ser siniestro o pies negros), había pillado un filón. Todavía me lo creo a ratos. Pero no. Al tipo le bautizaron como Nik Wade, aka Nik Fiend, en Cardiff. Con una cara que ya no se lleva ni en los frascos de veneno, un físico que no le cambiaría ni el más adicto a los retrovirales y un estilismo que ríase usted de las mamarrachadas de Tim Burton, lo más meritorio de él no es que haya conseguido vivir del chou, o que no le tiren piedras por la calle sino que tiene señora, el otro 50% del grupo...Hay que ser muy (pero mogollón) siniestra para acostarte con éste pollo.
Cú-cu...Trás!!!
¿No les quedaría monísimo en el salón, al lado de la foto de Nueva York de noche, comprada en Ikea? El precio es de unos 600 € y no me parece caro comparado con el precio psíquico que nos hace pagar Nik con sus cosas....y, encima, aplicándonos un interés malvado, y no a 30 años...a perpetuidad...
Si se animan, no obstante, a tocar su obra musical aprovechen éste magnífico ofertón que recoge www.ipunkrock.net , una preciosa caja para coleccionista que, atención al bonito detalle, entre otras cosas viene con "una minimierda de plástico"...parafraseando el anuncio de tarjetas de crédito: "hay cosas que el dinero no puede comprar"
"Grupo: ALIEN SEX FIEND
Nacionalidad: Inglaterra
Título del box-set: A.S.F.boxReferencia: WINDSONG02
Encofrado en caja de cartón rígido.Editado en Inglaterra por Pinnacle. Distribuído sólo en España, Alemania, EStados Uniods y Reino Unido.
Contiene: 5 discos (4 12" y 1 10"), un poster y una camiseta exclusiva, diñedos por NIK Fiend, un libro y una mini mierda de plástico".
Que en ningún hogar de España falte nunca una superminimierda de plástico.
Gótico tardo...tardío.
No, no es Nik. Es Max Schreck.
Musicalmente son bastante repetitivos aunque si son aficionados a lo oscuro, a la ola gótica, pues sabrán apreciarlos. Lo que es cierto es que los Fiend fueron, en cierta medida, precursores de lo que hoy es norma en la música oscura: la amalgama de tendencias, lo fronterizo del sonido y el regusto industrial. Tanto es así que unos conocidos, curtidos en la Ruta del Bakalao, ya en sus comienzos a mediados de los 80, portaban camisetas de estos pollos y decían que, en los sitios buenos, sonaban junto a Front 242, Nitzer Ebb, remixes de Bauhaus o Big Pig y no Chimo Bayo o el bakalao guarrero que pone pinochos a los chavales con peinado de búho Real.
Al ataquerl!!!
Les cuelgo dos vídeos: el primero, Buggin Me, porque me mola la canción y en ella se aprecia que le deben tanto al punk como al after punk. El segundo para que vean el antro más famoso de esta movida en Londres: la Batcave, el Rock-Ola de los siniestros, el sancta sanctorum de los torturados y pálidos modis (como se decía aquí en tiempos remotos).
Descansen en paz
sábado, 25 de noviembre de 2006
Pateando la calle: Antón Martín (3)
En los extras del DVD encontrarán los resúmenes de las anteriores sagas: la 1 y la 2.
No nos dimos cuenta de las tinieblas que había en el infecto cuchitril hasta que salimos a la calle y nos quedamos privados unos segundos con la mierda de iluminación que había en la calle. Como linces ibéricos sorprendidos en la Carretera de los Pantanos. Habíamos estado en privación sensorial como presos de Guantánamo. No era de extrañar que el pobre Toñín, desorientado, como un gato en un saco, tirara al suelo lo que pillara. Llegó un momento en que tuvimos que darle su botellín a la manera de los pájaros con sus crías: regurgitando en su boca los buchitos de alimenticia Mahou.
Ya recuperada la vista, el oído y parte del tacto (el gusto y el olfato se quedaron allí, abandonados a su suerte, renunciando a arrastrarnos a todos cuando se vieron perdidos: "huíd vosotros. Nosotros estamos perdidos", nos dijeron) nos disponíamos, como les dije, a hacerle la 14/15 a Angel pero, rápidamente, y haciendo presa en nuestros codos con unos dedacos como la polla de Nacho Vidal nos dijo, con gesto amenazante y masticando las palabras como si éstas fueran de goma: "Nos vamos a pegar una farra de campeonato. Esta noche nadie duerme. Vamos a quemar el barrio". Toñín se puso pálido, yo empezé a sollozar histéricamente y el tercero en discordia, el joven F. C., puso la boca en forma de o minúscula.
Bar */º%$* - El bar fluorescente. Pues sí. Parafraseando a Ángel "un sitio guapo de veras". Un bareto sito en la mismísima plaza, todo acristalado y encaramado en lo alto de unos escalones, como una plataforma. Arriba uno se siente como si estuviera en el Lollapalooza del Subdesarrollo. Oteando por su cristalera se ve pasar a la muchachada del barrio: morenos y misteriosos magrebíes, de movimientos rápidos y ágiles dedos que te sirlarán la cartera en un decir Alá; meditabundos y reconcentrados sudamericanos, lacónicos y nostálgicos, algunos, del Altiplano con sus rumiantes alpacas, sus coloridas jarapas, las señoras con bombín que parecen pequeños y obesos lores ingleses y la energizante hoja de coca; andarines chinos, trabajadores y esforzados, de mirada esquinada y espesa higiene que lo mismo te venden el último de Chenoa que una rosa pa tu piba que te desbordan el olfato con su misteriosa frangancia. Y, por encima de todos estas nuevas especies, el rey de la selva, el león de Centro, la especia autóctona: el agüelo parguela, de rigurosa, y muy española, franela. Un ser que, adelantado a su tiempo, es pansexual: igual te glosa las excelencias de las tetazas de una que pasaba por ahí que te mira la bragueta, relamiéndose, y te dice, goloso: "porque tú debes tener una buena polla, eh?" (¿Para cuando una carroza en la Love Parade o en el Infinitamente Gay de la Casa de Campo para estos mimbres? No hay "Osos" o "Leather"? pues que haya, no sé...."apergaminados" o los "Franela"...ya los veo en una carroza en tonos tierra, con manchas resecas, chatos de vino, uñas largas, amarillas y negras con efecto avispa (lo que en la naturaleza suele ser un aviso de veneno), pantalones caídos como los presos del pasillo de la muerte, mucha ropa de abrigo, olor ácido, las orejas como el Buda de la Compasión y, los más atrevidos, con dos cojones, con las zapatillas de andar por casa. Unos reyes del casual).
Aquí que fuímos a tomarnos un gintonic con una peñita como de cuadro de Gutierrez Solana: dos rumanos/bulgaros (mixtos-lobos), a lo bakala, con gorrita ceñida, chándal feo y un monazo de los de antiguamente: desencajados, febriles y ansiosos. Esperando a que el camello-abusón de turno, un compatriota suyo, que estaba en la barra, sobrado y muy cabrón, les machacara haciéndose el orejas primero y ninguneándolos después, para acabar dándoles lo que fuera (imagino que jamaro). El tema era sórdido pero acentuado por el hecho de que el bar tiene unos fluorescentes blanquísimos y muy potentes, como de laboratorio secreto o estilo NASA, que hacía que todo pareciese más irreal, pálido y enfermizo. Era tan deslumbrante la luz y tan poco favorecedora que uno esperaba abrir la puerta del baño y que apareciese un señor con escafandra, al estilo de Aviador Dro, con una carretilla en la que iría E.T., con el pecho encendido, como la brasa de un porro, pidiendo por favor que le lleven a casa o le maten pero que le saquen de allí.
Y Angel en su línea de la reafirmación, del refuerzo positivo, como un neurótico deshauciado: "decidle a estos chavales quién era yo en la empresa", "yo me he follado a una polaca que me ha dicho que nadie se lo había hecho como yo", "yo solo bebo buenos vinos", "yo soy el baranda del barrio", "YO,YO,YO,YO...Y YO". A todo esto, de vez en cuando (y creo que previamente pactado) se acercaba algún figurín del barrio a presentar sus respetos al Padrino: un morito con cinturones de auténtica piel del mítico animal Polipiel, un polaco ebrio, un viejo con gafotas de esas que se ven los ojillos pequeñitos, como cabecitas de alfiler, allá, a lo lejos...esos serán, a lo mejor, los ojos que en las novelas dicen "glaucos".
Por encima de toda la parroquia mi pensamiento iba dirigido a los camareros de estos lugares. ¿Cómo afrontarán el trabajo? ¿Irán alegres en plan "a ver que nos encontramos hoy"? ¿Amargados por lo raruno del cliente tipo? ¿Con curiosidad? o, peor áun, creyendo que todo es normal y que fuera de los límites de la zona y de su percepción, el mundo entero es igual.
Momentazo bar y momentazo tigre cuando, al ir a entrar en el ídem, tuve un éxtasis de estética sublime, un rato de esos de reconciliarte con el género humano, cuando piensas "sí, somos belicosos, egoístas e inconscientes pero también capaces de eso...". Yo, que he sido estudiante de Arte, he desarrollado una especial sensibilidad por la estética, el arte y la belleza, quedé sobrecogido...por un momento pensé que me estaba dando un subidón del "Síndrome de Stendhal": un abuelo, bajito, estaba meando en el lavamanos del aseo; como era recogidito, el muy pillín, como una de esas ilustraciones tan americanas e idílicas de Norman Rockwell, a la manera de esos zascandiles que se las ingenian para coger las galletas de jengibre que sus mamás acaban de preparar y dejar en la estantería de arriba, estaba de puntillas, casi perdiendo el equilibrio, pero meándolo todo. El momento se transformó en momentazo cuando, al abrir la puerta, mi mirada, desesperada, con un ataque de pánico (casi podía oírla hiperventilar) trató de zafarse de la VISIÓN y se tornó hacia la pared...ERROR: había un espejo, gracias al cuál tuve una panorámica tremenda, supernítida y casi en 3-D de la pichita arrugada, las pelotas que, como mercurio, se escurrían por donde podían y el matojo de pelos canos que irrumpía bravido, por toda la zona, como el agua colándose por cien grietas en un dique (temí por un tsunami de pelos púbicos blancos que sepultara la zona y, mi primer impulso fue correr buscando una zona en alto....tal vez la Plaza de Callao). Confieso que no me fijé pero casi me juego la vida a que el menda tendría cara de concentración y la punta de la lengua asomándole por un lado de la boca y el ceño arrugadete del que está realizando una tarea que exige toda su atención. Aquí aconteció algo muy cinematográfico que cualquier aficionado al thriller reconocerá: ese pasar pegado a algo/alguien peligroso, tratando de no llamar su atención, rezando para no pisar en falso y hacer ruido, con la frente perlada de sudor y conseguir acceder al cubículo del fondo y poder mear en el sitio para ello como, equivocadamente, me enseñaron. Cuando lo conseguí me encerré en el baño y lloré un poquito, en bajito, como una adolescente que sufre de mal de amores en el váter de sus viejos.
Cuando pasó un tiempo prudencial, ya calmado y dominados los temblores, abrí la puerta, justo un dedo y apliqué el ojo a la ranura para ver si el terreno estaba despejado. Efectivamente, no había moros en la costa. El ambiente estaba relajado, tranquilo y parecería que nada de esto había pasado, que era una jugarreta del alcohol, si no fuera por la pátina dorada que empapaba todo y el olor acre de una orina que gritaba: "me quedan 15 minutos de vida". Un último vistazo y un subidón de endorfinas me hizo buscarle el lado positivo al tema y pensar que el sitio lucía como si el lavabo fuera el Queen Mary y Lady Di hubiera botado el grifo con una botella de champán del caro que se hubiera agriado al dejarlo al sol.
Tras esto, de nuevo a la calle...ésta vez buscando, y cito textualmente, "Un bar de los buenos. De calidad. Lleno de niñas bonitas y de mucho nivel". De hecho, explicitó: "a lo mejor nos clavan".
Lo que ahora me hace esbozar una sonrisa, al recordar lo inocente e ingenuo que era hace un mes y medio, es el pensar que nos lo creímos. Criaturillas.
viernes, 24 de noviembre de 2006
100.000
No hay café ni pasteles suficientes para agasajar a tantas visitas: dénse por invitados y saludados y, como se suele decir, están en su casa (con todo lo que ello conlleva: pagar la hipoteca, pasar la aspiradora, etc)
Pd: también podrían haberse estirado y haber traído algo ustedes.
jueves, 23 de noviembre de 2006
Toxicosmos Animal.
Por otro lado, al igual que entre humanos, dentro del Mondo Miau también existen castas. Así, se sabe que los mininos del Japón ingieren drogaína de mayor calidad, el Matatabi, una planta cuya reacción les deja en aparente estado de éxtasis. Cuenta Samorini que su jardín donde crecía la mencionada nébeda, en Primavera y a última hora de la tarde se le llenaba de gatos...Vamos, parecido a lo que ocurre en este bló cuando, expecialmente en domingos lluviosos, se puede ver como ciertos anónimos asoman sus garras.
Es muy posible que gracias (o por culpa) de este post miren a su minino con otros ojos, cuando él a su vez les mire con esa mirada gatuna rezumante de hedonismo. Así pues, si en adelante su mascota desaparece del hogar, además de la posibilidad de que se haya ido de ligoteo con la gata del vecino, o a perseguir gaviotas por el tejado (eso si viven en localidades costeras), no deberían desechar la posibilidad de su animal de compañía haya ejercido el (in)noble arte de "ir a pillar". Continuando por esta psicoactiva y zoológica travesía, a continuación les revelaré el origen de "hacer el cabra". Una frase que bien podría deberse a la extraña conducta de ese otro "Cabra" que parecía liderar la tóxica cuchipanda de la Ordoñez en el Rocío, pero que sin embargo, y según un cuento popular, fue en Etiopia donde el pastor de nombre Kaldi observó como las cabras que masticaban ciertas bayas andaban dando saltos toda la noche tal si se encontrasen en una Rave "cabrona". De ese modo, fue como el moreno pastor descubrió el café y sus propiedades estimulantes. Al igual que sus etíopes compañeras de especie las cabras del Yemen también le dan a los estimulantes, si bien lo hacen a través del Kat, planta con mayor potencia estimuladora que el Café. Otro caso es el de los petirrojos californianos degustadores del fruto del acebo (la famosa baya roja de en Navidad) cuyo uso induce el mismo efecto que un par de "tetras" de vino Don Simón. Parece ser que por el mes de Febrero la soleada zona se convierte en un Woodstock aviar: pájaros desorientados que se entregan a juegos tontos y que al volar van cayendo uno a uno como si fueran hiperdopados ciclistas (la famosa pájara?). También es conocida la afición de los gorriones por las semillas de cáñamo (cañamones), que si bien no son psicoactivos para el hombre, a los privilegiados pájaros sí les "hace efecto". Es por ello que no es raro encontrar grupos de pájaros entrando con alevosía en almacenes con semillas de cañamo en su interior, para luego, y ya bajo los efectos cannábicos, dar "el cante" con mayor musicalidad y ardor; como lo oyen. Bajando la mirada hacia las especies más pequeñas, decir que las mariposas nocturnas (esfinges) se embriagan con el néctar de las Daturas. Les recuerdo de paso el curioso caso de las arañas del género Zilla X Notata, que al serles suministradas moscas impregnadas de droga, construían telarañas con tramas de tipo arabesco; caso este que recuerda al maestre del Priorato de Sión Jean Cocteau, cuando dibujaba marineritos de culos turgentes bajo los efluvios del opio. Sabiendo de todo este uso y abuso entre las distintas especies, uno no puede evitar proyectar mentalmente los dolorosos síndromes de abstinencia que se debieron suceder en el Arca de Noé; piensen: 40 días y 40 noches a pan y agua, mucha agua...aunque bueno, me olvidaba que entre la tripulación también se encontraban una pareja de camellos. En fin, desviemos ahora la mirada hacia Africa. Es en el continente negro donde se descubre que la célebre melopea de Dumbo basa su razón de ser en la existencia de elefantes devotos del alcohol, de los cuales se sabe que se alimentan de frutos fermentados caídos de la Palma. No solo eso, sino que los dipsómanos paquidermos se dirigen con fervor hacia la fuente de donde emana el sugerente olor (así cual onanistas internautas se dirigen hacia el blog Basta de Bastas, sugestionados por su avatar). Así fue que, en 1985, el comportamiento de los descerebrados hooligans ingleses tuvo cierta continuidad en el reino animal: una manada de elefantes irrumpió en un laboratorio clandestino donde se producía alcohol, y tras beber todo lo allí encontrado, salieron a corretear la borrachera cargándose lo que encontraron por delante. No me pregunten si lo de "agarrarse una trompa" tiene relación con lo aquí expuesto. Respecto a los simios se sabe de su afición a las psicoactivos desde que -así lo cuenta el libro- en uno de sus viajes Darwin los descubrió fumando (?). Quizás fue tras esa experiencia que el fulano sacó su Teoría de la Evolución. Otros investigadores como es un tal Brehm cuentan que indígenas capturan a ciertos simios ofreciéndoles vasijas llenas de una potente cerveza. Queda claro pues que el trip animal no es una cosa accidental, a no ser el caso del osezno de la peli del Annaud en la que el entrañable peluche le metía un chante a una Amanita Muscaria que le hacía alucinar pepinillos. Precisamente, esa seta (roja y salpicada de níveos copos blancos, tan afín al sub-mundo de Los Pitufos) es la misma que ingieren caribúes del Canadá y renos siberianos. Lo más curioso es que en la orina de estos bichos perduran los principios psicoactivos de la seta, por lo que los miembros de las tribus de la zona suelen beberse esa micción animal, del mismo modo (aunque por muy distinta razón) que lo hacen los chinorris taoístas con la suya propia: cualo un cálido consomé (ujj). No es de extrañar pues que los mismos renos de la manada, al percibir el olor a Muscaria en el tibio manantial de un congénere, se abalancen sobre tan particular lluvia dorada. Tal es la afición de estos animales por los universos paralelos que, al igual que el padre "vivalavida" se aleja de la familia jurando ir a por tabaco, los papa-Renos se alejan de sus crías dejando a estas a merced de los lobos. 2 simpáticos animalitos, renos y lobos, que con el tiempo se han convertido -por diferentes motivos- en signo inequívoco de la Navidad. Es, precisamente, del culto a la Amanita Muscaria de donde proviene el personaje de Papa-Noel, cuya imagen conduciendo los renos por el aire ha acabado por formar parte de la cultura occidental. Que no lo sabían? Pues solo tienen que hacer un simple ejercicio de asociación: rojo y blanco que con su poder impele a los renos a volar. Pues eso. Para terminar este drogota bestiario, comunicar a aquellos usuarios que tras experimentar infructuosamente con las sustancias desean convencerse de su maldad, no desesperen: como aquel amanerado sibarita de la peli Ridicule que tras demostrar la existencia de Dios entre los asistentes se jactaba de en un futuro encuentro convencer al respetable de lo contrario, yo les emplazo a una nueva entrega en que les demostraré que el acto de endrogarse es absolutamente irracional y contranatura....uy, contranatura contranatura, estooo... mejor no les prometo nada.
lunes, 20 de noviembre de 2006
Como a un santo dos pistolas (1)
¡Vaya camisitas de paramecios! Y, ¿qué me dicen de los Levi's pesqueritos? Eran ideales para combinar con ese mocasín sin suela de putero de Miami y con ese calcetín blanquísimo que hacía que las viejas le cedieran el asiento en el Metro pensando que tenía usted sendos esguinces en sus adolescentes tobillos. ¿Qué hay de ese plumas Roc Neige brillante que parecía que lo había frotado con aceite de oliva antes de salir de casa? Y el chándal de tactel fosforito que le hacía brillar en la oscuridad como si fuera Campanilla? ¿Las sudaderas con el esmaili del Acid House? ¿Y los zapatos de Frankestein? O esos pantalones pitiriti que hacían que se les marcase las venas de la polla y oprimían tanto sus testículos que no les ha dejado más posibilidad que adoptar un niño checheno (que en Navidades se bebe el Vodka Yurinka de la cesta de la empresa como si fuera agua mientras grita "Na zdorovie").
¿No llevaron acaso esas camisas cantosas de lunares/rayas/cuadros, modelo "Horror Vacui"? ¿Las botarracas de deporte que parecía que jugábamos todos en la NBA? O las Martens de Fofito que te daban ganas de gritar al menda de turno, con voz de Tonetti, eso de "Dóndeh eftán lof niñofs"?
Que conste que solo me meto en la vestimenta porque si ya tocara los estilismos capilares a los que los más modernos de ustedes se han sometido esto sería un no parar de reir: tupés, flequillos de emperador romano/tonto-de-pueblo, pelito engominado con el tomito rizado como de señorito de cortijo o, los más atrevidos, lo preceptivo de su tribu urbana correspondiente... porque esa es otra: el peinado. Para la gente normal encontrar un peinado que nos favorezca es como dar con la firma: algo que nos definirá y nos acompañará toda la vida, porque si no cambiamos de firma desde la adolescencia hasta la muerte ¿por qué lo íbamos hacer con el método para domar los pelacos? Los menos fashion, a partir de una edad, lo tenemos claro: más largo o más corto, con patillas o sin ellas, pero el tomo inalterable (en lo que a estilismo se refiere, claro).
Y eso que ustedes son personas normales (já!) y sus pintas son de andar por casa. Ahora (y en sucesivas entregas) vamos a retratar a aquellos personajes que, por su profesión, han tenido que ir un paso más allá en los de las pintas y se han dejado disfrazar por mánagers y estilistas sin escrúpulos: los músicos de Rock (y Pop).
Acompáñenme en un fotográfico paseo por los sinuosos (y horteras) caminos de la música popular. Y no se asusten, aunque lucen terroríficos no pueden hacerles daño.
Steve Strange, de Visage
En mi humilde opinión, un príncipe entre la vanguardia más mamarracha de la historia de la música pop...y eso es mucho decir. Uno de los más (si no el más) hortera y marciano de una movida que ya de por sí venía fina, los Nuevos Románticos, y que nos va a dar mucho juego en esta sección. Si las pintas estrafalarias, a la manera de la cara como espejo del alma, fueran indicativas de la maldad intrínseca de una persona, podríamos decir sin equivocarnos que Steve Strange es el Anticristo, los Hermanos Malasombra, el Dr. Infierno, Adolf Hitler, Lex Luthor, el Sacamantecas y Terelu en una sola persona. Pero, vean y juzguen ustedes mismos.
Boy George, de Culture Club
Este era feo de joven y espeluznante ahora de viejo. De joven era como uno de esos travestidos tailandeses que lo mismo te estimulan el nabo con un masaje de pestañas que te dan una patada volante de kick boxing en el gepeto. Ahora de mayor, ternesco, gordaco, es igualito a Divine que en paz descanse. Impagable el maquillaje, los pelos, la ropa....el concepto global, vamos. Una pesadilla recurrente en mi imaginario juvenil junto con las prisiones turcas, los descampados y El Garbanzo, mi profesor de francés.
Dave Hill, de Slade
De éste ya les hablé aquí. El caso de David Colina tiene retranca porque es muy triste ser un mamarracho por obligaciones contractuales,pero es que éste, de paisano, era igual o peor. Feo, rancio y con pinta de tarugo no sé si en su caso particular las pintas exageradas del glam le beneficiaron y consiguió hacérselo con alguna groupie borracha o le hundieron aún más en la miseria. Yo tengo la teoría de que la gente guapa de verdad tiene licencia para ponerse lo que sea, que su belleza les redime y que, incluso, el hecho de ir vestidos como en si Agatha Ruiz de la Prada hubiese cenado fuerte y hubiese tenido soñarrina, les hace más exóticos y atractivos. Son esos casos en los que uno abre una revista y ve una modelo tipo Naomi Campbell, vestida con una bolsa de basura, diadema con luces de los chinos, calentadores color pistacho y unas pantuflas y se pone palote, y no lo entiende, y se preocupa. En el caso de los muy feos (y Dave es muy, muy, pero que muy feocho), la fantasía en el vestir les afea aún más: en lugar de excéntricos les hace parecer, directamente, locos peligrosos.
Lo cierto es que el resto del grupo son como Los Hombres del Saco pero palidecen al lado de Hill el cuál, en contra de la lógica, con ya casi 60 berejes, ha mejorado bastante si bien auqneu por fin se ha depilado esa ceja que parecía un cierre de velcro quizás se ha pasado porque ahora tiene dos cejas finas y triangulares que le hacen parecer a Paco de España.
No le tiren cacahuetes.
Dee Snider, de Twisted Sister
Más feo que mandar al abuelo a pillar cocaína. Con una boca como una caja de herramientas abierta, un peinado de Psycho Little Orphan Annie, pintas del espacio exterior-exteriorísimo y el careto como Sarah Jessica Parker en modo berserker. Un travestón con voz cazallera con todos los boletos para ser de New Jersey.Impagable.
(Continuará)
jueves, 16 de noviembre de 2006
Historia de una escalera
Los antecedentes históricos más profundos del portero de finca urbana los desconozco por completo. Supongo que tal vez este honorable oficio provenga de lo que en su día fue el mozo de cuadras, encargado de limpiar la mierda de los caballos y en la obligación de reverenciar al señoritingo correspondiente cada vez que éste quisiera darse un garbeo en su corcel. Sin embargo, lo que sí sé es que en la Historia contemporánea de España, léase Madrid, durante la Guerra Civil, estos profesionales tuvieron un papel muy destacado en territorio republicano denunciando a todos los vecinos que escondían algún religioso, falangista o destacado hombre de negocios en la alcoba. Funcionalidad esta que a todas luces es de esperar que supusiese un futuro negro en el gremio durante los cuarenta años de dictadura africana, pero no. En el periodo franquista, los porteros de finca urbana se adaptaron perfectamente al nuevo orden social y económico denunciando a todos los vecinos que se reunían en grupos de más de tres, recibían correspondencia del extranjero o escondían fugitivos en el váter. Como se aprecia, unos brillantes antecedentes que les hace merecedores de bordarse con letras de oro alguna leyenda en la gorra, algo así como "Asqueroso", "Hijo de puta", qué sé yo...Pero evolucionamos, llegó el Monarca, que loado sea, y con la democracia, las libertades, la concordia, el diálogo y la armonía, los porteros de finca urbana dejaron de ser el perro carcelero para ser el perro guardian, el Cancerbero de tu queo. Particularmente, diría así con alegría que todos los porteros de finca urbana son unos tíos chungos, aculturales y mezquinos. Pero claro, siempre hay excepciones, siempre está el menda cuyo portero jugó un importantísimo papel complementario en su educación y formación humana. Siempre te puede salir por ahí el comeflores cuyo portero de finca urbana, en plan La Lengua de las Mariposas, le explicaba los secretos de la física depositando grácil y cuidadosamente el envoltorio de un Sugus revenido en el torrente, casi cáscada, de la meada de un perro sobre una pendiente. Si hasta habrá individuos cuyo portero de finca urbana grabaría con el tomavistas una bolsa de basura flotar a merced del viento en un sutil vaivén de profundas connotaciones emocionales como en la película esa "rompedora, que dice verdades como puños, de las que hacen falta" de cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo, pero en la que sonaban los Guess Who a toda polla mientras uno iba en un coche a no sé dónde. Habrá habido muchos tipos de porteros de finca urbana, sí, y no voy a someter a normas universales e inamovibles a personas que como tú y como yo tienen sus sentimientos y el más irrenunciable e íntimo derecho a ser diferentes y no estar doblegados bajo la losa de un prejuicio que me saque yo de la chistera con la que cubro mis pelotas. Por lo tanto, lo que voy a hacer es glosar la vida y milagros de los porteros de finca urbana con los que yo me he tropezado así, de aquella manera, como si se tratase de los Reyes Godos.
1979-1985 Abelardo I "El Emboinado": De gafas de pasta marrón y cristal ocre, Abelardo lucía una boina de corte castellanomanchego, pequeñita y apretada, típica de individuos rústicos y feroces, en contraposición a la vizcaína, amplia y elegante, más propia de caballeros recios pero con intensa vida interior. El reinado de Abelardo coincidió con el asentamiento en las fronteras del reino de toxicómanos, gitanos y gentes de mal vivir. En aquella época existía el reino de El Poblao, cuyas cuantiosas exportaciones de heroína atraían a las inmediaciones de mi queo a truhanes que daban tirones a las señoras que iban a la compra, si ésta la hacían en el Día, o les ponían la navaja en el cuello, si ésta se efectuaban en el mercado. Asimismo, cientos de miles de drogadictos de carácter más pacífico, entraban en nuestro bloque a pedir una monedita puerta por puerta, sumado ello a vendedores de enciclopedias, el Círculo de Lectores y toda suerte de sectas. En este ambientillo tan de puta madre, vuestro humilde escribano, tomó contacto con la política básica y fundamental de todo portero de finca urbana: el ¿ande va usted?. ¡Ay! qué momentos aquellos en los que Abelardo salía con la frente roja, roja, roja con una estaca en la mano detrás de un yoni. Cómo olvidar a esos familiares de algún vecino, con la bandejita de pasteles de Mallorca en la mano, clamando piedad y comprensión desesperados ante Abelardo, que por sus cojones no los dejaba pasar. Lamentablemente, este tipo de estrategia, llevaba otra asociada, un efecto secundario: no se podía jugar a la pelota. ¿Por qué? No se sabe. No se podía jugar y punto. Pero claro, nosotros, pequeños querubines inquietos y traviesos, jugábamos, y ahí estaba Abelardo, ni corto ni perezoso, para emplear la violencia física contra niños de siete años que osaban violar la Ley del portero de finca urbana. Muy severos no debían ser los castigos, que yo casi ni me acuerdo, si nuestros padres no se quejaron, pero yo tengo grabado a fuego en la memoria la sensación de estar pasándoselo uno pipa, cual mariposilla, en plena pachanga y que de repente irrumpiera virulentamente Abelardo pegando alaridos con el gesto desencajado y la mano en alto lista para zumbar hostias del copón. Poco más vivimos con él. Era un hombre mayor y se jubiló. De él nunca olvidaré sus grandes facultades: enconada irracionalidad obtusa para la resolución de conflictos, violencia extrema como moneda de cambio y pigmentación de advertencia en la tez oscilando el rojo de la frente a los carrillos para señalar el peligro (hacia tu persona) y marcar el territorio.
1985-1994 Celestino I de la Finca y V del Cuarto de las Basuras: Los clásicos y añejos tonos grises y los jerseys y chalecos de rombos de Aberlardo dieron paso al mono azul de Celestino. Llegó el progreso, el resurgir de la nación y con ambos todos sus síntomas, la economía se disparaba, la especulación se escopeteaba, el dinero negro se convulsionaba: la polla que trepana. Y Celestino adoptó un uniforme, sí, pero acorde a las circunstancias sociopolíticas del gobierno socialista: un mono azul. A mí, saludar todas las mañanas a este caballero enfundado en su mono azul tanto me daba que me daba lo mismo. Pero había un detalle de muchos cojones en esa indumentaria y no era el mono. Celestino llevaba en los pies unas zapatillas de deporte amarillas. Al joven lector este detalle probablemente le parezca absolutamente intrascendente, pero ha de tener en cuenta que en el noventa, cuando más o menos empezaron a penetrar en el mercado las zapatillas de deporte negras, asistimos al fenómeno como si hubiesen llegado platillos volantes a la Tierra. Excuso decir lo que suponían, antes de la apertura cromática en el calzado, unos "tenis" amarillos. El caso es que esas zapatillas eran muy viejas, de haría veinte años, y los pijillos de nosotros nos partíamos el culo de lo cutre que resultaba la composición. Obsérvese que para nosotros, aún sin estar obsesionados, la ropa relativa al deporte era un motivo de distinción social, que si bien podrías ignorar más o menos, le prestabas atención. Al menos la suficiente como para que la visión del portero con sus zapatillas amarillas del siglo pasado nos pareciese algo irrisorio. Pero ahí no queda la cosa, porque resulta que entrados en los noventa llegó a manos de la pandilla la película Mal Gusto de Peter Jackson y en ella, uno de los zombies (no sé si Derek), ni más ni menos, llevaba las mismas putas zapatillas que el portero. Y nos parecía el sumum del descojono. Y tal y cual y pascual, hasta que en menos que de nada, tras la explosión del grunge, postgrunge y demás cambios severos de la estética global que se dieron en la pasada década, resulta que la marca cualquiera que fuese reeditó esas mismas zapatillas que fueron a parar a los pies de la peña más tope y enrollada -a más de algún mozalbete le habrá pasado algo parecido con las Converse, me juego las uñas- con lo que sufrimos un grave desengaño con el mundo de la moda bastante antes de llegar a los cuarenta. En cualquier caso, vestuario aparte, Celestino destacó por una capacidad para controlar la entrada y salida del bloque bastante más razonable que su antecesor, pero, paradojas de la vida, un despliegue para prohibir el uso de esféricos bastante más intenso, tanto que parecía aquello el Ghetto de Varsovia. Tampoco se sabe el porqué. Simplemente estaba prohibido y ¡a la mierda!. Celestino en todo caso también empleó tácticas menos rupestres que las de Abelardo; cogía y nos robaba la pelota secuestrándola a veces durante días. Pero como teníamos ya diez años e insistíamos con lo del fútbol al grito de a ver qué cojones te pasa portero de finca urbana cabrón, logramos sacar a Celestino de sus casillas recreando una hermosa postal navideña digna de enmarcar. Cogió el hombre, irrumpió en el terreno de juego imaginario, abrazó la pelota y con los ojos inyectados en sangre y todas las bolsas de su cara temblando cada una a un ritmo diferente, se sacó una navaja trapera del mono con la que amenazó a la pelota y, a gritos histéricos profiriendo gallos cada dos sílabas, hacerse la pregunta de "a ver qué pasa si la pincho, eh, a ver qué pasa ¡a ver qué pasa!". Aquella imagen de un hombre de unos cincuenta y ocho años con su mono azul adherido a su tripón como un panty más las putas zapatillas y a punto de clavarle una navaja a una miserable y ridícula pelota, fue una de las cosas más espantosas que jamás haya presenciado. Me extraña que a partir de ese día no nos diese por vestirnos de mujer o cualquier otro trauma. Bueno, nos hicimos jevis, que es tres cuartos de lo mismo. Y alguno ahí presente ahora es gay, habrá que comentarle a su madre que, gracias a esta regresión al pasado, he creído dar con el momento concreto de la "inversión". Por otra parte, Celestino destacó muchísimo más en otras dos facetas: el Síndrome de Diógenes y los negocios. En lo de la hurgar en la mierda, este portero, cuando sacaba la basura, tenía la costumbre muy como de la postguerra, de mirar bolsa por bolsa a ver si había algo aprovechable. Nuestro amigo, en el cuarto de las calderas de la calefacción, guardaba un sin fin de objetos absurdos y/o de mierda. Típico pájaro potoso de cristal que le regalan a un matrimonio por sus bodas de oro unos parientes lejanos, que se ha caído y roto en mil pedazos, pero que Celestino ha recopilado de entre las cáscaras de naranja, bricks de leche y expectoraciones del marido para reconstruirlo, pegarlo y observar durante años su obra, junto a toda la colección de enseres similares, una media horita todos los días antes de irse a casa, menos los lunes que daban El Precio Justo. Conforme pasaban los años no éramos conscientes los vecinos de la que había ahí montada, pero se empezaba a rumorear por lo bajini que la colección, en su conjunto, era cosa espeluznante de contemplar. Aunque tenía su lado bueno, yo por ejemplo aprendí gracias a él que no se pueden echar botellas rotas en la bolsa de basura así a la torera. Un día Celes, que estaría buscando algo con ahínco en la basura, como a quien enmonado se le ha caído la papela de caballo, topó con una bolsa en cuyo interior había botellas rotas y se destrozó las manos. Se las rajó bastante, bastante bien ¡Con qué fogosidad andaría enredando en la mierda como para hacerse tanto tajo!. Por cierto, que mi Amstrad 6128 llegó un día en que, oye, le dio por ahí y no le salió de los cojones leer más los diskettes. No entraré en detalle, mientras él llegó a ese punto, yo también alcancé una cota, la de la paciencia, y sosteniéndolo por un extremo, lo golpeé contra la mesa haciéndolo saltar en mil pedazos que poco me faltó para devorar, preso de mi ira musulmana. Pues bien, las porciones de este teclado, una especie de circuitos verdes, y las teclas todas ellas bien colocaditas, aparecieron en el jodido cuarto de las calderas. De no haber ordenado el presidente de la comunidad de vecinos, al jubilarse Celestino, coger todo eso y arrojarlo a la escombrera más cercana, seguro que más de uno hubiese encontrado ahí emotivos vestigios de su infancia... ese muñeco de trapo, ese dibujo del Día de la Madre por el que te pusieron un Notable bajo, etc... Pero claro, hay que comprender que al encontrarse con todas esas reliquias puestas en fila, al presidente o al administrador el primer impulso que les vino fue prenderles fuego y tapiar todas los accesos a la estancia para que ese lugar de infamia y miseria humana inexistiese para siempre. Y llegados a este punto, ustedes dirán gimiendo "pero, pero, pero, pobrecito, cómo te ríes así de él". Claro, el pobre, como de niño no tuvo a nadie afín a la LOGSE que le diese cariñito y comprensión ya que todos necesitamos que nos acaricien con mimo el cabezón, pedazo de cabezón en el caso de Celes, es injusto menospreciarle ahora. Como el pobrecito era tontolhabín. Total, sólo controlaba las finanzas de medio barrio dejando a Tony Soprano a la altura intimidatoria de Jordi Hurtado en pelotas y con peluca azul cyan. Analicemos las finanzas de este prohombre portero de finca urbana. La leyenda "Se vende piso, razón en portería" a muchos les será familiar. Yo no digo nada de cómo funcionará la razón en portería en otras fincas urbanas allende mi barrio, pero con Celestino, la cosa consistía en que el hijoputa cobraba comisión por todos los pisos que se vendían en el bloque. Y ¡ay de ti para conseguir venderlo como pasases de él!. Y no era sólo eso, también se hacía con comisiones mucho más lucrativas como las que pillaba de las mensualidades de los alquileres que había conseguido apalabrar él. Y la cosa sigue, en las reformas, todos los electricistas, pintores, fontaneros, persianeros... su puta madre... todos, absolutamente todos pasaban por caja en portería para depositar la comisión por la obra ejecutada. Celestino, digámoslo con claridad, al mes levantaba más pasta que cualquier vecino. Y a partir de aquí surgen dos anécdotas que mola mucho contar porque reparten mierda de forma simétrica a los estereotipos de enajenados obsesionados con la política tanto de izquierdas como de derechas. En una junta de vecinos, estaba en el orden del día subirle el sueldo al portero. La gente, más o menos consciente de cómo trincaba el amigo, pasó olímpicamente del tema. Y entonces se alzó indignadísima una señorita de gauche divina que soltó un discurso de lo más emocionante sobre los parias de la tierra para que se le subiera el sueldo. Así que se abrieron las carpetas, se sacaron los papeles y la vecina roja pudo comprobar con estupefacción que el portero cobraba más que ella ya sólo con el sueldo base. ¡Pero si yo soy licenciada! -gritaba- y cambió de idea tal cual como a quien se le cae del coco un parecer por la oreja y le entra en el acto uno nuevo por el culo. Yo me he quedado con la frase y cuando algún colega juguetea con la tarjeta de crédito y un cedé, le digo "a mí házmela más gorda que soy licenciado" y causa mucha risión y si no pillan por dónde va la gracia da igual, total, sólo quedas como la persona más imbécil y costrosa del mundo libre. Pero no sólo el islamoprogretarra cae en esta trampa. En mi queo, el único militante del PP que hay, o el único que se jacta de ello, estaba un día conversando animadamente con el portero, y éste le hizo saber que barajaba la posibilidad de comprarse un coche, un BMW ni más ni menos, a lo que el pepero reaccionó echando espuma por la boca e inició tal campaña de descrédito e injurias contra el "pobre" Celestino que el hombre abandonó la idea. Yo sólo recuerdo con nitidez la explicación de por qué eso no podía ser, era un argumento claro y meridiano, decía: "¡Solo faltaba ya!". ¡Ay! Cómo le da por pensar a la gente, con el caché que tendría decir "vivo en una casa cuyo portero de finca urbana tiene un BMW", en lugar de quedarse con que la botella está medio vacía: "tengo un Panda, estoy calvo, y el portero de mi casa cuatriplica mi patrimonio" ¡Cuán insondables como venenosas son las miserias humanas!
1994-1998 Damián "Botella": Del Macizo Galaico nos llegó Damián. No sé por qué lo cambió por La Meseta. Seguramente habría asesinado a toda su familia como suele ser habitual por esos pagos. El caso es que era un individuo simpático y de fácil conversación. Saludaba a todo el mundo con alegría, como si esto fuese California a principios de los sesenta. Por lo que en la primera Navidad que pasó aquí se le cayeron los cojones al suelo espolvoreados cuando vio los frutos de su amabilidad en forma de aguinaldos. "Casi trescientas mil pesetas", le confesó a mi madre medio asustado. Y se acabó. Ese fue el fin. A continuación, Damián de ser humano pasó a ser comisionista. Se metió en negocietes. Le iba el rollo de las reformas, trincar de aquí, de allá. La sonrisa de ese portero de finca que alegraba a toda la familia, pasó a simplemente ocultar tejemanejes y negocios proyectados a las dos de la mañana en la barra de un bar. No tengo más información sobre ellos que la aparente a simple vista: que no iban bien. De modo que cuando se vio que Damián estaba soplando cosa mala, al menos tuve a qué asociarlo. Se le veía dentro de la portería, un cubículo lúgubre y angosto, arrugadito, en un rincón, antes de ir a recoger las basuras a cuatro patas. Por las mañanas estaba más hablador, pero con la labia del que tiene la cara muy roja y los niños preguntan, con el tonillo de Marcelino Pan y Vino: ¿Mamá, por qué Damián huele como a jarabe?. Al final la cosa empezó a ser un cante jondo, y en las juntas de vecinos volvieron las discusiones surreales con más fuerza que nunca. Unos lo querían echar de forma fulminante, no aguantaban eso de tener en la puerta de casa a un caballero sentado en la portería con la misma postura que la difunta madre del Rey, doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans. En cambio, otros -probablemente los que alternaban con él- esgrimían que "nunca le harían eso a Damián". Pero apelando a la ética colectiva los muy cabrones, no al colegueo. De forma que tenían coartada por si les echaban en cara a gritos, con toda la razón del mundo y a punto de llegar a las manos, que le pagasen la nómina entre ellos. Pero estos concilios vaticanos no duraron mucho, la Madre Naturaleza actuó y un día a Damián se le reventó una vena del esófago, en el que por lo visto tenía bastantes varices. Sobrevivió, pero de paso le diagnosticaron cirrosis y lo tuvo que dejar por fuerza mayor. Así concluye el reinado del único portero al que respeté mínimamente como ser humano mientras lo fue.
1998 hasta nuestros días Francisco I "El Cruel": Enano y gordo, con cara de ratón, Francisco es probablemente la persona más deleznable, mezquina, corta, pacata y rastrera que habré conocido en toda mi vida. Su primera medida en cuanto dejó de ser portero suplente fue buscarse una mascota, ni más ni menos que una paloma, y encerrarla en una jaula más pequeña que una caja de zapatos fuera de la portería, en lo alto, a la vista de todos. En la parte de abajo de la misma, la de plástico, escribió con caligrafía cursi "LOLA". El animal, repulsivo per se, daba una mezcla de entre asco y pena. Aunque no tanta como verle a él hablar con ella todas las mañanas. Con el tiempo, Lola empezó a enajenarse y se movía de un lado para otro desquiciada. Una noche de las que llega uno ciego como una mona, entraban ganas de liberarla, pero de hacerlo, si no se la comían los gatos, la matarían las demás palomas, que son así de simpáticas, y además el bicho era imposible que volase si lo único que podía hacer era dar un paso para atrás, agachar la cabeza e irse para adelante otra vez unas sesenta veces por minuto. Uno salía feliz todas las mañanas de casa y se encontraba ese espectáculo, una paloma pútrida que parecía decir: por favor mátame. Si le hubiera introducido una pequeña bandurria entre los barrotes lo mismo el bicho se hubiese compuesto el Blank Generation de las tórtolas. Pero esta faceta de Francisco como torturador, ensombrece al lado de la de violador. La menda que cuidaba al hermano pequeño de un colega mío, portugués él, parece ser que subiendo en el ascensor con el portero, éste rompió a meterle mano. Debo reconocer que la inquina que le tengo a Francisco proviene de ese episodio. De verle como un tío repelente que tiene el valor de sobar a una chica joven en un ascensor. Sin embargo, hace poco, volviendo de currar en el metro a las diez y media u once, que vas más amargado que Dios, que no puedes ni leer ni oir música ni mirarle a la cara al de enfrente, tan sólo te limitas a bucear en las fosas abisales de la memoria a ver si te encuentras un calamar gigante, pues le di vueltas a este suceso y me acordé de que mi tronco el portugués se terminó tirando a la chica esta. Y lo recordé porque, en cuanto nos lo contó todo flipado, comenzamos a presionarle para que la próxima vez ¡lo grabara en video! Y andaba flipando con nuestra reacción de pajeros perturbados, cuando até cabos y me pregunté si eso de que la chica le dijera a mi colega que le había metido mano el portero no sería una patraña para hacerle ver que ella era un objeto de deseo hasta tal punto que en un espacio cerrado los hombres no se podían resistir a sobarla. No lo sé, es que se lo he visto hacer a otras titis. He visto a tías fingir -igual no tan a lo bestia, cierto es- situaciones de esa ralea como tratando de activar el Mínimo Común Simio que hay en todo varón y que así, por empatía, tribu o imbecilidad pura y congénita, ella nos atrajera también a nosotros porque a otro le había atraído. Yo qué cojones sé. Me da igual. Aunque ese episodio no hubiera tenido lugar y yo ahora le perdonase al portero simbólicamente, magnánimo, mirándome al espejo con la sábana a modo de toga en el váter de mi casa, cualquier recuerdo de Francisco me hunde en una fosa séptica de dolor. Sigamos: Verano de no sé qué año. Un menda, que no era de mi queo, coge y entra en el garaje al modo vasconavarro. Esto es, sin abrir la puerta, destrozando el coche, para luego, además, darse la vuelta y no volver jamás. Fue un hecho sin precedentes y escandaloso, a imagen y semejanza de la mierda que debía llevar el tío. Las calles por la zona son tortuosas, iría follado, tomó la bifurcación equivocada y se encontró con la puerta del garaje cuando estaba a escasos cinco metros. Y aunque tal vez lo que pretendía era atravesar la puerta con el buga por los espacios libres que dejan los átomos entre si, en lo que sería un golpe de suerte merecedor cuando menos un fuerte aplauso, el caso es que no lo logró y la montó parda, como no era para menos. El suceso quedó registrado con la cámara que hay en la entrada. Y por aquel entonces, mi viejo tenía un video con un mando de esos que para pasar a cámara lenta tenía una ruleta, como si fueses a lograr pasar la cinta a cámara superlenta, como en el fútbol, pero que la pasabas frame a frame como toda la vida de Dios. Sin embargo, los machotes de la junta de vecinos se fliparon con el asunto y vinieron a mi casa con un madero a ver la cinta de la cámara de seguridad del garaje a ver si daban con la matrícula o el jeto del interfecto. Les recuerdo yo a todos en mi salón con gesto castrense como si fueran el FBI -aunque en chandal, por su puesto- bastante excitadillos con la presencia del madero. Pues bien, se puso la cinta. Todos serios como putas. Ambiente tenso. Concentración. Y lo primero que sale en la pantalla, pues nada, el portero Francisco con toda su familia bailando a propósito delante de la cámara una performance mezcla de Fama y Había una vez un circo. El hombre entraba a su casa por el garaje y pasaba por fuerza delante de esta cámara de seguridad, y por lo visto le molaba eso de marcarse una perfo. Pasaban los segundos y seguían dale que te pego con el baile, repito, la familia al completo. Cada vez la coreografía era más intensa, con aspavientos de toda índole, coordinación soviética y una gran sonrisa siempre mirando al objetivo. El bochorno fue terrible. Qué vergüenza ajena. Qué dolor intenso, ellos que querían hacer investigación policial de alto secreto van y le ponen ese video al madero. Mas cuando el espectáculo ya daba punzadas angustiosas en el estómago, el poli, sabiéndose faro de la masculinidad ahí reunida, desahogó la situación con un alivio cómico, y dijo entre dientes, con voz suave pero firme: esto no hace falta que lo pase Usted a cámara lenta. Y ahí rompieron todos a reír. Qué listo el madero. De no haber dado ese volantazo humorístico, la situación era tan desasosegante que yo mismo estuve a punto de hincar la rodilla delante de la tele y cantarles a los presentes una saeta inspirada en el momento: ¿A qué suenas tú, España, cuando no suenas a muerte? Las imágenes sólo hubiesen sido más sobrecogedoras si el que hubiese salido fuera José Luís Moreno puesto de Helio cortándole las manos a un niño de seis años con un machete africano. Aún con todo, la situación fue denigrante. Cómo volverle a mirar a la cara al portero sin querer darle con un cenicero de mármol en la cara con todas tus fuerzas hasta matarlo o dejarlo vegetal. Y en fin, podría seguir, sí. Pero me duele hasta la glotis de teclear. A día de hoy, he conocido muchos más porteros. El actual, con una pegatina que dice "un poquito de por favor" en ventana de la garita, junto a un escudo del Atleti, yo hago como que el sujeto ni existe. E incluso, sé de alguno por a´hí, qu es militante del grupo de infrarock Motociclón. Me lo puedo imaginar este verano saludando a los vecinos con ejemplar educación para tener entusiasmadas a las viejas de visón perenne, y luego irse a tocar al Festival Grande Rock de Jaraiz de la Vera y soltarle al respetable tras comprobar el tamaño del escenario: ¡qué guay, nosotros que estamos acostumbrados a tocar sólo en sitios que huelen a lefa!. Qué le vas a hacer... son porteros de finca urbana. Yo lo que espero es que, por lo menos, dicho esto, nadie se escandalice y que haya quedado claro que cuando digo que a los porteros de finca urbana habría que quemarlos vivos y aventar sus cenizas tengo un porqué. Un porqué irrenunciable. Y aunque no se comprenda, que al menos pase como con la Inquisición, que se la tenía más miedo a ella que al pecado, pues que se tenga más pánico a que cuente el porqué en toda su extensión, como ahora mismo, a tener que escuchar de mi boquita cómo habría que atarles a todos un enorme bozal con una rata hambrienta dentro para que les comiese la puta cara, al método 1984.
Por Alvaro
domingo, 12 de noviembre de 2006
Pateando la calle: Antón Martín (2)
En la anterior entrega les había dicho que, en principio, nosotros no íbamos buscando el alterne con estas fenomenales personas, que era la mala suerte, el destino cruel, el hado perverso, que mi ascendente géminis me machaca, la pertinaz sequía, el calentamiento global y que el Madrid otra vez campeón de Europa....pero, como verán, a partir de ahora la historia llega a un punto de inflexión motivado por el hecho de que lo que nos suceda a partir de ahora nos lo merecemos todo, todito.Por cachondos mentales y simpaticones: ¿no quieres caldo? pues ponte el bañador que te vas a dar una sesión de spa en un jacuzzi lleno hasta el borde de sopa juliana, gilipollas.
Resulta que mientras tratábamos de dilucidar que haríamos a continuación, uno de nuestros intrépidos protagonistas (vamos a llamarle Toñín, por ejemplo) tiene una terrible idea, seguramente inducida por las malas vibraciones de este barrio, por esa angustia vital que encapota la zona, ese campo de fuerza de mal fario ya que aquí, parafraseando al Maestro Yoda, el Lado Oscuro intenso es.
La idea chunga consiste en buscar a Angel, pero...¿quién es Angel? Angel es una entidad supraterrenal, con forma humana de prejubilado: calva que brilla como el Faro de Punta Umbría, porra con una intrincada red de capilares rotos (que dicen ha vuelto loco a más de un investigador de la Universidad de Miskatonic, que trataron de descifrar el supuesto Código Illuminati que se escondía tras su disposición) y un bigote generoso, erizado e invicto, canoso y poblado y, por lo visto, calentito, y muy apto como ecosistema portátil. Angel, quien inspiró frases del imaginario colectivo como "beberse hasta el agua de los floreros", "vienes cargadito para no dar dos viajes" o " a mí me gusta el pim-pi-ri-ri-pim-pín". Angel, ex-legionario, ex-gorila de puticlub de tercera regional, ex-trabajador(?), ex-traño. Angel, que nos regaló a toda la concurrencia, en la boda de su entonces compañero de curro Toñín, un inolvidable striptease (inolvidable no por no hayamos intentado todo, incluso la regresión, el re-birthing y la hipnosis, si no porque quedó registrado para la posteridad en el making-off de la boda) rematado por un desnudo integral, con los brazos levantados, las piernas semiflexionadas, los gayumbos (turbo, raídos y de un color manierista, como una pota de bebé) enrrollados en los tobillos, sonrisa beatífica, calcetines verde botella-de vino-Savin y los huevos más colganderos y pendulares que he tenido la suerte de ver. Daba gloria verle: como un Greystoke crepuscular, haciendo la ola mientras la concurrencia gritaba, reía, se apartaba y los camareros se quedaban pillados. Gracias, Angel. Parafrasenado al cursi de "El Príncipe de las Mareas", cuando el viento susurra, lleva tu nombre: Angel, Angel, Angel...
Pues ése Angel. Resulta que se prejubiló, pilló unos kilos (de pesetas) y se los pulió en un añito más o menos. Vivía en una pensión del barrio y "colaboraba al más alto nivel" en un bareto de la zona. Cuando Toñín expresó su voluntad de buscarle para ver qué tal seguía y tomarnos "una caña con él" de repente el mundo se detuvo, sonó el aullido de un perro-lobo y tuve un dejá-vu: recordé cuando de pequeño se lee El Señor de los Anillos y de pronto la Compañía tiene la idea de atravesar Moria, y uno piensa: "mal rollito, tíos" o en una de esas sagas tipo "Viernes 13", uno de los absurdos protagonistas dice: "quedaos todos aquí que yo voy a esa siniestra mansión", que, estoy seguro, hasta el psycho de turno tiene que pensar "vamos, no me jodas, chaval". Pues eso.
Miramos en un par de bares de cabecera y ni rastro de Angel. "Hoy no ha venido", "mirad en tal", "mirad en cuál"...estábamos ya decididos a dejar de buscar e irnos a algún paf a apoyarnos en la barra y darnos codazos cuando pasara alguna panterita, cuando decidimos comprar tabaco en un baretucho oscuro y sucio que estaba cerrando. Estoy convencido de que los planetas (los cuerpos celestes no esos drogadictos de Granada) se alinearon en nuestra contra porque ¿saben quién estaba pegadito a la máquina de tabaco, bebiéndose un vinacho y fantasmeando? Sí. El stripper.
Bar ¡¡¡!!! - Una mezcla del Agujero Negro de Calcuta, el zulo de Ortega Lara, el tren de la bruja de las fiestas de su barrio, el plató de Saw, la keli del yonki al que pillaban costo antaño, la Casa de los 1.000 cadáveres, la celda de castigo de una prisión turca, un paseo de noche por Las Barranquillas, un suburbio de Bangkok y la Casa del Gran Hermano. Vaya tela! Un bar asfixiante, claustrofóbico, con una extraña construcción tras la barra, que era un cruce entre botellero, vitrina y Gabinete de Curiosidades. Oscuro como un bar de rock malasañero, con pasadizos como Las Cuevas del Vino de Chinchón y las paredes con tanta nicotina, restos de vino y vaya usted a saber, que si te apoyabas se quejaba y estremecía. Probablemente los microorganismos microbianos que se habían adueñado de su superficie no solo eran entes vivos sino que, probablemente, había desarrollado sistemas políticos. El suelo no sé cómo era porque tenia tantas servilletas, cabezas de gamba y pipos de aceituna que no se veía. El tipo humano pues imagínense: señores que debían conocer el secreto del Viaje en el Tiempo porque lucían mostachones y camisas de solapón, amén de pantalones acampanados y botines chulos, que solo se daban en la época ye-yé. Y de entre todos estos príncipes del vintage, destacando con luz propia, un primus inter pares, ÉL, nuestro Angel, su Angel de ustedes: el Angel de España.
¿Qué les puedo decir del encuentro? Alegría, alborozo, ganas de vivir, pon-de-beber-aquí, risotadas, buen rollito, gudbabreisions...A los demás un férreo apretón de mano y a su colega Toñín una ristra de collejas y manotazos cariñosos que le dejó el cuello en carne viva. Nosotros, a una distancia prudencial, viendo como su recia mano impactaba en el cuello y cara de nuestro colega una y otra, y otra y otra, y otra vez más mientras la zona se iba enrojeciendo gradualmente hasta hacerle parecer un Gusi-Luz, y coreando los impactos con onomatopeyas como "zasca" o "traca,traca". Tuvimos que distraerle con un vino de calidad para que dejara en paz a la criatura. Angel, ya se lee, es un personaje excesivo y tiene mucho amor que dar (y que recibir, por lo visto, si nos atenemos a sus historias de putas). A todo esto nosotros muertos de risa por la alegría del reencuentro. Angel usándonos para avalar su fantasmagoria con los compañeros de barra: "que si yo era el putojefe", "que se me cuadraba la directiva", "que cuanto me quieren estos chicos", "quenofaltedená",etc...Y mi colega Toñin, ebrio de felicidad (y de cerveza) tirando todo lo que no estaba atornillado al suelo. Al principio lo típico: "no te preocupes , chavalote, que eso le pasa a cualquiera". La segunda vez que tiró el palillero, tras haber tirado un vaso, un botellín y un servilletero, en un estado de desorientación de grado 33 (que yo achaco a la curricata que le dió su ex compañero, que le tuvo que remover el celebro), ya nos miraban raro. Y Angel a lo suyo. Contándonos que hace unos días había visto a Antonio Canales (!!!) y "le había puesto firmes", diciéndole "tú no sabes bailar ni ná" y que le había bailado un zapateado para que el artistucho pillara escuela. Esto hizo que le admiráramos aún más (si cabe). Y de pronto, la DEMOSTRACIÓN: Angel que se arranca, se encoge un poco, se tira un poquito de los pantalones, a la altura de las rodillas, y empieza a hacer algo divino: una mezcla de tai chi, capoeira, baile flamenco, kung fu (pero un kung fu como si Chiquito de la Calzada hubiera entrenado a Bruce Lee para Operación Dragón) y, de medio lado, con sonrisa picarona y a saltitos, como Angus Young cuando le da el telele, avanzaba hacia nosotros de manera cadenciosa pero inexorable. De nuevo tuve uno de esos momentos de angustia y visión efecto túnel con la figura de Angel ahí, al fondo, distorsionada, con su bigote. Qué momentazo, que diría la Izaguirre.
Nos salvo el dueño del bar que, amablemente, nos invitó a marcharnos a la puta calle para que pudiera cerrar y olvidarse de esa escena con ayuda de los suyos.
Yo aquí ví la salvación y, rápidamente, quise despedirme del derviche bolinga pero éste estaba tan contento que no iba a dejar que nos fuéramos así. "Vosotros os venís conmigo, que ya veréis que soy el puto amo del barrio. Os voy a llevar a los mejores sitios. Esta noche no se duerme". Eran las 12 de la noche. La hora de las brujas. Y de los fantasmas. Sobre todo de los fantasmas.
(Continuará...o no)
sábado, 11 de noviembre de 2006
En la puta vida.
A la hornada del conformismo, nos han dicho que tenemos que independizarnos y lo creemos, pero en realidad no deseamos hacerlo, aunque… habrá que volar del nidito ¿no? Ahora, que si nos vamos, que sea con las mismas comodidades que tenemos en el hogar paterno, ¡faltaría más! Que eso de pasarlas putas, renunciar a varias noches de copas o pasar de coche (curioso objeto que no se encarece, por cierto) no va con nosotros.
Así que, mientras trepamos hasta el puesto de director comercial de la delegación sur en la ofi y/o nos emparejamos por el mero hecho de compartir gastos, tendremos que quejarnos. Y nos quejamos de manera teledirigida, para variar, amparados por esos medios que se hacen supuesto eco de nuestra protesta y denuncian también la carestía del techo (que no del suelo, que la gente se confunde; calle y descampados libres hay pa’aburrir). Medios que reservan sus planas y espacios comerciales más destacados -y caros- para publicitar urbanizaciones de lujo.
Quizás sea, no se, porque convenga mantener en esa situación límbica nuestras reivindicaciones de mentirijilla. Porque en el fondo, tú, que vives en la habitación del ídem con tu hermano de mierda, eres un negocio muy rentable para los empresarios del ocio establecido socialmente. Y eso si estás dentro de la estandarización, porque si eres un poco freako, no te van a dejar salir de ese cuarto. ¿Cómo vas a renunciar a tus doce colecciones mensuales? ¿Dejar de comprar tus DVD de importación? ¿Renunciar al ADSL y dejar de visitar Viruete.com?... pero bueno, vamos a quejarnos, a ver si así seguimos creyendo que podemos tenerlo todo.
Aun así los G-X se preguntan como fulanito lleva viviendo sólo seis años desde que alquiló aquella habitación maloliente de su piso compartido, lleva casi siempre los mismos vaqueros y no se queja. Más bien al contrario (porque esa es otra: el que se quiere montar su vida, se la monta. Y punto).
Si tiramos del hilo podemos llegar tan lejos como quieran (situaciones complicadas, personas solas, gente que se quiere –que la hay-, dependencia económica, semi-marginalidad… lo sé de buena tinta porque dK was here, señores) pero se nos acabaría la ironía y eso ya no mola. Que esto es Pegamin. Sin tilde.
martes, 7 de noviembre de 2006
Tonto el que lo lea
Normalmente las pintadas de lavabo se insertan en 2 grandes grupos: a)escatológicas y b)sexuales (con subgrupos fronterizos escatológico-setsuales, el estilo toscano de las pintadas guarracas) por lo que, para mí pierden su interés casi al instante. Esos "caga a gusto, caga contento pero, por favor, caga dentro" o "si presumes de estatura etcétera etcétera con los cojones en esta escritura" vistos mil y una veces, casi siempre en pareado, dan para un par de veces. Son más entretenidas las venganzas como "la chupo gratis, llámame al xxx.xxx.xxx" o la búsqueda suicida de sexo guarraco (no, no suelen ser tías, tranquilos, sino señores mayores que buscan acompañante para el cine y para que alguien les mee la boca). También abundan los recuerdos "Ender Petit estuvo aquí", "Aquí ha cagado Benputa", o las de tipo simpático como la que ví en los lavabos del Centro Cultural de la Villa: "Aquí enculé yo a un chavalito de 17 años", que, ahora, recuerdo con jolgorio pero que, en el momento, durante una representación teatral, que no pasaba por allí ni el Tato, y con la misma edad que el enculado, hizo que saliera pitando a mi butaca por si al orgulloso firmante le daba por repetir hazaña.
Las de la calle pues ya saben...qué les voy a decir...tenemos los clásicos del vintage: "Reme puta", "Iron Maiden" (aquí aprovecho para preguntar si saben ustedes si esa tan mítica de Led Zeppelin que durante más de veinte años -que yo recuerde-ha estado en un muro del acceso a la M-30
Sur, a la altura de Santa María de la Cabeza, sigue ahí), "Te quiero xxxxxxx" (antes Luisa, Tere o Laura, hoy Jenny, Aroa o CindyLauper del Amor Hermoso), los símbolos de Anarquía, la cruz céltica de Bases Autónomas o el "Vota xxxxx". De nuevo cuño, unas muy "cool", hechas con plantilla, de cosas que yo, por mi avanzada edad, no les pillo el punto: una que sale el gepeto de Stallone y pone debajo "Yatusabes" que me da debe ser ropa moderna y molona, o esas que salía Gene Simmons o un negraco al estilo Superfly...Capítulo aparte merecen las "firmas" de los raperos y los graffitti, algunos sublimes y otros de juzgado de guardia, que dan ganas de pillar in fraganti al perpetrador y repasar sus letras sobredimensionadas con sus sesos.
Por delante de éstas, mis preferidas siempre han sido las de el Metro. Esos cómics improvisados sobre los carteles de los estrenos de cine, esos dientes cariados, parches, bigotes o filacterias con leyendas chulas son buenísimos. Cuando uno pasa una media de 2 veces diarias por una estación en concreto se encariña con algunos y los echa de menos cuando son sustituídos por otro. Últimamente, por lo que veo cuando raramente pillo el Metro, dan mucho juego los de Money Transfer (transferencias de pasta para que los sufridos emigrantes puedan mandar pasta a sus familiares en los Cárpatos) y los de las clínicas de estética (estos no hay quién los mejore: en Sol, a la entrada del Andén de la línea 2 hay uno con fotos de Antes y Después de una señora con un acné tan virulento que parece un mutante malvado de los de la Patrulla X o uno de esos niños-lobo mexicanos).
C0mo les digo, ya apenas uso el Metro por lo que mi pequeño hobby estaba casi en vías de extinción hasta que descubrí los comentarios de Emule.
Yo, como ustedes, no uso apenas las redes P2P. En todo caso para alguna copia de seguridad de alguna película de culto de las que poseo copia original en DVD, copia original en VHS, CD con banda sonora original y poster promocional firmado por el director y su cuñado pero, por lo visto, dicen, existe la posibilidad de, al bajar un archivo, dejar plasmado un comentario sobre el archivo en cuestión. La intención debió ser, originalmente, que la gente se tirase el rollo con el que venía detrás en plan colega: "audio y video estupendos" o "baja rápido" o ya, para los cinéfilos, la crítica gratuíta: "fotografía soberbia", "remake estupendo en clave existencialista de Pedro y el Lobo"...de hecho, los guiris, esas personas como del futuro, lo siguen haciendo...por lo visto si buscas una copia de seguridad de un concierto de, por ejemplo, los Pixies, pues un señor muy amable de Wisconsin te deja allí apuntado: "Great" o "very nice"...pero, claro, estamos donde estamos y al español le vuelve loco una pared blanca o una pantallita de comentarios (menos en este blog, por lo visto) y claro, ya lo de menos es dar información fiable del archivo: "catalaneshijosdeputa", "mefolloatumadre" y demás es el pan nuestro de cada día...cuentan que se ha llegado a ver: "bájate Valdezarza: es un vídeo de mi pueblo", "vendo dvd virgen a buen precio" o, este es guapo, una persona malísima, bajando una copia de "El Laberinto del Fauno" vió con sus malvados ojos lo siguiente: "rojos de mierda, seguís reescribiendo la historia". En una de esas de final incierto y sorprendente la peña ponía: "te jodo la peli ------------>mueren todos" o en una porno el obvio: "buenas pajas con esta peli". En Chisum: "whester-Jhon Whayne-muy buena" cosa que me haría dudar de la crítica circunscribiéndome a la ortografía del Karlos Pumarex de cuarto de hora.
Así que, anímense, lleven siempre un rotulador en el bolsillo y aprovechen para rendir homenaje a su pibi, ser los mas rockeros del barrio o decir alguna lúcida gilipollez para entretener al prójimo. Sus convecinos lo agradecerán.
Y, recuerda: "Dios está en tu interior: no le dejes salir"
lunes, 6 de noviembre de 2006
Yo fuí un extremista metálico adolescente
Yo fui un extremista metálico adolescente. En Madrid no había Jarrai y el sentido de la palabra Patria no lo entendí hasta que no supe lo que era la retención de la nómima, por lo que tampoco entré en Bases Autónomas. Nosotros no teníamos ni mierda en las tripas. Ni malos, ni buenos. Así que nos volvimos contra Cristo, que más o menos estaba presente en nuestras vidas y nos hicimos extremistas metálicos de Satán. Desgraciadamente no he seguido en contacto con estos mundos extremos de Dios. Pero ayer, cosas de la vida, vi a los Fuckland en directo y medité muy seriamente sobre el particular. El pop, la psicodelia, Badfinger... la música de hombres completos está muy bien pero, joder, un concierto de un tío lleno de gapos que pide que le rajen la tripa con una cuchilla, se la cortan y luego reparte fustas para que las tías del público le flagelen bien acompañado todo ello de ruido infernal y gruñidos guturales ininteligibles, hostias, eso es la polla. En qué me habré equivocado -pensaba- para andar ahora conociendo a Bevis Frond ¡No quiero! ¡Quiero ser el de antes! Desgraciadamente, es imposible. Pero revivir aquella época por lo menos consuela. Hay un dato que se le escapó al Dr. Julito. Al grupo finlandés Impaled Nazarene, por tener un estilo de black metal un tanto heterodoxo, les mandaron un paquete bomba los del Inner Circle. Lo mismo que a los ¿suecos? Therion por dejar la brutalidad y pasarse a los bailes regionales. Por eso, no haré un retrato fiel rico en detalles, me da un poco de cosa y canguelo, pero estos ojos han visto a mozos de dieciséis años, entre los que me encontraba en las cotas más altas de enagenación: relaciones epistolares con gentes de todo el globo rubricadas con sangre, gente que extraía esa sangre para firmar las cartas de sus granos en lugar de cortarse el brazo con el machete como mandaban los canones, otros que chupaban las rúbricas cual catadores de vino para conocer mejor a sus amiguitos de todo el planeta, scaring casero con cuchillas de afeitar por todo el cuerpo con lemas de chufla, uno que se compró una pipa para ir por la calle sintiéndose el más grind -se la vendieron sin percutor al pobre por una pasta gansa y encima no sabía dónde encontrar balas el gilipollas- ingesta de insectos y animales vivos de toda índole, uno que en el bolsillo pequeño de la mochila llevaba carne cruda, para merendar -decía el cabrón- adquisición de revistas de coprofagia de diez mil pelas en la calle Hortaleza para corear olés al paso de cada página, altares satánicos en descampados para ir a rezar, oye, un ratito antes de salir de marcha, mestruaciones sobre paredes, recopilaciones en VHS de violaciones y palizas a mujeres con la escena de "pon cara de chupar una polla" del Teniente Corrupto como hito absoluto de la cinta... la de Dios es Cristo. Antiguamente esto no tenía muchos seguidores. Ir a comprar a Repulse Records, tienda que se tuvo que inaugurar con un cartel en el que ponía "Todo sobre metal extremeño" porque el que lo hiciera en la empresa de rotulación le parecería más lógico que eso de metal extremo, si bien había popes del asunto que lo consideraban de pastelones, era toda una liturgia; se pasaba uno toda la semana buscando entre las referencias del catálogo qué estaría mejor, si sado-goregrind o ultra doom-tres-canciones-en-cuarenta-minutos, dependiendo de si estabas más o menos enamorado, e ir allí a por tu vinilo o cedé con válgame Dios qué clase de portada era un modus vivendi más animado que el copón. Luego te ibas a la Calle San Marcos. Ahí estaban el Fobia y el Fear. En el primero todavía quedaban siniestros ochenteros, poetas románticos frágiles y sensibles vestidos con la ropa de su abuela fallecida en la década de los cuarenta que, ojo, te podían soltar una somanta de hostias de cojones si les tocabas la polla. El segundo, sin embargo, era más integral de nuestro rollo. Algunos íbamos al parking de Chueca, que ahora es un parque, a ponernos finos, finísimos, de speed. A veces la cosa terminaba con la destrucción a ladrillazos de algún vehículo, generalmente el más nuevo. Luego nos íbamos al bar. Qué bar, qué gente. Desde ejecutivos de corbata que su perversión personal eran los Agathocles hasta sujetos con severas taras físicas con camisetas de Pungent Stench -qué portada la de ese vinilo, las cabezas seccionadas de dos ancianos morreándose. Por ahí rondaba alguna vez mi bella mejor amiga, una moza que exhumó un cadáver de un cementerio cuyo nombre no diré y conservó durante mucho tiempo el fémur del pobre difunto. Había un jambo que se vestía de cura, con alzacuellos y todo los complementos, ingería tripis por medios y cogía la furgoneta para defenestrar lo que fuera. Siempre venía con mobiliario urbano. Objetos con los que luego yo, no sé cómo, me despertaba, con los correspondientes gritos desquiciados de mi madre. Lo más sonado fue un foco de la Renfe. No había excusa. Mi madre hubiese preferido verme en la cama con un hombre que con un puto faro de una vía de tren. Una vez manteamos a un tipo en el Fear e hizo un agujero en el techo con la cabeza al impactar. Nos partimos de risa. Él se retorcía en el suelo aturdido con el pelo y los hombros llenos de cal o lo que fuera aquello blanco. El día más impresionante fue uno en el que estábamos tan tranquilos y de pronto entró en el bar una mujer madura de unos cincuenta años completamente ciega con la baba colgando y las bragas en la mano, agitándolas. Nos pusimos como lobos, a ver quién se la follaba ahí mismo. La tía nos ofreció coca a un amigo y a mi, los dos altos y bien parecidos. Fuimos al váter. Yo ya vislumbraba una película porno en el retrete. Por cierto, sin puerta, te separaban del exterior una especie de cadenas colgantes. Dentro, mi amigo cogió la papelina. Yo, con un seno en la mano, no quitaba ojo a la droga. Cada cosa tiene su importancia. Yo por aquél, era más de drogar que de follar. Mi amigo cogió la papela, tiró su contenido a la taza y rompió a gritar: ¡me la he metido toda! Hijo de puta. Yo estaba mirando y te he visto. Noble que es uno, no le dije nada, pero para mis adentros pensé: a ver si todo esto va a ser mentira. A ver si esto no va a ser realmente una verdadera locura colectiva. Evidentemente, eso lo que era todo es una puta mierda adolescente con todas sus virtudes y todos sus sonrojantes defectos. Pero yo me la creía, era feliz. Era adolescente. Ahora mis amigos me dicen a altas horas, cuando se hacen estas retrospectivas, que soy "un niño bien al que le gusta la mierda", algo de razón llevarán, luego pulsan histéricos los botones del móvil a ver si coge el hijoputa que tenía keta este finde. Bendita normalidad. No tardé en terminar robando -perdón- hurtando bolsos en el Strong para poder comprar dronga dura, chunga y maloliente para pasar del metal, la música, los cojones y San Dios. Pero eso no quita que por aquella época yo saliese de casa cada viernes más contento que la puta chorra. A ver qué nos pasaba. Cada noche pasaba algo. Cada noche peor. Y todo lo que se me habrá olvidado. El 95%, ni más ni menos. Soy de naturaleza traicionera y me he reído siempre de todo esto con la fe del converso. Ahora, con la fe del reconverso, lo reivindico fervientemente. Qué feliz se estaba contra todo y contra nada. 1995 fue nuestro 77 y si esto es malo para la sociedad, pues que vuelvan a poner la mili obligatoria, me cago en Dios, que hasta yo estaba dispuesto a hacerla encantado.
Alvaro